TEXTO Y FOTOGRAFÍAS: ALICIA SEOANE | Ferrol | Martes 28 marzo 2023 | 21:45
Este lunes, a las ocho de la tarde, se presentó en los DUPLEX Cinema la película, Matria. Su director, Álvaro Gago, y la actriz protagonista, María Vázquez, estuvieron en el cine ferrolano para su presentación y posterior coloquio con el público que abarrotó la sala. Una oportunidad que nos regala este cine para poder conocer los intríngulis que hay detrás de los filmes que vemos en la gran pantalla. Una hora antes, quedamos con ellos para poder conocer algunos detalles.
Gago y Vázquez se muestran contentos y muy agradecidos con la aceptación que está teniendo la película entre el público, estrenada en la Berlinale y posteriormente en el Festival de Málaga, que premió a la actriz por su interpretación de Ramona, una mujer que vive en un pueblo de Galicia sumida en un contexto laboral y personal tenso e impredecible, siempre sacrificándolo todo por el futuro de su hija Estrella. Las circunstancias la empujarán a mirar hacia dentro y a pensar que, tal vez, haya algo nuevo por lo que vivir.
FERROL360 – ¿Cuál es tu vínculo con esta historia de Matria?
ÁLVARO GAGO – La película está inspirada en la mujer que cuidó a mi abuelo, Francisca Iglesias Bouzón, originaria de A Illa de Arousa. Por aquel entonces, cuando estaba en Londres, yo estaba haciendo un trabajo de pequeñas piezas audiovisuales sobre la preservación de la memoria familiar. Al final era una excusa también para volver a mi tierra. Además, tenía ganas de reunirnos a todos porque somos una familia muy grande.
A medida que grababa, Francisca fue apareciendo cada vez más y más en los planos, y fuimos teniendo más contacto de forma natural. Empezamos a contarnos muchas cosas y surgió hacer una película. Luego, a través de su historia, yo puse la intención de contar un poco la vida de los vecinos y vecinas que en muchas situaciones se sienten invisibles. Poder hablar de historias exitosas, aunque no sean a los ojos de nuestra sociedad. Me atraen este tipo de narrativas y personajes.
360 – Matria es entonces un trocito de esa tierra que se echa de menos…
ÁG – Matria es la tierra que me gustaría construir [se ríe]. Matria es un poco también una ironía sobre ese matriarcado que se le supone a la mujer en Galicia, ya que detrás de ese poder que se le da por supuesto no hay un poder real. A Ramona se le presupone ser esa mujer poderosa y matriarca, pero lo que hay es una mujer luchadora y exhausta. Matria es una forma de desmitificar esta idea de matriarcado gallego, que no es real. No hay un poder como tal de representación social y político, sino una mujer superviviente.
360 – En la película encontramos muchos temas de mucha actualidad que se entretejen a partir de la historia de Ramona. Vemos muchas facetas de la mujer: mujer y madre, mujer y cuidadora, mujer y maltrato, mujer y amiga, mujer y precariedad, mujer y capitalismo, mujer y salud… ¿Cómo fue el proceso de guion?
ÁG – En una primera instancia habitamos el lugar, intentando absorber y observar todas estas historias que se respiraban en el territorio. En el primer guion, que vomité la primera vez hace cinco años, todo el tema del capitalismo y la salud ligada al género estaban mucho en el centro de la película, pero poco a poco fuimos construyendo el texto en torno a una historia íntima, en lo subjetivo de lo vivencial, y centrándonos en esta mujer que es Ramona. Fue un trabajo de supeditación de la realidad a un trabajo de conciencia íntimo.
MARÍA VÁZQUEZ – Al construir un personaje más poliédrico, más completo, se van tocando muchos temas que a ella le van afectando. No estamos acostumbrados a ver personajes femeninos en toda su complejidad y sus contradicciones, que también es lo interesante. Normalmente te cuentan una parte, si eres mujer oprimida sueles ser más sumisa o si eres de otra clase social no te pasa tal o tal cosa, y no suele ser así. Al encontrarnos el personaje de manera total, aparecen las complejidades propias del ser humano y su incoherencia.
360 – ¿Hay algo en el personaje de Ramona que toca un universal de la mujer más allá de la clase social?
MV – Todas somos trabajadoras, todas somos madres y vemos lo que implica cuidar y si no somos madres somos hijas, y lo hemos visto. Todavía hay muchas diferencias, sobre todo en quien recaen los cuidados. Hay una presión que nosotras mismas nos metemos: la responsabilidad que, de alguna manera, también nos la pone lo social. Todas somos ramonas y nos sentimos oprimidas en menor o mayor medida aunque la vida nos trate con mayores privilegios.
