ALEXANDRE LAMAS (Psicólogo) | “Esa cabeciña…” | Miércoles 8 abril 2015 | 12:47
¿Cómo puede ser que los alemanes obedeciesen tan ciegamente a Hitler?, ¿cómo puede ser que no hiciesen más para impedir el holocausto?, ¿podría pasar eso ahora, en nuestro país? A principios de abril de 1967 unos alumnos del instituto Cubberly High School en San Francisco le hicieron estas preguntas a su profesor de historia Ron Jones. Lo que sucedería en la siguiente semana a raíz de esa pregunta, ha pasado a ser historia por si mismo.
Por aquel entonces, el Cubberly High School era una de las mejores escuelas del país, lleno de alumnos con gran conciencia social inmersos en la efervescencia hippie de la época, de la que San Francisco era su epicentro. Jones, que había sido escogido por su carácter innovador, aplicaba una enseñanza experiencial, es decir, quería que los alumnos experimentasen las cosas por si mismos en lugar de simplemente explicárselas.
Ideó una experiencia para responder a las preguntas de sus alumnos. El lunes 3 de abril de 1967, al llegar a clase, Jones había cambiado su habitual actitud afable y sonriente por un tono serio y autoritario. Bajó la iluminación del aula y puso un poco de música de Wagner. Escribió un lema en la pizarra: “Fuerza mediante la disciplina”. Propuso un juego: todos los alumnos salían de la clase, a su señal debían entrar y sentarse en sus pupitres lo más rápidamente posible con la espalda recta.
Jones afirmaba que esta postura mejoraba la oxigenación y con ello la capacidad de concentración y por lo tanto el rendimiento. Comenzó a alabar la disciplina como forma de mejorar el rendimiento. También les indicó que todos deberían llamarle señor y que al hablar para la clase deberían ponerse de pie junto a su pupitre. Las repuestas a sus preguntas deberían ser formuladas con solo tres palabras. Los alumnos habitualmente menos participativos se implicaron más en la clase.
Después de ese primer día el profesor Ron Jones había dado por concluido el ejercicio. Al llegar el martes a clase, cual será su sorpresa al encontrarse a todos los alumnos de pie junto a su pupitre en posición de firmes. Jones decidió continuar para saber hasta a dónde le llevaría el experimento. Improvisa un nuevo lema para complementar al otro: “Fuerza mediante la comunidad”.
Les habla a sus alumnos de la importancia de construir algo juntos, de apoyarse mutuamente, apeló a esa sensación primaria ancestral de ser parte de algo más grande que uno mismo, de sentirse parte de un grupo, de sentirse uno con los demás. Sus alumnos reaccionaron emocionados. Se inventó un nombre para su “movimiento”: La Tercera Ola, que en la jerga surfista de California hacía referencia a la idea de que de una serie de olas, la tercera es la más fuerte.
Entre todos crean un saludo: la mano formando una C a imitación de la forma de una ola. A partir de ese momento, todos tienen la obligación de saludarse de esa manera, dentro y fuera del aula. Jones entiende que para hacer más fuerte el “movimiento” debe eliminar la crítica, por lo que prohíbe a los miembros de la Tercera Ola reunirse en grupos de más de dos fuera del aula, nombra a tres alumnos como “informantes” cuya misión será delatar a los que atenten contra los principios de la comunidad.
Los otros alumnos no conocen la identidad de estos tres agentes. Además, los que más se impliquen en el experimento serán recompensados con un sobresaliente y los que no se impliquen solo con un aprobado. Si alguien desobedece o trata de rebelarse, será suspendido, expulsado a la biblioteca y aislados de los demás. Pero si su revolución triunfa, los revolucionarios obtendrán un sobresaliente.
El tercer día por la mañana los alumnos en la clase han pasado de 30 a 43. Los “informantes” delatan a los compañeros que incumplen las normas y lo que es más sorprendente, otros alumnos que no han sido designados como informantes también delatan a sus compañeros. Jones declarará sorprendido: “Conocía todo lo que hacían mis alumnos, incluso las conversaciones que tenían con sus padres, lo que se decía en los baños, todo.”
