MARTA CORRAL | Ferrol | Lunes de Chamorro 2 de abril 2018 | 19:45
No fue hasta las dos y media de la tarde cuando la lluvia hizo su aparición este Lunes de Chamorro, día de la patrona de Ferrol, Nuestra Señora del Nordés. Los romeros del turno de la mañana pudieron hacer tranquilamente su peregrinación, por un camino -el del monte- más enfangado de lo habitual en esta época del año a causa de los aguaceros que nos visitaron esta Semana Santa.
La ciudad presume de festejar la primera romería de la primavera, aunque esta vez se notó menos afluencia de gente que de costumbre, quizás por los nubarrones amenazantes que llegaban por el oeste. Las tradiciones, eso sí, no faltaron a la cita. Venta de velas y rosquillas, entre otros productos de alimentación, ropa y complementos, se agolpaban a los dos lados de la carretera.
A las 13:00 horas comenzaba la misa en la ermita, un templo que data del siglo XVI y está actualmente en manos privadas. Con sus 175 metros de altitud, su enclave ofrece una hermosa vista panorámica de la ciudad, uno de sus mayores atractivos. Precisamente, en las ventanas de su atrio se agolpaban las peticiones y promesas de los ferrolanos en forma de velas. El trajín era constante.
Antes de entrar o al salir, muchos sumergen sus dedos en la pila de agua bendita para después ir a buscar un recodo desde donde ver la procesión y comer algo para reponer fuerzas. Al acabar el acto religioso, comenzaba la procesión de la Virgen, acompañada por un cuarteto tradicional. Con un recorrido de menos de diez minutos, hasta la fuente donde se dice que se ha de beber al menos tres tragos, la talla volvía a su retablo.
«Mirad la cara de la Virgen, mete miedo»
Pocos han pasado por alto el estado de deterioro de la talla de la Virgen de Chamorro. Se trata de una imagen que los historiadores dataron como del siglo XII y de estilo románico. Una imagen de madera que, desde hace bastante tiempo, parece no tener nada que ver con su aspecto original. De un tiempo a esta parte la Virgen permanece en su retablo recubierta por una túnica con la cabeza del niño Jesús asomando.
Su mal estado de conservación y lo que parecen kilos de maquillaje sobre la madera nos devuelve una imagen grotesca del rostro de la Virgen, del que muchos comentaron que «da miedo». Sin duda, un motivo más para no comprender cómo un patrimonio que debería ser de todos los ferrolanos permanece en manos ajenas, sin fiscalizar y con lo que parece el beneplácito de la Diócesis. Al menos, deberían de instar a los propietarios a llevar a cabo una restauración pero, por favor, que no llamen a la del Ecce Homo de Borja.
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