Texto & Foto Lara de la Iglesia | Domingo 16 junio 2024 | 19:15
Ayer el teatro Jofre se deleitó con la representación de «La Flauta Mágica», una de las últimas obras de Mozart. Fue la compañía de ópera Camerata Lírica la que llevó al escenario la fábula del genio austriaco, dando a Ferrol una noche de conexiones temporales: la de la actualidad, en la que se representa; la del Egipto antiguo, de donde se recoge parte de la ambientación de la obra; y la del siglo XVIII, cuando se escribió y estrenó la pieza.
«La Flauta Mágica» narra la historia del príncipe Tamino, que se enamora de la princesa Pamina, hija de la Reina de la Noche, que está secuestrada por Sarastro, el sumo sacerdote de un templo misterioso. La Reina de la Noche le pide a Tamino que rescate a su hija a cambio de casarse con ella, y le entrega una flauta mágica para que le ayude en su misión.
Con la ayuda del pajarero de la reina, Papageno, Tamino entra en el reino de Sarastro. En el camino, se enfrenta a varias pruebas y desafíos, que le hacen superar miedos y demostrar su valentía. Mientras que Tamino y Papageno avanzan en su búsqueda, van descubriendo que las apariencias engañan y que el bien y el mal no siempre son lo que parecen en un primer momento.
La compañía: Camerata Lírica
Los artistas que forman las listas de Camerata Lírica son escogidos de distintos puntos de España, siendo todos profesores superiores en su especialidad. Sobre el escenario se desenvuelven de una forma muy natural, lo que demuestra todo el trabajo y experiencia que tienen detrás, además del talento, claro está.
La representación, dirigida por Iván Martí, cautivó a los espectadores desde el primer momento, con personajes que entraron desde el patio de butacas para la sorpresa de los allí presentes. Los decorados de fábula ayudaban a meterse en la historia, y la adaptación al español de la parte hablada, manteniendo, como es natural, la parte cantada en el alemán original, acercó la narración al público.
La obra es una de las más conocidas y representadas en el mundo de la ópera, con personajes icónicos, como la Reina de la Noche, con su famosísima aria de coloratura «Der Hölle Rache kocht in meinem Herzen» («La venganza del infierno arde en mi corazón»), una de las más representativas de la ópera, y no por ser de las más fáciles.
De hecho, en esta aria aparece la segunda nota más aguda que compuso Mozart para música vocal. También muy reconocible es el dúo entre el hombre-pájaro Papageno y su pareja y versión femenina, Papagena.
Los intérpretes realizaron una actuación fantástica, manteniendo a la gente pegada a sus asientos, esperando más. No sé si a Mozart le hubiera parecido una buena interpretación (espero que sí), pero, por lo menos a mí me lo pareció. Alrededor también se escuchaban comentarios aduladores, como el de una pareja que, en el descanso entre actos, decían que «Habrá que seguir a Camerata Lírica por España».
La única pena que me llevo como espectadora es que no hubiera más intérpretes en el escenario, lo que nos privó de los sacerdotes o de un coro que acompañara a Sarasto en el aria «O, Isis und Osiris» (Oh, Isis y Osiris) y en el pasaje coral «O, Isis und Osiris, welche Wonne» («Oh, Isis y Osiris, qué delicia»). Pero realmente no es algo que afecte a la narración de una forma importante. Camerata Lírica cogió lo que tenía y lo trató para que fuera lo mejor posible, que fue lo que se vio ayer sobre el escenario del Jofre.
La obra
«La Flauta Mágica» es una obra compuesta por dos actos que cuenta con música de Mozart y libreto original de Emanuel Schikaneder, que interpretó a Papageno en su estreno. Tiene forma de singspiel, un género alemán cercano a la opereta con partes habladas, similar a nuestras zarzuelas. Fue la última ópera de Mozart estrenada en vida del compositor, ya que se estrenó el 30 de septiembre de 1791, dos meses antes de su fallecimiento.
La obra nació de la unión de Mozart y Schikander, que pasaban por apuros económicos y buscaban ganar dinero con una nueva ópera. Aunque en un su estreno no tuvo demasiado demasiado éxito, la historia la ha proclamado como una de las óperas más conocidas.
Según apuntan diferentes historiadores y críticos, la obra tiene una importante influencia masónica. Tanto Mozart como Schikander pertenecían a la logia masónica de Viena y, cuando se estrenó la ópera en la capital austríaca, el emperador José II acababa de prohibir la masonería en sus dominios, temiendo su relación con los Iluminados de Baviera.
Muchas de las ideas y enseñanzas plasmadas en la obra están relacionadas con las ideas de la Ilustración, por lo que le vienen como anillo al dedo a Ferrol, sobre todo durante el fin de semana del Festival Ilustrado.
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