JOSÉ RAMÓN CAAMAÑO | Ferrol | Lunes 26 agosto 2013 | 20:46
“Mucha lucha”. Tras más de 30 horas sin dormir, este es el resumen que el pasado domingo hacía Óskar Méndez, organizador del Foundation Reggae Festival, de los once años de trayectoria de un evento que, a la vista de lo acontecido este fin de semana en el paseo marítimo de Xuvia, no se sabe si se resiste a terminar una lenta agonía, o si por el contrario ha encontrado un lugar desde el cual resurgir hasta llegar a ser lo que fue.
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Eran las seis de la tarde del sábado cuando sonaron los primeros acordes en un escenario por el que han pasado figuras de la talla de Beres Hammond o Toots Hibbert, auténticos estandartes de un género que nació en Jamaica allá por finales de los años sesenta. Y aunque dentro del recinto se agolpaban ya varios centenares de personas, la asistencia durante las dos jornadas que duró el festival no colmó las expectativas de los trabajadores y voluntarios de la Asociación Cultural Negus, responsable del evento.Según Méndez, “esperábamos más respuesta del público, pero somos conscientes de que en septiembre, cuando lo hacíamos antes, ya se había acabado el verano y había menos fiestas. Ahora tendremos que sentarnos, mirar el balance de este año y planteárnoslo como un empezar de nuevo”. Y ante estas palabras, la pregunta es obligada: ¿qué ha convertido a este festival de reggae, pionero en Galicia y referencia a escala nacional, en un león que pelea por sobrevivir?
Todo comenzó en el año 2011, cuando tan sólo dos meses antes de la celebración de la XI edición, el Concello de Culleredo decidió retirar su apoyo. Era tiempo de elecciones municipales y de cambios en la candidatura socialista, que gobernaba este pequeño municipio de la ría de O Burgo. Celestino Poza, hasta ese momento concejal de Cultura, anunció su marcha, y con ella el principio del fin de una estrecha colaboración que consiguió reunir a miles de amantes de la música jamaicana año tras año.
El PSdeG-PSOE renovó su victoria, y el primer obstáculo no tardó en aparecer. “Ya teníamos todo cerrado para sacarlo adelante”, cuenta Óskar. “Sólo esperábamos la confirmación para ya sacar los carteles. Pero nos empezaron a dar largas. La nueva edil dijo que al no existir nada firmado, no tenían ningún compromiso con el festival. Ni siquiera quiso reunirse con nosotros”.
Derivados a la concejalía de Fiestas, y citados en un bar para la reunión, comprobaron que lo mejor era continuar la lucha por otro lado. Sin servicio de limpieza, sin apoyo económico y con una menor explanada de hormigón en lugar de la antigua localización del evento, el Foundation emigró a Miño, que ofrecía para celebrarlo un lugar junto a la playa. Nada más. “No nos dejaron ni la luz, tuvimos que meter como cinco generadores para dar servicio a todo el festival”.
Y como las desgracias no siempre vienen solas, un diluvio como no había caído en once años mermó considerablemente la afluencia al recinto, con cientos de personas esperando en los coches, muchas de las cuales ya se habían marchado cuando se reanudaron los conciertos. Al año siguiente, Miño volvió a ofrecer las mismas condiciones, pero con las pérdidas sufridas la organización no podía asumir los gastos. De allí, al Coliseum (Sala O Túnel) coruñés, ya con taquilla al disponer también de menos recursos por parte de los patrocinadores.
Propuesta de continuidad en Xuvia
Para el 2013, y después de visitar la práctica totalidad de ayuntamientos en cien kilómetros a la redonda, Narón aceptó colaborar con el Foundation y puso a su disposición el paseo marítimo de Xuvia para celebrar los conciertos. ¿Pero por cuánto tiempo?
Mientras que la organización habla de una propuesta de continuidad de tres años, desde la concejalía de Cultura naronesa no confirman el trienio, pero sí que afirman que “en principio la colaboración seria la misma: el espacio, el enganche de luz y otros servicios que se les han suministrado”. ¿Y existen posibilidades de financiación? “Eso tendríamos que ver una vez presentasen el proyecto y se vea cómo va funcionando la cosa. No podemos decir que sí ni que no, todo depende del presupuesto anual que hubiese”.
