REBECA COLLADO | Ferrol | Jueves 17 marzo 2014 | 11:00
Todos tenemos un trono o imagen favorita de la Semana Santa ferrolana. Algunos son de San Juan, otros de Nuestra Señora de las Angustias, otros del Cristo de la Luz y de la Buena Muerte, o de Nuestra Señora de los Cautivos o del Santísimo Cristo del Santo Entierro. Y cada uno tiene sus razones: religiosas, artísticas o la simple y llana de «me gusta porque sí».
Luego está el tema del trono en sí mismo, además de la imagen. En Ferrol contamos con verdaderas obras de arte, como la Santa Urna del Santo Entierro, del año 1891; el trono de la Virgen de Dolores o el del Ecce Homo, entre otros. El patrimonio de imaginería en Ferrol es variado, valioso y muy antiguo, en algunos casos. Las cofradías apuestan por conservar sus piezas, pero también incorporan poco a poco algunas nuevas. Es el caso este año de la Virgen de la Esperanza, de la Cofradía de Dolores.
Sabia nueva y frescura se mezclan con veteranía y experiencia en la Semana Santa. Ferrol360 entrevista a dos bandas al escultor de la nueva Esperanza, José María Hurtado, y a Alfredo Martín, escultor del trono del Ecce Homo y creador de la Passio. Novedad y tradición de la Semana Santa.
La Cofradía de Dolores confió al escultor sevillano José María Hurtado la creación de una de las imágenes más queridas de nuestra Semana Santa: la Virgen de la Esperanza. Una tarea cargada de responsabilidad que Hurtado asumió con «exigencia y seriedad», como lo hace con todas sus obras.
La sensibilidad y vocación del escultor se dejan ver en los rasgos de la nueva Esperanza, impregnados de dolor y confianza en que todo saldrá bien. Una dualidad expresiva a la que llegó pensando en aquellas personas que «no están pasando por un buen momento y siguen luchando cada día para salir adelante».
FERROL360– Esta Semana Santa hemos visto procesionar por primera vez a la nueva Virgen de la Esperanza de la Cofradía de Dolores. ¿Cómo fue el proceso de creación de la imagen?
JOSÉ MARÍA HURTADO– En la Santísima Virgen de la Esperanza, como en cada obra que realizo, la esencia reside en plasmar una expresividad que transmita un sentimiento a los cofrades y a los espectadores que la contemplen. Para ello, ha sido importante centrarme en dos factores esenciales: por una parte, quería respetar el sentimiento de dulzura que ya existía en el corazón de sus portadoras, «las niñas»; y, por otra, realizar una obra sincera y personal que realmente transmitiese Esperanza.
Recuerdo cómo comencé a imaginarme el rostro de una madre que sufre ante el dolor de su hijo y plasmar en su mirada la Fe y Esperanza que mueven su corazón. Sus ojos llenos de lágrimas se encuentran entornados, como quien atisba una luz en medio de una inmensa oscuridad, haciendo que sus cejas curvadas por el dolor se ciñan en su entrecejo para representar la entereza de la Virgen María.
En el caso de las imágenes de vestir, al encontrarse casi completamente cubiertas por ropajes, toman un especial protagonismo la expresividad, y significado las manos. Por este motivo, no he querido dejar pasar la oportunidad de reflejar en ellas esta dualidad entre sufrimiento y la certeza de que al final todo va a salir bien. Mientras en su mano izquierda el dedo anular nos lleva hacia el sentimiento de su corazón, la derecha sujeta el pañuelo, elevándose hacia la cara como preludio de la palabra de Dios y desaparición de las lágrimas.
Para llegar a este análisis, fue necesario ahondar en mis propios sentimientos, pensar en la gente cercana, que como tantas otras personas y familias no están pasando por un buen momento y siguen luchando cada día para salir adelante. Teniendo ese punto de partida, comencé a elaborar pequeños bocetos en barro donde no eran importantes las facciones exactas, ni el profundo estudio estructural, anatómico y estético de un modelo definitivo, sino precisamente la búsqueda de esa expresividad tan importante en las imágenes devocionales, y que serán el alma de la misma. Fueron varias las composiciones que realicé hasta encontrar la acertada y ponerme a trabajar con el modelo definitivo.
