MARTA CORRAL | Ferrol | Sábado 23 diciembre 2023 | 17:12
El día que se vaya, y esperemos que sea dentro de mucho, Fernando García Cadiñanos podrá decir en su adiós que se despide «un ferrolano más», al modo de Carlos Vicente. El obispo de la Diócesis Mondoñedo-Ferrol se ha convertido en una figura casi omnipresente en las calles, las celebraciones religiosas y los eventos importantes. Él, humildemente, dice que lo que intenta es «hacerme presente», trasladar que el suyo es un obispado vivo, cercano, consciente del pulso social. Decía el exalcalde Ángel Mato sobre él que había sabido «leer muy bien la ciudad» y cito aquí esta frase porque resume perfectamente una de sus virtudes.
Pasará la Navidad junto a su madre y sus hermanos en Burgos, y Fin de Año en Mondoñedo, «el lugar donde el tiempo se detiene», dice evocador del sitio que vio nacer a Cunqueiro. Pero antes, tal y como se ha instaurado en los últimos años, recibió el obispo a los medios de comunicación en la Domus de Ferrol el pasado jueves para invitarnos a desayunar. Café, zumos, fruta y bollería para entablar una charla en la que vuelve a quedar patente que es un hombre que disfruta de la conversación cercana y, aunque sin poder evitarlo, no gusta de estar en el foco.
«No tengo exclusivas», dice para romper el hielo, entre risas. Nos agradece el trabajo, nos advierte sobre el daño de los «titulares sensacionalistas que provocan fractura social», nos pide que comuniquemos que el nacimiento de Jesús está próximo. Y comienza un balance del que se dice «sorprendido» cuando lo preparaba junto a Carlos Alonso Charlón, el eficiente y racinguista responsable de comunicación de la Diócesis: «Hemos hecho muchas cosas en 365 días, ¡cuántas noticias hemos generado! Y siempre en positivo, que albergan esperanza para la sociedad», valoraba el obispo.
Caridad, patrimonio y la Iglesia del futuro
Ha empezado enumerando la aportación en materia social, de caridad, destacando la puesta en servicio de un piso en Canido para que las personas que están cumpliendo condena puedan tener acogida durante sus permisos penitenciarios y colocar así la primera piedra de su reinserción. También habló de los corredores humanitarios que ha puesto en marcha la Conferencia Episcopal para la inserción laboral de personas migrantes, así como los programas enfocados a la infancia, haciendo hincapié en la necesaria protección ante abusos sexuales «que hay que erradicar».
En el ámbito cultural y patrimonial, García Cadiñanos ha destacado el trabajo de divulgación que se realiza en la Cátedra puesta en marcha en colaboración con la Universidade de A Coruña, que supone un «puente entre la fe y la razón». Se detuvo en el ambicioso programa de puesta en valor y restauración de la catedral de Mondoñedo, que empieza a abrir al público muchos de sus secretos, como los Salones Góticos o sus colecciones. Mencionó también a su flamante nuevo organista, el mugardés Carlos Fernández Bollo. Repasó asimismo las novedades en las obras de Dolores, que se prevén concluidas en diciembre de 2024, con el parón necesario en Semana Santa para usar el corralón.
Recordó además que también se han hecho mejoras en Santa Rita de Xuvia y que, precisamente, está expuesto estos días en San Julián el reloj restaurado, obra de Andrés Antelo, que también se encargó del que marca las horas en la Berenguela compostelana. Sus manillas volverán a andar ahora para «que en Ferrol no nos paremos», sonreía el obispo satisfecho. «La Iglesia tiene tesoros que no son de la Iglesia como institución, sino de la Iglesia como pueblo de todos, por eso hay que cuidarlos, hacer ese esfuerzo», sostiene Cadiñanos, destacando el trabajo del equipo de obras de Mondoñedo-Ferrol.
Habló también de las acciones de la Diócesis para sostenerse en el futuro, como la reorganización en cuatro arciprestazgos, dos en la provincia de A Coruña y otros dos en la de Lugo. Y aplaudió la presencia de unos 60 jóvenes de la Diócesis en la JMJ de Lisboa, lo que significa que «la Iglesia tiene futuro», recordando en este punto la ordenación del nuevo diácono, Salvador Calvo-Berenguer, además de la presencia de cinco seminaristas en el Seminario. Avanza también que en enero comenzará a visitar todas las parroquias para «hacerme presente».
Amboage, su rincón favorito
No puedo evitar preguntarle, antes de sacarnos la foto de familia que puso punto y final al desayuno, qué es lo que más disfruta de la ciudad. «Disfruto mucho con mi quehacer, pero Ferrol me gusta sinceramente. Cuando se habla de ese pesimismo ferrolano… A mí me gusta su urbanismo, me gusta disfrutar con las fiestas… Estos días está precioso con la iluminación y el ambiente», ha empezado diciendo el obispo, reconociendo simpático que «hay días que se te cae el alma a los pies cuando el sol no nace, como estos dos meses de lluvia que hemos tenido».
«Me gusta mezclarme con la gente, situarme en los lugares a los que me invitan y soy bienvenido. Y donde no soy bienvenido también me hago presente como un ciudadano más», sostiene, escogiendo la plaza de Amboage como su rincón favorito, seguida del puerto: «Un lugar precioso de Ferrol, te tomas un café o un vino y es una gozada. Sobre todo estos días de Navidad y en Semana Santa, pero también en verano, poder ir a la playa en traje de baño y que nadie te conozca», concluía García Cadiñanos con una pincelada de humor, una de las armas que le han valido convertirse en el obispo ferrolano del consenso, del que todo el mundo habla bien, el que ha caído en gracia.

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