Un nuevo lema se suma a los otros: “Fuerza mediante la acción”. Se crean “comités informativos” que tienen por finalidad dar a conocer el movimiento a otros alumnos fuera de la clase y del instituto. Algunos testigos afirman que estos “comités informativos” los presionaron para que se unieran y al negarse fueron amenazados y zarandeados. La noche de ese tercer día La Tercera Ola contaba ya con 200 miembros, alumnos de otras clases e incluso de otros institutos.
El cuarto día, el número de alumnos en la clase era de 80 y no había pupitres para todos, muchos tuvieron que asistir a la clase de pie. El profesor Jones tiene otro lema: “Fuerza mediante la visión”. Visión de futuro, visión de grandeza. El profesor hace una revelación inesperada: la tercera Ola es real, es un movimiento de nivel nacional que aspira a alcanzar la Casa Blanca y devolver al país el orgullo perdido, resolver la guerra de Vietnam y reinstaurar el orden social.
Se convoca una reunión en el salón de actos para el viernes a la que deben asistir todos los miembros de La Tercera Ola, en esa reunión conocerán al candidato nacional. Se produce entonces un fenómeno de euforia entre los alumnos. Ese mismo jueves el responsable del periódico del instituto, comienza a hacer preguntas para publicar un artículo sobre La Tercera Ola, pero nadie quiere hablar. El miedo está en el ambiente.
Él mismo ha declarado que unas horas después de intentar que alguien le respondiese a sus preguntas, varios miembros del movimiento lo acorralaron en la sala del periódico, donde según sus propias palabras: “le zurraron hasta dejarlo sin aliento”. Otras muchas personas han declarado cosas semejantes, miembros de la Tercera Ola les pegaron por criticar el movimiento.
La Tercera Ola decide crear un grupo de seguridad para proteger a su líder el profesor Jones, los cuales deben vigilarlo permanentemente tanto dentro como fuera del instituto. Los alumnos que participaron en la reunión del viernes recuerdan que había una gran expectación en el ambiente. Más de 200 personas llenaron el local, sobre el escenario solo había un televisor.
El profesor Jones apareció rodeado de su guardia personal, hizo que todos se pusiesen de pie y comenzaron a repetir los lemas del movimiento. Después les ordenó que esperasen la llegada del nuevo líder. Encendió el televisor y se fue. Los testigos comentan que en el televisor no había señal, solo ruido blanco. Estuvieron esperando durante unos 20 minutos. Entonces apareció una imagen en la televisión, era un discurso de Adolf Hitler ante una multitud.
Jones irrumpió de nuevo en el salón. Esta vez estaba solo. Se dirigió a todos lo congregados y les mostró su terrible decepción por los acontecimientos de los últimos días, por cómo se habían comportado ellos y él mismo, les dijo que por supuesto todo era falso y que no existía un movimiento a escala nacional. También les dijó que daba por respondidas las preguntas que sus alumnos le habían formulado la semana anterior.
Algunos alumnos comenzaron a llorar, Jones abandonó el salón y los alumnos salieron tras él en silencio.La vergüenza de los alumnos fue tan grande que no comentaron nada sobre lo ocurrido hasta años después. Se creó una gran controversia en los medios al preguntarse cómo era posible que algo como aquello sucediese en un barrio de clase media-alta, entre jovenes inteligentes y bien formados, con familias acomodadas y bien integradas.
Ante el revuelo, Jones fue despedido e inhabilitado. Sobre lo ocurrido ha declarado: “Mi ego se infló, me sentí más poderoso, con más mando y me gustó”. De hecho fue su mujer en una conversación el jueves por la mañana la que le dijo que tenía que dejar el experimento, sus palabras exactas fueron: “Tienes que parar esto Ron, es muy peligroso”.
Hasta donde podría haber llegado La Tercera Ola si Ron Jones no hubiese decidido detenerla es algo que es difícil de imaginar, pero sin duda este experimento vino a demostrar que la posibilidad de que una sociedad democrática se convierta en una sociedad fascista está siempre presente. Es imposible captar todo lo ocurrido en aquellos días en este breve artículo, si queréis saber más, aquí os dejo el enlace a un documental sobre aquella extraña semana.
Alexandre Lamas es psicólogo y ejerce profesionalmente en Ferrol, para más información podéis visitar su página web pinchando aquí.
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