El modelo del que hablamos servirá para llevar a cabo la obra definitiva; siempre lo realizo en barro, ya que esta materia no solo permite corregir y trabajar con tranquilidad mientras que se mantenga húmeda, sino que posee una plasticidad idónea para replantar la suavidad y sutileza de la piel. Este sería el boceto definitivo que vería la Junta de Gobierno de la Cofradía, y el que más tarde trasladaría a la madera como soporte definitivo de la imagen que se acaba de presentar.
360– La Virgen de la Esperanza es muy querida en Ferrol, sobre todo entre sus portadoras. ¿Supone mucha responsabilidad hacerse cargo de un trabajo de estas características?
JMH– Como bien dices, era y sigo siendo consciente de la importancia y repercusión de la nueva Virgen de la Esperanza para Ferrol. Importante para la Cofradía de Dolores, para sus portadoras, para su tercio y hasta para la ciudad de Ferrol, que este año se estrena con la mención de Semana Santa de Interés Turístico Internacional. Estas circunstancias han configurado un escenario muy especial. Es por eso que me siento muy agradecido a esas personas que han depositado su confianza en mis manos.
Pero también he de ser sincero, he trabajado como lo hago en cada obra. Realizar imágenes devocionales es mi vocación y es muy serio teniendo en cuenta todo lo que estas representan. Por eso, siempre intento poner lo mejor de mí, con independencia de donde provenga el encargo y cuales sean las circunstancias que lo rodean. Todos los proyectos que he realizado anteriormente los he llevado a cabo con el mismo nivel de exigencia y seriedad; el ejemplo más cercano está en la Virgen Redentora de los Cautivos, que realicé para la Cofradía de la Merced de esta ciudad. Y, por descontado, seguirá siendo igual en los nuevos proyectos.
360– Viajaste desde Sevilla a Ferrol para asistir a la presentación y bendición de la Esperanza. ¿Cómo fue ese momento?
JMH– Impresionante, por la puesta en escena, pero sobre todo por la parte emotiva. Tiene mucho significado para mí que fuese bendecida por el Señor Obispo don Manuel Sánchez Monge y el que Ferrol me hace sentir como en casa; la gente me demostró su afecto y hasta valoró como algo positivo ver en mí una persona emocionada por la acogida de su obra y poco acostumbrado a los aplausos.
360– Quienes la han visto aseguran que es preciosa. Tienes a todo el mundo encantado. ¿Esperabas una acogida tan buena?
JMH– Por mi parte, intento mantener los pies en la tierra mientras trabajo y no dejar volar las ilusiones, para mantenerme concentrado. Pero es cierto que ahora puedo decir que la acogida ha sido extraordinaria y que parte importante se debe al trabajo que ha realizado la Junta de Gobierno, su Mayordoma y las portadoras. Han trabajado duro preparando cada detalle de la presentación y fue muy importante para mí sentir la emoción de Ferrol con la Santísima Virgen de la Esperanza.
360– Este año hemos visto procesionar dos obras tuyas: la Virgen de la Esperanza y Nuestra Señora de los Cautivos. ¿Cuáles son las diferencias y similitudes entre ellas?
JMH– Ambas representan nada más y nada menos que a la mujer en la que Dios Padre puso sus ojos para que fuese la Madre de Jesús; por tanto, ambas buscan la belleza y perfección en representación de lo divino. Ambas son imágenes pasionales, representan el dolor de la Virgen ante el sufrimiento de su hijo, pero al tratarse de advocaciones distintas cada una transmite un sentimiento y momento distinto. La Redentora de los Cautivos mantiene una gestualidad más calmada, convirtiéndose en un dolor más hondo, mientras que en la Santísima Esperanza el sentimiento se pronuncia más en sus rasgos dotándola de fuerza.
Pero algo peculiar de mi obra es que entiendo que para ganar expresividad debo buscar las facciones más idóneas. El dolor de la Redentora de los Cautivos es más emocional, expresándose a través de rasgos más marcados y agudos, propios de una mujer madura capaz de reconfortar a aquellos cautivos. La Virgen de la Esperanza se vuelve niña para dulcificarse y contrarrestar esa fuerza de la Fe que expresa para contagiar de Esperanza a quien la mira.
