MARTA CORRAL | Ferrol | Sábado 30 septiembre 2023 | 13:30
Cualquiera que conozca mínimamente a Fernando Dopico sabrá que en este preciso momento está tirando del pitillo un poco más de lo habitual en él. La causa de su inquietud no son los nervios a pocas horas de que comience el homenaje que le han organizado desde el Real Coro Toxos e Froles (Auditorio de Ferrol, 20:00 horas, entrada gratuita), ni siquiera que este sábado sea también, «por pura coincidencia», su 61 cumpleaños. Culebras lo que lleva mal es que no le han dejado organizar absolutamente nada, asiste casi a ciegas y él, calculador y previsor donde los haya, no está acostumbrado a este rol.
«A mí de estatua no me gusta estar», nos decía divertido al otro lado del teléfono este jueves, explicando que «me han dicho que hay un tema final, una muiñeira, que tocan las tres agrupaciones y me dejarán a mí también», se resigna. Ha intentado poner sobre el papel el discurso de agradecimiento que pronunciará desde el atril, pero tampoco ha sido capaz y lo hará de memoria, prometiendo ser breve aunque ni él mismo se lo acaba de creer: «A ver lo que me dicta el corazón». Antes, actuará la Banda de Xinzo de Limia, la Banda de Gaites de Candás y el Real Coro.
«Para mí todo esto es una sorpresa mayúscula, se llevó con total hermetismo», confiesa, sintiéndose por un lado «incómodo», pero por otro «enormemente agradecido». Arturo Lamas, presidente del Coro, propuso en Asamblea que la entidad reconociese la labor de Dopico entregándole el Toxo de Ouro, pero el distinguido pensaba que se le entregaría en el aniversario del decano de los coros gallegos, que se celebra anualmente en el Jofre. Sin embargo, abren con esta cita la primera edición del Festival Outras Músicas Tradicionais y empiezan homenajeándolo a él.
Del 19 a Retrincos
«Siento una contradicción. Por un lado, estoy muy agradecido por el Toxo de Ouro y este festival, que para mí tiene un gran componente sentimental; pero por otro lado soy reticente a que se me reconozca y hayan hecho todo esto a mis espaldas. Lo han magnificado, no hay para tanto», valora Dopico, que es maestro de gaita y percusión, además de investigador. Cientos, o quizás miles, de alumnos y alumnas han pasado por sus aulas, tremendamente exigentes, con la importancia que supone la siembra de la tradición en las nuevas generaciones.
No todo el mundo sabe que Dopico llegó a la música casi por causalidad. Recuerda cómo una grave enfermedad estomacal que sufrió en la infancia y casi acaba con su vida hizo que los médicos les recomendasen a sus padres que lo metiesen en una agrupación juvenil. «Yo ya era un niño rural en Santa Icía y a mi hermano y a mí nos metieron en la OJE, pero estuve poco tiempo antes de irme al Grupo Scout 19, donde tuvimos ese primero contacto, nos compraron una gaita y un tambor en El Niño Judío».

Era su hermano el que estaba llamado a seguir en la música, pero finalmente fue Dopico el que más se interesó en las lecciones de un primer maestro, músico del Tercio Norte, que sus padres contrataron para darles clases. «De aquella la música tradicional, la que hacían los cuartetos, estaba grabada en casete y sacábamos las piezas de oído». Empezó en la Banda del 19 y siendo muy autodidacta, hasta que Tonecho Varela lo animó junto a unos amigos a montar Retrincos, su primera agrupación, en el 77.
Los maestros del maestro
Otro músico del Tercio Norte, Saturnino Beceiro, les dio las primeras nociones de solfeo y con aquel grupo tocó hasta mediados de los ochenta. Al llegar a Compostela para estudiar, se encontró con otro de sus grandes maestros: Xan Vello Mallou, de Cantigas e Agarimos: «Él me enseñó una técnica de gaita muy diferente a la que había en Ferrol por aquel entonces, me puso en forma musicalmente». En esta etapa, en la que también pasa por Terra Meiga y Donas e Galáns, viaja a Italia y conoce allí el folk irlandés, recuerda, abriéndose un nuevo horizonte hasta el momento desconocido.
