RAÚL SALGADO | @raulsalgado | Ferrol | Lunes 9 septiembre 2013 | 19:30
Son tiempos en los que Siria abre informativos y llena portadas, tanto por luchas políticas como por atrocidades sin parangón. No son problemas recientes, pero es ahora cuando su situación está en boca de muchos.
En un lugar básico al estudiar quiénes somos y de dónde venimos, Juan Luis Montero Fenollós y Eloy Taboada echaron raíces ferrolanas en Oriente Próximo. El Proyecto Arqueológico Medio Éufrates Sirio (Pames) propició desde 2005 avances muy relevantes al plantearse esas preguntas básicas. Un equipo de investigadores desveló los penúltimos secretos de los yacimientos de aquel país.
Desde este lunes, parte de ese trabajo se exhibe en la Casa de Galicia en Madrid, hasta el próximo día 29. Tras un periplo por parte de Galicia, las instantáneas que componen «De Uruk a Asiria. Arqueología gallega en la cuna de la civilización» han encontrado el complemento más adecuado.

Se trata del montaje audiovisual «Bienvenido y cien flores para ti. Un viaje personal a Siria», del también ferrolano Jesús Busto. Un guiño cómplice a la población infantil de uno de los rincones que más sufre.
El proyecto
Hace ocho años, Montero Fenollós, afincado en la urbe naval, se unió a Taboada para afrontar su primer viaje al valle medio del Éufrates, en Siria. El primero, profesor de Historia Antigua en la facultad de Humanidades de Ferrol; el segundo, fotógrafo. Fascinados por la Historia, las siguientes visitas hicieron que la curiosidad y los hallazgos fuesen a más.
La veintena de imágenes que ahora se ven en la capital española ya se mostraron en la Fundación Novacaixagalicia del Cantón de Molíns hace casi dos años. Ya entonces, los promotores de la iniciativa asumían que lo peor estaba por venir y que la convulsa situación del país podría alargar la espera hasta el siguiente viaje mucho más de lo deseado. Se cumplieron aquellos augurios.
¿Qué se ve en esas fotos? Un sueño hecho realidad. Gracias a un acuerdo de cooperación científica entre España y Siria, respaldado por el Ministerio de Cultura, la Universidade da Coruña, el CSIC, la Xunta de Galicia o el Concello de Ferrol. El Gobierno sirio también puso de su parte.
Excavaciones
El objetivo estaba claro: estudiar la región de Deir ez-Zor, una sección del valle del Éufrates. Lugar estratégico como frontera política y cultural en la época preclásica en el que se pudo investigar en torno a las primeras culturas protourbanas.
Eso, al principio. Más tarde, los imperios Asirio Medio y Bizantino pasaron por sus manos. El particular cauce del emblemático río no lo ponía fácil, al igual que tampoco ayudaban las escasas referencias a las que poder agarrarse antes del inicio del trabajo de campo. Las últimas prospecciones arqueológicas en la zona databan de 1984.
Lejos de las grandes urbes de los países que ahora se reparten esa porción de terreno, fue frontera común para los antiguos reinos de Mesopotamia. Montero Fenollós lideró las investigaciones sobre la herencia de la Edad de Bronce en la región, ampliando progresivamente la superficie objeto de análisis.
El reino de Mari
La garganta de Khanuqa o el yacimiento de Tall Qabr Abu al-Atiq están marcados en el mapa como puntos asombrosos sobre los que gira una labor muy ambiciosa. Tras los rastros del palacio de Mari y los límites territoriales de su dominio, consta que el reino mariota, fundado hacia el 2900 antes de Cristo, fue base económica desde la que se controlaban los intercambios por vía fluvial entre Siria y Mesopotamia.

Con las primeras averiguaciones, ya se concretó la localización de yacimientos preclásicos, de los años 4000 a 2000 antes de Cristo. Lo que quedaba de la antigua ciudad bizantina de Tall as-Sin sirvió para conocer las costumbres cotidianas de sus habitantes y cómo se desarrolló la expansión del imperio asirio en el siglo XIII antes de Cristo.
Fue, además, con apariciones que no eran menores. Una pequeña acrópolis, una «ciudad baja» a modo de atalaya sobre la garganta de Halabiya, un cementerio con once tumbas y adornos como anillos, pulseras o colgantes, vinculados con las primeras culturas islámicas.

Entre llanuras y oasis en medio del desierto, de un edificio destruido por un incendio sobrevivieron vasijas de cerámica o tablillas cuneiformes. Hoy serían documentos administrativos, pero tienen más de 3.200 años de antigüedad. Lo más probable es que aquellas llamas tuviesen una explicación: los avances militares de los enemigos.
Hallazgo excepcional
Son «los primeros textos procedentes de un lugar medioasirio del valle del medio Éufrates», dijeron los protagonistas del excepcional hallazgo. La colaboración con Siria permitió que esas tablas pasasen a manos del Museo de Damasco para su posterior restauración, al igual que se hizo con vasijas representativas de la alfarería administrativa, «estandarizada bajo control imperial».
Las piezas recogidas en Tall Qabr Abu al-Atiq datan de los años 1300 a 1250 antes de Cristo, fase inicial del período asirio. En ese mismo entorno, se confirmó el trazado amurallado de un enclave poblacional. El único ejemplo de ciudad de «plan circular» conocido en la zona.
El tren no se ha detenido todavía, pero el conflicto que vive la república presidida por Bachar El Asad impide nuevas excavaciones y más descubrimientos. Cuando las sonrisas regresen, pies ferrolanos podrán recorrer de nuevo la tierra prometida. Tienen claro qué hacer: conocer más sobre los reyes asirios del siglo XIII antes de Cristo o la «segunda revolución urbana» del valle.
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