JOSÉ BARCIA TUCCELLI | Motivación para el cambio | Martes 29 diciembre 2015 | 17:45
Nadie discute la importancia de dedicar esfuerzos a la promoción de la salud, en un intento por posibilitar los mayores niveles de calidad de vida en nuestras sociedades, que como sabemos, hemos enfermado a raíz de unos hábitos desajustados respecto a nuestra propia naturaleza.
Así, la falta de ejercicio físico conocido como sedentarismo, los malos hábitos en relación con la alimentación, los ritmos a los que sometemos a nuestras vidas, la soledad que nos rodea y nos amenaza, etc, han hecho emerger las políticas para prevenir estos estados que nos acarrean multitud de perjuicios tanto a nivel individual como colectivo.
Una vez dicho esto, no cabe duda de que la oferta de posibilidades para que cualquiera de nosotros podamos practicar deporte se han venido incrementando de manera notable en los últimos tiempos, pero de igual manera y corriendo a la par de esta excelente noticia, nos encontramos con un dato que a los profesionales de la Educación Física y del Deporte nos tendría que hacer reflexionar; y es que nos enfrentamos constantemente con personas que entran y salen del mundo deportivo sin tener un período mínimo de práctica que les aseguren el tan deseado beneficio para su salud y para sus vidas.
Muchas personas, demasiadas para muchos de nosotros, escogen lo primero que les presentan, lo que les aconseja cualquier conocido, lo que ven en las revistas o lo que practica el famoso de turno sin pararse a pensar si lo que están haciendo podrá reportarles algún punto de bienestar. Estamos en una sociedad de consumo y el ejercicio físico es un servicio más que se puede consumir, lo compramos, lo probamos, si nos gusta repetimos y sino buscamos otra cosa.
Pero, ¿es realmente interesante mantener este tipo de comportamiento? Evidentemente no. Una persona tendrá que tener un mínimo de carga de ejercicio con una intensidad mínima y durante un período también mínimo para poder obtener alguna mejora a nivel de su salud física; y a su vez, ejecutarlo de manera adaptada a sus características para evitar perjuicios.
Por otro lado, esta forma de consumo nos pone en el riesgo de que la persona que no logre encontrar nada que lo enganche termine pensando que el ejercicio no es para ella, que se autoconvenza de que será mejor dedicar su tiempo de ocio a otras distracciones; cayendo de nuevo en el sedentarismo y en sus muchos y graves perjuicios.
¿Qué podemos proponer para tratar de evitar que esto siga sucediendo?. Lo primero es buscar aquel ejercicio que se acomode a nuestro estado y condición física actual, no la que teníamos hace un año o dos, ni pretender hacer lo que hacíamos en otras etapas de nuestra vida.
Por otro lado, y dentro de este punto, es importante que el tipo de ejercicio que escojamos respete nuestras características y posibilidades físicas, nos referimos a tener en cuenta posibles lesiones o limitaciones funcionales, su carga a nivel de coordinación, de flexibilidad, de fuerza, si el ritmo se puede ajustar a nivel individual, etc.
No todas las personas tenemos por qué hacer lo mismo cuando nos ponemos las zapatillas deportivas, no tenemos por qué ir a las mismas clases dirigidas ni hacer las mismas rutinas de musculación que nuestro compañero o amigo. No todos tenemos por qué vestirnos igual, ni hablar ni comportarnos de la misma manera, porque somos personas diferentes y hay que respetar este fundamento básico para lograr adaptar nuestro propósito por probar algún tipo de práctica a nuestras posibilidades reales.
Claro que es importante e interesante el reto personal, ese deseo de buscar algo que nos mueva, que nos sirva para disfrutar de todo nuestro ser, pero demostrando primero una capacidad de control sobre nuestro impulso y sobre nuestros actos para lograr dirigirnos de manera correcta hacia un objetivo alcanzable que nos dé la posibilidad de avanzar hacia otros más ambiciosos a medio plazo.
Si abandonamos en el primer intento no vamos a poder explorar nuestras capacidades y habilidades físicas. Si nos estrellamos contra nuestra práctica tardaremos más tiempo en volver a probar. Avancemos un poco más y nos encontraremos con otro escollo. Demasiadas personas nos dicen que hacen ejercicio por obligación, porque se lo ha prescrito un médico, porque tiene una lesión que lo limita en exceso, porque si no hace ejercicio engorda mucho, porque la estética manda, etc.
Tenemos que encontrar aquella práctica que nos guste, que nos motive; porque si hacemos ejercicio sin ganas terminaremos por abandonar o haremos de nuestra práctica un suplicio desagradable y tampoco eso es lo que se busca, porque hablamos de calidad de vida y este concepto nos remite a una percepción subjetiva de bienestar algo que nos desagrada no es beneficioso, por tanto no nos sirve.
Vamos a buscar y encontrar aquello que nos transmita alegría y gusto por el movimiento, que nos ayude a ilusionarnos pensando en repetir la experiencia. Hay muchísimas posibilidades de elección, si realmente nos ponemos manos a la obra seguro que vamos a encontrar una opción que se ajuste a nuestros gustos.
Por último, creemos que resulta también imprescindible que lo que estemos haciendo, que lo que nos propongan, tenga sentido. Nos referimos a que todo el mundo copia aquello que funciona, pero lo copia a su manera. De esta forma nos encontramos con propuestas que carecen de sentido y que por eso mismo serán una más de esas prácticas que pasarán sin pena ni gloria por nuestras vidas, el tiempo suficiente para que el gestor de turno se percate de que sus sesiones no cuentan con seguimiento.
No es la manera de transmitir el mensaje en el que insistimos en los muchos beneficios del ejercicio físico, entre otras cosas, por las razones que venimos desarrollando a lo largo de estos párrafos de opinión. Estamos llegando a fechas clásicas de elaboración de propósitos, así que reformulemos aquel tan repetido de “hacer ejercicio” por uno que diga “hacer ejercicio todos los días y a lo largo de todo el año”. Seguro que cuando volvamos a vivir este período el año próximo estaremos mucho más sanos y seremos sin duda más felices.
José Barcia Tuccelli es licenciado en Educación Física y en Psicología y tiene una amplia experiencia en el campo del ejercicio físico, la salud y el deporte de rendimiento. Para más información podéis visitar su página de Facebook.
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