REBECA COLLADO | Ferrol | Jueves 30 junio 2016 | 12:25
Ánxela Barros, Adrián Coira, Ana Cotelo, Manuel de la Fuente y María Prieto son estudiantes de la Escuela Universitaria de Diseño Industrial del Campus de Ferrol y artífices de un proyecto de viviendas de bajo coste para refugiados, que competía en el certamen internacional de diseño What design can do. Refugee challenge.
Aunque no fueron seleccionados para la semifinal, ahora se centran en buscar financiación para convertir su trabajo de clase en un proyecto real. Bajo el nombre de DASY, la iniciativa busca hacer más fácil el acceso a una casa a estas personas en situación de vulnerabilidad antes de que se les conceda una vivienda definitiva.
Ánxela Barros explica que «una vez acabadas las clases y teniendo el proyecto ahí, no queríamos que solo se quedara como un proyecto académico sino que buscamos un modo de sacarlo adelante y hacerlo real». Así que buscaron concursos y encontraron el citado certamen, al que se anotaron y probaron suerte.
Adrián Coira explica que el proyecto «consiste en un sistema de alojamiento modular para los refugiados en el momento en el que llegan a nuestros países, antes de recibir el asilo definitivo». Una casa temporal que se puede instalar y recoger rápidamente.
«Al ser modular se puede adaptar a distintos usos, como una pequeña escuela, un pequeño centro médico, o para la función que fuera necesaria y que requisiera de estar protegido de las inclemencias del tiempo», señala Coira, que destaca la versatilidad de la instalación.
Barros añade que se trata de un proyecto que incorpora un sistema de montaje innovador, «diseñamos un sistema de cajas desde las cuales se desarrollan unas láminas como de persiana, de forma que, a través de unos railes se monta toda la infraestructura». Añadiendo diferentes piezas, como una estructura que la eleva del suelo y cauchos aislantes, se consigue una caseta a partir de piezas modulares que facilitan el transporte.
Aportar su granito de arena
El propósito de la iniciativa es mejorar las condiciones de vida de los refugiados, «que no estén en la calle o en las típicas tiendas de los campos de refugiados. Queríamos dar una solución a este problema», apunta el estudiante. «Buscamos poner nuestro granito de arena desde nuestro ámbito académico del diseño industrial y pensamos qué podíamos hacer nosotros», relata Coira.
Barros confía en darle visibilidad a la idea y que pueda dar lugar a otras que se lleven a la práctica. «De hecho, el concurso apoya y fomenta la unión de varios equipos de diferentes países para crear ideas a partir de las que ya presentamos», comenta la estudiante.
Ahora se encuentran inmersos en la búsqueda de financiación para poder sacar adelante su proyecto. Una iniciativa solidaria, innovadora, económica y con sello ferrolano, que sin duda se merece una oportunidad.
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