FERROL360 | Miércoles 7 septiembre 2016 | 13:18
Qué suerte tenemos de vivir en este recunchiño del mundo llamado Ferrolterra, Eume y Ortegal. Si ya sabíamos que nuestras playas son únicas, que la costa ofrece una ventana al mar y al infinito inigualables, y que la riqueza natural y arquitectónica deja con la boca abierta a quienes la conocen, ahora los drones nos dan la oportunidad de maravillarnos aún más con nuestros tesoros.
Si hasta ahora nos habíamos deleitado a golpe de drone con las incomparables vistas del banco de Loiba y la majestuosidad de la costa de Valdoviño, ya podemos sumergirnos en los secretos que guarda el Monasterio de Caaveiro, y de refilón, las Fragas do Eume.
A vista de pájaro podemos contemplar cada rincón del cenobio y descubrir detalles que, desde nuestra altura, pasan desapercibidos. La figura del Monasterio se muestra perfecta, con ese camino entre árboles que invita a subir hasta las instalaciones para recorrer cada estancia.
Y al levantar el vuelo, al subir metros y más metros hacia el cielo, descubrimos un paisaje perfecto. El bosque atlántico que nos hace sacar pecho con cada familiar o amigo que llevamos a conocerlo por primera o décima vez. Verlo así, desde las alturas, consigue que aún nos enamoremos más de él y quedemos atrapados por su belleza.
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