MARTA CORRAL | Ferrol | Miércoles 18 noviembre 2020 | 14:50
El autónomo necesita salir de casa. Ellos lo saben porque lo son y porque esto del teletrabajo que ahora está tan de moda les generó un hartazgo importante cuando ya llevaban un tiempo trabajando en su salón. Por eso abrieron Estudio Abierto (calle María, 90, Ferrol) hace algo más de siete años, un lugar hecho a la medida de su forma de ver la vida, de gestionarse, y de ser felices.
Tienen, dicen, «otro concepto del éxito» y no están dispuestos a asumir el alto coste vital de convivir a diario con el estrés y la falta de tiempo libre. Por eso se han quedado en Ferrol. También porque se sienten en deuda con el sitio que les vio nacer, porque tienen claro que el talento y los buenos proyectos surgen igualmente aquí y porque las grandes ciudades «se cobran la vida».
Si tú también mantienes esa filosofía de vida quizás puedas trabajar junto a Alicia Seoane (fotógrafa y periodista), Alberto López Porta (arquitecto) y Catu Martínez (videógrafa y artesana) en su coworking situado en el centro de Ferrol. Los dos primeros echaron a andar este espacio concebido para trabajar como si uno estuviese en el salón de su casa y Catu se ha unido a ellos hace pocas semanas al haber quedado algunas plazas libres.
Un espacio rehabitado y revitalizador
Cuando todavía podían verse los no convivientes y compartir un café, quedamos en el Lusitania. Allí recordaron, en mitad de una calle Real repleta de esos hola qué tal que ahora se dicen en la distancia y detrás de las mascarillas, que Estudio Abierto arrancó en la Fashion Night de mayo de 2013. Alicia tenía ganas de trabajar fuera de casa y pidió el consejo de Alberto para plantear el espacio.
Se convirtieron entonces en el primer coworking de Ferrol y siguen siendo el único que apuesta por una estética que huye del oficinismo. Después de rebuscar algo que fuera factible económicamente y respondiese a su idea, dieron con el local que había albergado Casa Castro, un hospedaje y casa de comidas que regentó la familia de la actriz Cristina Moreira. Desde que lo transformaron para hacerlo suyo han pasado por allí las mesas de trabajo de unas diez personas.
«Han sido compañeros con actividades muy variopintas, pero la mayoría han sido trabajos creativos. Diferentes, pero con cierta conexión entre ellos. De hecho, han surgido colaboraciones entre nosotros», recuerdan Ali y Alberto, valorando que las profesiones que implican más creatividad siempre suelen ser más propensas a las sinergias.
Las ventajas de no trabajar en casa
Catu llevaba trabajando en casa ocho años porque era reticente a buscar un espacio fuera, pero ahora está encantada de separar el lugar de trabajo del lugar vital: «Básicamente veo que rindo mucho más y que disfruto más en el hogar». Sus compañeros asienten. Les pregunto por qué siguen en el coworking y no se han ido solos y la respuesta es unánime: «Porque estamos a gusto».
«El autónomo necesita salir de casa. La gente que siempre ha trabajado fuera, puede que lo añore; pero cuando trabajas en casa llega un punto en el que necesitas separar. No puedes pasarte meses trabajando y viviendo en el mismo espacio», afirma Alberto, añadiendo que «si yo el día de mañana crezco y necesito contratar gente puede que busque un estudio para mí solo; pero como tampoco es algo que yo quiera… Yo así soy muy feliz. Contratar gente implica trabajar más».
Catu tampoco se plantea el lanzarse sola aunque muchos la animen a montar una tienda con su marca La Vaca Lucera: «Yo no tengo esa visión. Mi forma de vida es esta, sin estrés y haciendo lo que quiero. Tampoco pretendo contratar a no ser que me llegue un pedido enorme de vacas luceras, pero no creo [ríe]. A la vez soy mucho de cooperativa, de hecho yo no soy autónoma sino que pertenezco a Andaravía porque siempre me ha gustado más compartir espacios, proyectos comunes… Me siento más segura que individualmente».
«Levantarte y salir de tu casa, además de que separas lo familiar del trabajo —que es fundamental—, te requiere de una higiene, vestirte para ir a trabajar, tomarte un café fuera de casa, encontrarte a alguien por la calle… Te permite también tener una vida exterior en base al trabajo y apostar por él al pagar por un espacio, aunque sea casi simbólicamente como aquí. No es estar en casa y pensar que si un mes no curro no pasa nada… Te pone un chip de que hay que producir y generar trabajo», valora Alicia.
Ella también pone encima de la mesa el tema de la gestión del tiempo, otra de las debilidades de los autónomos que trabajan en casa: «Te permite establecer unos horarios mucho mejores porque tú te generas una rutina y eso repercute en la salud mental, en el bienestar, en la felicidad. También el hecho de estar solo o acompañado en la tarea. Prefiero mil veces compartir, pedir opinión y que me la pidan. Que nos animemos en los días malos. Aquí a veces ponemos música y bailamos».
Alberto subraya otro de los puntos fuertes del estudio: «Si nosotros tuviésemos tres locales en vez de uno, con nuestro estilo de vida en el que prima el tiempo libre con respecto al trabajo, estaríamos obligados a ir siempre. Aquí hay días lluviosos en los que, a lo mejor, te quedas en casa y no pasa nada porque, unos por otros, damos vida al espacio y siempre hay gente».
