
JOSÉ MARÍN AMENEIROS | Sábado 29 junio 2013 | 22:22
Pocos lugares hay que amen tanto la música como Cedeira, donde raro es el niño, adolescente, joven o mayor que no percuta, sople o acaricie algún instrumento. Por eso la villa inauguró este sábado un monumento dedicado a este arte, así como a todos aquellos cedeireses que lo han practicado y lo practican. Fue en un acto breve pero emotivo, con discursos de Leopoldo Rubido, alcalde de la localidad; Bernardo Fernández, el escultor de la figura que ha cedido desinteresadamente al municipio; y, cómo no, actuaciones musicales.
“Cedeira es un pueblo hondamente musical”, decía Leopoldo Rubido, no sin antes haber agradecido a Bernardo el haber tallado la escultura para toda Cedeira. El hacedor de la estatua, un arpa sobre un pedestal con varias inscripciones dedicadas a la música y los músicos, se mostró emocionado tanto durante las palabras de Rubido como en su propio discurso. Bernardo reivindicó el carácter alegre de los cedeireses, y aprovechó para proponer el recuperar la tradición del canto. El alcalde, por su parte, hizo asimismo mención a varios ilustres músicos de la historia cedeiresa, como Gerardo Villabrille, Rogelio de Leonardo, Emilio Álvarez Prado o Eduardo Lourido.
Pero, sin duda, lo más emocionante y tierno del evento fue asistir a la actuación de los más pequeños músicos de la villa. El benjamín grupo de acordeones puso el punto de partida al acto con una suave melodía. Después, rapaces y rapazas de cuatro años de edad, miembros del conjunto Buxainas, colocaron el babero al público con unas canciones, toque de panderetas y un baile al son de las gaitas, todo dedicado al autor de la escultura. Además, estos pequeños fueron los encargados de descubrir posteriormente el monumento, que se hallaba oculto bajo una lona.
Antonio Rodríguez, músico de la villa miembro de la banda de gaitas Robaleira, fue el encargado de clausurar la inauguración vistiendo el aire con las notas de su gaita. Todo un homenaje que desde ahora permanecerá para siempre representado en el monumento frente al Centro Sociocultural, en honor a la música. “Si ella nos faltara, la existencia se tornaría más difícil de sobrellevar”, zanjó Leopoldo Rubido.
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