Cada obra requiere de unas connotaciones y un tratamiento distinto y eso es lo que me mueve a entregarme al máximo en cada proyecto. No encontraría motivación en realizar siempre las mismas facciones, en ser previsible. Creo que, aun así, la personalidad y la impronta siguen permaneciendo y se siguen reflejando en mis imágenes.
Alfredo Martín lo es todo en la Semana Santa ferrolana. Fundador de la Cofradía de la Orden Tercera, de la Banda de Granaderos, autor de la Passio y del trono del Ecce Homo que procesiona el Domingo de Ramos y el Domingo de Resurrección. Un artista todo terreno y, sobre todo, comprometido.
La Passio de Alfredo Martín escenifica la Pasión de Cristo a través de mil figuras de barro policromado, ataviadas al estilo oriental y encuadradas en nueve dioramas. Las escenas de la Pasión de Cristo están retratadas con un gran realismo gracias a la precisión del autor. Desde el año 2013 no se expone la obra porque «o no se interesan o no tienen medios tampoco», reconoce el autor.
FERROL360– ¿Cómo surgió la idea de hacer la Passio?
ALFREDO MARTÍN– Yo hago el Belén de la Orden Tercera y eso me dio la idea de hacer la Passio. Siempre hacía las figurillas del Belén y pensé en hacer también la Pasión de Jesucristo para expresar su emotividad con figuras y vista por dioramas o pasajes. Cada pasaje tiene una profundidad de 7 u 8 metros. Se ven a través de una ventanilla y son casi mil figuras. Es una obra que la expuse en los Cantones de Coruña y en algunos puntos fuera de Ferrol.
Pero es algo para lo que necesitas ayudas y francamente yo nunca las tuve. La Passio siempre fue gratis porque siempre hubo quien la patrocinara, pero el año pasado y éste no la hago porque o no se interesan o no tienen medios tampoco. Para transportarla se necesitan dos camiones que van cargados de material y de maquetas.
360 – ¿Con la declaración de Interés Turístico Internacional confía en que se pueda exponer de nuevo la Passio?
AM – Quizá se pueda pensar en recuperarla, pero tampoco tengo ya demasiado interés porque si no veo ansia por ninguna parte de que se haga… Sin embargo, después cuando la hago todo son elogios, incluso salió en el Nodo; siempre sale en la prensa y hay colas para entrar a verla.
Algunos me han ayudado, como Caixa Galicia; pero, por ejemplo, la Diputación en la vida se interesó. Los grandes dirigentes y políticos venían a verla, pero ninguno dice: «Vamos a echarle una mano», y ahora ya soy mayor y no voy a ir de puerta en puerta pidiendo. Si quieren que se haga, que vengan a avisar y yo lo monto. Entusiasmo voy teniendo, pero ganas menos.
360 – ¿Cuánto tiempo se tarda en colocar la exposición?
AM – Una semana. Está hecha de tal forma que se pueda hacer pronto, pero hay que improvisar según el local en el que se haga porque, si no cabe todo, hay que ponerlo en otra posición. Lleva unos decorados de fondo y es muy difícil. Es una labor de chinos, yo lo hacía con mucho entusiasmo, pero ahora no tengo muchos ánimos y no veo gente que tenga entusiasmo por que se haga.
360 – Pero Alfredo Martín no sólo ha elaborado pequeñas figuras, también es el autor del trono del Ecce Homo. ¿Cómo fue realizar una obra así?
AM – Siempre me ayudó mucho la Marina. El convento antiguo de los franciscanos tenía unas vigas de madera preciosas y, cuando cambiaron la techumbre y lo fundieron todo en cemento, aquellas vigas se las pedí a un almirante para hacer un trono. De aquella no teníamos trono para el Ecce Homo, que es una de las imágenes más antiguas de Ferrol, ya salía en procesión en 1700 o 1800, es una imagen preciosa.
Había que sacarlo a la calle e hice yo el trono con las maderas del convento. Me ayudaron mucho en el taller de carpintería de la Marina y allí lo trabajamos. Lleva los doce apóstoles, los cuatro evangelistas, 42 columnas con sus capiteles, ornacinas… es uno de los más grandes de Ferrol y más artísticos.
Es el único trono que ha hecho para la Semana Santa, es una cosa que quedará para siempre y de la que estoy muy orgulloso.
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