EDUARDO ALONSO LOIS | Martes 3 de junio de 2025 | 11:43
Hoy quiero recordar la importancia del derecho ciudadano a que la movilidad y las comunicaciones aseguren la cadena de la accesibilidad en todos los itinerarios de vida, tanto en la arquitectura como en el territorio, con estrategias y recursos públicos que pongan a las personas y sus necesidades en el centro.
¿Por qué? Porque los itinerarios vitales no son accesibles
Porque 1,8 millones de personas dependen de la ayuda de otras para salir de sus casas a la calle en España. Porque 100.000 personas se encuentran atrapadas en sus casas por no poder salir de sus hogares. Porque solo el 0,6 % de las viviendas son accesibles. Porque un 75 % de los edificios de viviendas no son completamente accesibles y, de los que tienen cuatro plantas o más, alrededor de un 40 % no dispone de ascensor.
En Ferrol, todos conocemos la cantidad de edificios de viviendas sin ascensor que hay en el barrio de la Magdalena, por lo que sería muy necesaria la redacción de un anexo de habitabilidad al plan especial de protección y rehabilitación que concilie las exigencias patrimoniales con la necesidad de remodelar los portales e instalar ascensores para lograr una accesibilidad efectiva dentro de los edificios.
¿Para quién? Para todas las personas
Para el 100 % de la población, que incluye personas con discapacidades permanentes o temporales, las mayores, las embarazadas, las afectadas por fracturas, traumatismos o luxaciones, los niños y niñas que requieren de especial accesibilidad, incluso padres y madres que llevan niños pequeños en brazos o en cochecito, transportar bultos pesados o tener las manos ocupadas, etc. Porque todos fuimos, somos o seremos personas con discapacidad en algún momento de nuestras vidas.
A menudo nos parecen exageradas las exigencias de accesibilidad porque consideramos erróneamente que son solo para unos pocos, cuando en realidad son una oportunidad de vida autónoma para todos nosotros.
Porque en el fondo preferimos entrar en una cafetería con espacios amplios y aseos accesibles en donde pueda cambiar el pañal a mi bebé, donde mi abuelo pueda ir al servicio con seguridad y autonomía o donde pueda colocar el carrito de la compra junto a mi mesa.
¿En dónde? En cualquier entorno y escala
En todos los espacios que son accesibles para el resto de la sociedad, desde los entornos construidos, ya sean urbanos o rurales, a los naturales visitables, en todos los itinerarios vitales de las personas. En la edificación, en las zonas comunes y en las viviendas y en los edificios de uso público.
En los espacios urbanizados. En los espacios públicos naturales. En los medios de transporte. En el patrimonio cultural. En el comercio, la salud, el sistema judicial y en los bancos, En la atención al público. Y en muchos otros.
Ahora que comprendemos que las playas también tienen que ser accesibles, no debemos olvidar que para ir a Doniños los autobuses deben dar servicio a todos los barrios, ser completamente accesibles y en número suficiente para que quepamos todos en buenas condiciones de seguridad.
¿Cómo? Garantizando la cadena de la accesibilidad en el territorio
Asegurando la creación de cadenas efectivas y continuas de accesibilidad, limitando las compartimentadas, de forma que se garanticen todos los itinerarios de vida accesibles cuidando la movilidad igualitaria de todas las personas. Incluyendo el transporte público para articular, vertebrar y desarrollar las áreas rurales, y considerando medios alternativos al coche dentro de la ciudad; en este sentido hay que pensar en el nuevo uso de los espacios de circulación liberados.
En el centro de nuestra ciudad poco importa que la calle Real sea accesible si queda cortada por la Plaza de Armas, que permite el paso de vehículos, compartimentando la accesibilidad de las calles en tramos. Tampoco se comprende la accesibilidad a determinados edificios públicos por entradas secundarias, como ocurre en nuestro ayuntamiento. Ni que abramos Ferrol al mar, pero en Curuxeiras dejemos una barrera de coches aparcados delante de las terrazas, limitando, no solo la accesibilidad física, sino también la sensorial, pues sentados no podemos ver el mar.
¿Qué problemas vemos? Desde falta de coordinación hasta dispersión normativa
La falta de coordinación entre los diferentes agentes que participan en los procesos de construcción de estos entornos. La dispersión normativa, tanto urbanística como de accesibilidad, al tener competencias todos los niveles de la administración.
La falta de formación y/o sensibilidad tanto entre el funcionariado público como entre el personal de la empresa privada. Y una participación ciudadana en la regulación normativa y en la gobernanza que se reduce, en la mayoría de los casos, a las elecciones convocadas cada cuatro años.
Sirva de ejemplo de lo recargado que está el cuerpo normativo de la edificación en nuestro país, que, para redactar un informe sobre la obligatoriedad de aseos accesibles en locales comerciales pequeños, hay que consultar y dominar, al menos, 12 disposiciones legales o normas (lo digo por propia experiencia)
¿Quién está obligado? Los ayuntamientos y el resto de administraciones
Los municipios deben ser la referencia para trabajar conjuntamente entre las distintas administraciones públicas y organizaciones y para resolver problemas que impliquen su aplicación a escala; incluso con una articulación supramunicipal que abarque la cohesión del territorio en su globalidad.
El Gobierno y la Xunta deben legislar y los ayuntamientos deben fomentar, incorporar, activar y aplicar políticas que fomenten la igualdad de oportunidades de todas las personas y garanticen su bienestar y autonomía.
En este sentido, a finales de 2014 la Xunta publicó en el DOG la Ley 10/2014 de accesibilidad que establece un plazo de 2 años para aprobar el reglamento que la desarrolle y el código de accesibilidad. Pero han pasado más de 10 años desde ese mandato y sigue en vigor el reglamento aprobado por el Decreto 35/2000, totalmente desfasado en relación a los estándares que reclama la sociedad, pues tiene 25 años de antigüedad.
Además, hace casi 3 años que el Colegio Oficial de Arquitectos de Galicia presentó sus alegaciones al proyecto de decreto que aprobará ese nuevo reglamento sin que tengamos noticias del proceso; hay que decir también, que tanto la ley como el borrador de reglamento contienen errores groseros en lo que respecta a accesibilidad en la edificación.
Desde aquí quiero instar a la Xunta de Galicia y a la Dirección General de personas con discapacidad, a que publiquen cuanto antes un reglamento de accesibilidad que dé respuesta a todo lo comentado, correctamente.
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