«Fue en el 92 cuando desde el Coro llamaron a Francisco Vázquez Fontenla, el jefe del Grupo 19, para que me trasladara si quería ir como maestro a refundar las Escuelas, que estaban desechas. Yo dudé, pero Mallou me dijo que fuera de cabeza», relata Dopico, que en solo dos años fue capaz de revertir la situación hasta tal punto que tuvo músicos del nivel suficiente como para poner en marcha la Banda Terra de Trasancos, organizar congresos y devolver el esplendor a la institución.
Llegó en 1998 la posibilidad de dirigir la Escola Municipal de Gaitas e Tambores de Xinzo de Limia, una actividad que sigue ejerciendo en la actualidad, además de haber sido también director de la propia banda, como así lo fue de la de Candás entre 2001 y 2004. Entremedias, la creación del grupo Baila na Criba con el propio Arturo Lamas, Eliseo Zaera y Andrés Tojeiro, y el éxito acompañando a Hevia en aquel recordado Tierra de Nadie con su Busindre Reel: «La discográfica no daba un duro por este tema, se metió de relleno, y fue el pelotazo».
Sacando dos veces a flote las Escuelas del Toxos
«Siempre fui socio del Coro, me desvinculé a raíz de varias problemáticas, pero en 2010, cuando Arturo fue elegido presidente, me llamó con la idea de volver a revitalizar las Escuelas. Los que habían estado casi matan al Toxos, ahogado en deudas. Cuando llegamos había tres o cuatro alumnos, pero hemos sido capaces de reflotarlo de nuevo y que goce de la buena salud que tiene en la actualidad», valora el maestro, que también está vinculado a la formación de percusionistas en la Agrupación Musical Virgen de la Amargura.

Sus hijos, Ana y Iago, han curso Arpa Clásica, pero no han ido por los derroteros musicales de su padre, algo que no ha escatimado en orgullo hacia ellos. «Esto me coge a desmano, no quería algo así, pero seguro me emocionará ver a mi familia allí, a mi madre, será lo más tierno. También a toda esa gente que vendrá de sorpresa, que hace años que no veo. Este esfuerzo que ha hecho el Coro, tanto económico como humano, no lo puedo pagar», agradece Fernando Dopico.
Sembrando Galicia en la distancia
En más de un siglo de música tradicional corriendo por sus venas ha habido «momentos muy desagradables y duros, pero son muchos más los buenos recuerdos y las anécdotas. Hay una anecdotario muy grande, muy amplio. La gente se te acerca y siempre te recuerda cosas nuevas». Entre aquellas iniciativas de las que ahora, haciendo balance, se siente más orgulloso, está la creación en Xinzo de un coro de personas con capacidades diferentes y la siembra que hizo dando cursos a migrantes gallegos fuera de Galicia: «Argentina, Nueva York, México o Suíza, con tres grupos a los que les guardo mucho cariño: As Xeitoxiñas de Zürich, Rosalía de Castro en Cornellá y la Casa Galega de Hospitalet».
Acostumbrados a los homenajes tardíos que nos dan tan bien en este país, que se reconozca la implicación y el buen hacer de Fernando Dopico cuando todavía tiene fuelle para rato es para agradecérselo al Real Coro Toxos e Froles. «Hasta que llegue el momento del homenaje no puedo prever cómo reaccionaré», dice el homenajeado, sin ser muy consciente de que aquellos que lo conocen saben que, bajo la coraza de la disciplina y la organización, de esta paciencia que a veces se le escurre por las costuras, de la mirada contrariada cuando escucha a alguien desafinado, Cule también es un tipo que se emociona. Desde aquí, nuestra más sincera enhorabuena.
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