360 – En la película se percibe un cansancio a través de la protagonista, el estrés de la precariedad que no le permite poder parar. Esto también parece ser el pan de cada día en nuestro mundo actual, ¿no?
ÁG – Esto lo sufrimos todos y la mujer, por encima de todo esto, tiene toda una serie de cargas a mayores. Nos venden el éxito como si fuese una cuestión de voluntad, como si no llegases a mejorar es porque estás haciendo algo mal y esto es muy fuerte. En este contexto de voluntad es donde surgen las superheroínas, esas mujeres que quiere poder con todo.
Hay que terminar con todo este discurso que pesa tanto. Era importante para mí visibilizar a la mujer de clase trabajadora porque también quería visibilizar el peso que recae y ha recaído sobre ellas. Este trabajo obrero coge una forma en la mujer hay que mostrar, es importante. Y que sea de clase social obrera no deja de interpelarnos a todos los demás porque, como decía María, todas las mujeres pueden empatarse con Ramona como trabajadoras.
360 – ¿Cómo fue la construcción de este personaje de Ramona?
MV – Tuve la suerte de tener el guion con un año de antelación, así que pudimos trabajar bien el personaje. Y también tuve suerte porque él confío mucho en mí.
ÁG – Hay una serie de características en María que me gustaban mucho para el personaje. En ella hay nervio, hay revolución, hay determinación. Es una mujer que tiene esa parte rebelde también, que tenía mucho que ver con el personaje de Ramona.
MV – Fuimos muchas veces a A Illa de Arousa, pude conocer a Francisca y conocer sus vivencias, hablar con ella. Además, también estuvimos en la fábrica con el grupo de mujeres, que fueron muy generosas conmigo contándome sus historias, y todo esto ayuda a ir empapándose de la persona que luego vas a interpretar. También fuimos al barco porque tenía que aprender a encordar el mejillón, a hacer todo ese trabajo manual de manera natural.
360 – En la película se ve un retrato muy fiel de la realidad de ciertos oficios como la recogida del mejillón, está muy bien reflejado el ambiente de A Illa de Arousa, ¿hay intención en tocar lo etnográfico?
ÁG – Hay un interés de reflejar una manera de estar en el mundo, de existir, en esa forma de reflejar los oficios tan nuestra, que pueden dejar de existir o ir cambiando. Hay un punto de vista etnográfico, sí, incluso antropológico.
MV – Con el tema del acento es algo similar. Hicimos nuestros campamentos [se ríe], pasando allí días conviviendo y empapándonos de todo: de la forma de hablar, de expresarse, y también conté con la ayuda de una lingüista. Recuerdo que llegaba a mi casa y mis hijos me decían: «mamá, hablas raro». Claro, porque estaba todo el día intentando hablar como mi personaje para que fuese lo más creíble posible.
360 – Es curioso cómo hay una parte en la que cuando Ramona empieza a trabajar cuidando al señor mayor, ella empieza a entrar en una etapa diferente, empieza a darse un giro a través de la relación de cuidado mutuo…
ÁG – A mí siempre me gustó una frase de Marx que decía que las circunstancias determinan la conciencia del ser humano y no al revés. Ella cambia sus circunstancias vitales al cambiar de trabajo y es como que se empieza a abrir en el personaje una posibilidad de cambio.
MV – Cuando ella entra en la casa a cuidar a un hombre empieza a darse cuenta de que ella también le preocupa a alguien, y además se va forjando una relación de amistad entre un hombre y una mujer de distintas generaciones, que es muy bonita y muy limpia.
ÁG – Sí, esto está basado mucho en la relación de Francisca y mi abuelo. Ella lo sacaba de paseo a la playa y ella le dio mucha vida en sus últimos años.
360 – La película toca temas a través de la historia de Ramona que son muy actuales, como el capitalismo o la precariedad, ¿es posible que en esto muchas personas se sientan identificadas con algo de lo que pone en escena la protagonista?
MV – Hay algo en la película que toca muchas cosas universales: las relaciones de las madres con sus hijas y las relaciones con las amigas, que con sus contradicciones luego siempre están ahí. La amistad entre mujeres que aparece en la película si es algo muy femenino también, y un poco lo que hablábamos al principio, que al final mujer trabajadora somos todas y esto nos da en algo común a casi todas las mujeres. La película está despertando muchas reacciones. A veces me llegan mensajes de muchas personas que son casi poesía y esto también me emociona mucho.
ÁG – Mas allá de la clase social de la protagonista, la película interpela a muchas personas a muchos niveles y está generando reflexiones diferentes. Esto era lo más complicado a nivel de guion: poder ir tratando temas que estaban muy presentes, pero sin focalizarse en ellos. Aparecen como trasfondo a través de la vivencia de la protagonista y estamos muy contentos de ver lo que está despertando en el público.
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