El Foundation afronta desde este último fin de semana un nuevo año en el que, contando con un espacio a su disposición, el margen de maniobra es mucho más amplio que en los últimos tiempos. Sin embargo, su camino de espinas durante los dos últimos años es una llamada de atención para todos los festivales minoritarios que se celebran en el territorio nacional.
“Al final es una cuestión de confianza. Muchos concellos llevan años trabajando con las mismas empresas y ya saben cómo trabajan. Cogen el teléfono, les comentan las fiestas que tienen y la empresa les ofrece un paquete a un precio determinado. Ves que desde las fiestas del pueblo más pequeño hasta las de A Coruña siempre están las mismas personas. En vez de preocuparse un poco más por la cultura, lo hacen porque les den el trabajo hecho, y no dan cabida a nuevas ideas”, afirma Méndez.
Y como recordó la organización a lo largo de la jornada del sábado, que la cosa funcione depende en gran parte de los amantes de la música. Al igual que llevan haciendo otros festivales y ellos mismos durante los últimos años, el Foundation hizo una llamada a la responsabilidad de todos los asistentes y les recordó que la subsistencia de este tipo de eventos necesita de más personas que consuman en los recintos, y de menos que vayan “a hacer botellón y buscar un fin de semana barato. A mucha gente le da lo mismo que esto continúe o no. A mí si no me gusta la música no voy al festival, pero si voy es porque me gusta, intento ver al grupo de cerca e intento ayudar no trayéndome todo de casa”.
Un gran día de música
Después de un viernes pasado por agua al son de la música de Fanfarria Taquikardia y de diversos Sound System, el sábado era el día grande del festival. Unión, armonía y buen ambiente para una jornada soleada en la que el Foundation presentó un cartel que, si bien carente de artistas de renombre, sorprendió a más de uno por la calidad de las actuaciones, que en conjunto reflejaron lo que hasta el día de hoy ha sido la evolución de la música reggae desde sus inicios.
Rebel Roots, una joven banda ferrolana, abrieron el escenario con una mezcla de new roots y dub más trabajada y profesional que en sus anteriores actuaciones en el festival, acercándose cada vez más a ese sonido jamaiquino que tanto cuesta conseguir a las bandas del circuito nacional. Tocaron de primeros, pero sonaron como una de las mejores bandas. Acto seguido, los gallegos The Skarnivals desplegaron su potente y eléctrico directo, con unos temas cargados de compromiso social y en los que el ska, el punk y el folk se entrelazan por donde pueden.
Intercalándose con actividades diversas en una pequeña tarima frente al escenario, los conciertos continuaron para dar paso a Skarallaos, una banda que se está haciendo un nombre en España y que viene de girar por Países Bajos o Alemania. Sin llegar a la explosividad de sus antecesores, confirmaron durante una hora de repertorio la calidad de todos sus integrantes y la variedad de estilos por los que están influenciados.
Ya entrada la noche, Ganjahr Family fueron los encargados de recordarnos a todos los asistentes por dónde se mueve el reggae en la actualidad, atrayendo a mucha gente del hip hop a una vertiente llena de fuerza y rabia como es el dancehall. Un directo potente y de mucha gravedad sonora, al que siguió la actuación de Fly Katanah.

El toque roots y de color lo trajeron Goymamba, una banda joven con dos voces femeninas muy compenetradas que devolvieron la calma al recinto, y que dieron paso a Global Warning, cabeza de cartel de esta edición, que desplegaron una fusión de música y estilos que mezcla el sonido africano con uno más elaborado, similar al de bandas como Steel Pulse. Y ya para quemar las últimas naves, Skazofrenia se hicieron con el escenario y pusieron el broche final a la noche.
Para Méndez, “está claro que este año teníamos limitaciones, pero estamos muy contentos con todas las bandas. Estoy seguro de que escucharemos hablar de ellas, como hoy en día se escucha a Morodo, que tocó en la segunda edición del Foundation cuando nadie los conocía. Eso también nos llena de orgullo, ir descubriendo cosas que a lo mejor dentro de dos o tres años están pegando fuerte”.
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