Un salón abierto y lleno de vida
«Nunca quisimos que fuera como un vivero de empresas, como los que hay en los polígonos. De hecho, quisimos huir de eso, lo tuvimos claro desde el principio. Una cosa es alquilar oficinas y otra, que es la que hacemos nosotros, es generar un espacio en el que trabajar tan a gusto como en casa pero con las ventajas de salir a la calle. Si te das cuenta, el estudio es un salón. Te da la sensación de estar en un hogar, entrañable, no es un espacio laboral hostil».
Cada uno se lleva un poco de su casa a la oficina. Cada cual trae su mesa, sus cosas para hacer su propio sitio y estar cómodo. El diseño del interior ha buscado esa heterogeneidad y también ha tenido en cuenta que «Estudio Abierto es el nombre de un lugar que está abierto de verdad». Cuando solo habíamos oído la palabra pandemia en el cine, la calle María 90 albergaba talleres, exposiciones, presentaciones de libros, sesiones vermú, mercadillos y todo tipo de encuentros.
Hay que decir que cuentan con la complicidad y la comprensión de la propietaria a la hora de desembolsar la mensualidad en los tiempos que corren, algo para destacar y aplaudir que a ellos también les ha facilitado ajustarse a las posibilidades económicas de cada persona que compartía con ellos el espacio. «No somos un estudio a la factura que hay que rentabilizar y en el que se busca el beneficio. Somos un persona a persona».
«Cada espacio tiene la esencia de las personas que lo habitan. Nuestra idea era generar, rehabitar la ciudad y también dar una alternativa de cultura y ocio. Que este sitio no fuese solo un lugar de trabajo, sino también para presentar un libro, hacer un recital de poesía u otros eventos para grupos pequeños. Estudio Abierto tiene la misma escala que nuestra manera de ver la vida y el trabajo. Pequeñito, para gente que prima la vida personal y la laboral, no solo la laboral».
El éxito de quedarse
Nacidos a principios de los ochenta y trabajando en Ferrol de lo que les gusta, por elección propia, los tres son una rara avis en la ciudad de la que todo el mundo parece querer huir. ¿Por qué se han quedado? «Me gusta, me siento cómoda, la llevo en las venas. Estudié Cinematografía y me fui a Madrid buscando una oportunidad. Duré tres meses. Me dije: ‘¿yo quiero esta vida?’. Si no buscas ese trabajar, trabajar, estrés esto es maravilloso», dice Catu.
Alicia, con su pequeña Sofía al lado, añade que es un sitio estupendo para criar y que te permite una vida más sostenible. «Vivir en una ciudad grande, con más costes y más facturas, te implica entrar en un ritmo más insostenible. No tienes que estar con el agobio de ganar tanto dinero porque aquí no es tan caro y la tasa de productividad cambia. Además, la apuesta por esto pasa porque es un sitio muy virgen, con muchas posibilidades y unas propuestas culturales sorprendentes».
«Una persona que quiera venir a Estudio Abierto tiene un concepto de la vida que va más en la línea de ‘voy creando mi trabajo, tengo un espacio, una vida feliz, un sitio tranquilo y a nada que vaya proyectando puedo vivir sin tener necesidad de escalar mi empresa’», anticipa Alberto. Las personas que han pasado por el coworking con otro tipo de ambición se han acabado yendo: «Es muy respetable y nos gusta que haya gente que primero pase por aquí y que luego desee eso. No obstante, si el estudio sigue abierto es porque hay otros que seguimos teniendo otro concepto del éxito que nada tiene que ver con el volumen sino con la calidad», completa Alicia.
Inevitable, en este punto, no hablar de la metáfora del irse a Madrid. De esa especie de complejo con el debemos lidiar los que hemos decidido quedarnos aquí y tenemos que pagar un precio inevitable: responder a esas preguntas ridículas de los que se han ido cuando vuelven de vacaciones, ¿y no te aburres?. «Es la idea del gallego que siempre triunfa fuera. Aquí hacemos las cosas igual de bien que fuera pero hay poco orgullo, poco amor para decir ‘me quedo aquí’, y esto es igual de exitoso que estar en Madrid malviviendo», precisa Ali.
«El éxito —sea cuál sea— puede venirte a los 50 años o no llegar nunca. La diferencia es haber vivido bien o no. El coste vital es más elevado. El gallego que se fue a hacer las Américas se ríe por primera vez cuando vuelve y acaba de construir su casa aquí», ironiza Alberto. El arquitecto añade también que «cuando necesitas lo que no te da Ferrol, porque obviamente ese cosmopolitismo que te da la gran ciudad no lo tenemos, te vas un fin de semana a Madrid y ya está».
A Alicia le entristece «ver el lugar que te ha dado la posibilidad de vivir y que tú no le devuelvas nada. Yo sí que siento esa deuda con Ferrol» y recuerda que desde aquí se puede conectar igualmente con todo lo que se hace fuera, «no estamos aislados». No se olvida, tampoco, del «amor y el talento que se pone en el trabajo»: «Hay muchos que venden humo porque están en un estudio de no sé dónde. Se confunde el talento con vivir en Madrid o en un sitio pequeño. Aquí puedes volcar amor en lo que hagas y hacerlo a tu ritmo, siendo honesta contigo misma y con los demás».
Si tú también sabes que el éxito no pasa por irse a Madrid y necesitas un espacio en el que poner tu mesa de trabajo, puedes ponerte en contacto con Estudio Abierto a través de su Instagram o en el teléfono 675 866 746. Desde aquí ya te vamos dando las gracias de antemano por haber apostado por Ferrol.
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