RAÚL SALGADO | Ferrol | Miércoles 8 noviembre 2017 | 20:30
Maldita hemeroteca. Revisar artículos de hace justo un año, cuando Miguel Ángel Tena regresó al Racing tras el despido de Míchel Alonso, permite comprobar que hay cosas que nunca cambian. Temas de los que seguimos hablando tiempo después. Veo reseñas sobre gradas menguantes, como las apáticas de este inicio de temporada en A Malata.
Coinciden muchos en estimar que el silencio que domina en los encuentros es el fruto de una estudiada táctica de desánimo. Una estrategia de falta de incentivos para el público, en lo estrictamente futbolístico y en otros aspectos, que ha acabado por provocar la estampida del respetable o la ausencia de ganas de criticar. Salvo en casos contados.
Los gritos ya fueron más evidentes ante el Cerceda. Eso sí, si hay una falta de palabras particularmente dañina esa es la que implicó a la cúpula del club. No resulta de recibo que una crisis deportiva se encuentre con un discurso nulo. Y no, no vale de excusa que estemos en transición.
Interinidad
Ese período de interinidad a la espera de un salvador al que se está encaramando al Olimpo por no haber nadie al otro lado en la actual directiva. Pero, sin que entrase en previsión, aparece un comunicado oficial. Transcurridas 48 horas desde el último partido.
Tardía reacción, justificada porque a la salida del triste punto contra los de Tito Ramallo esperó un grupo de aficionados. La Policía Nacional vigiló la conversación. Reproches más o menos acertados que esa nota del consejo de administración eleva de anécdota a acontecimiento. El entrenador los encajó con afirmaciones sobre competitividad.
Inquilinos anteriores de la caseta ya han deslizado que ese tipo de apoyo no lo merecieron en su momento. Esa estampa del domingo fue observada en los exteriores de A Malata con caras de desolación por parte de algunos jugadores. Todo esto, sin que hayan llegado los futuros gestores ni se hayan confirmado sus identidades ante la opinión pública.
Apatía
Al tiempo, la apatía se extiende a los datos. Ver al equipo a dos puntos del puesto de promoción por la permanencia no es desalentador, es gravísimo. Ni una medida como réplica. Cero frases para transmitir calma en época de zozobra. A cambio, tono discreto para vender que un empate es un gran mérito. Como medicina para la enfermedad, Joselu.
Aplausos cuando calentaba, esperanza al enchufar sus primeros balones. Pese a todo, una entidad que aspiraba a lo más alto, por mucho que ahora se maquillen objetivos, difícilmente puede encomendarse a un referente único. Se dejaron pasar los meses de su recuperación sin que las soluciones pasasen de ínfimas mejorías. Borradores de un oasis.
Y errores repetidamente conocidos, como mencionar, aunque sea con más tacto que en temporadas anteriores, fallos concretos. Que permiten señalar a jugadores con nombre y apellidos. Aportando, incluso, como argumento que se hizo el equipo poco menos que con lo que se pudo. Las carencias, que siempre salen a relucir cuando las cosas van mal. Antes, ni por asomo.
Espera
Abundando en la teoría de que todo está en el aire y que se esperan acontecimientos mientras el barco se hunde. Como si nada. Aunque no estemos en Primera División, quizá no estemos ofreciendo la mejor imagen. Imagen, esa palabra olvidada. Y tan importante.
Hubo épocas de exceso y ahora no es que no haya una voz tibia que hable por el Racing, es que hay afonía. Que el Racing gane relevancia en medios de comunicación autonómicos o estatales porque su técnico recurra a la testiculina y a citar a quienes ya no están en una rueda de prensa no es una carta de presentación digna de elogio.
Tampoco decir que a la afición no se le dan explicaciones, aunque sea cierto que los superiores ante los cuales rendir cuentas sean otros. Las maneras son básicas. No, los calentones son excusas. Una empresa seria tiene que exigir seriedad a sus empleados.
Panorama
Ahora mismo, desconocemos el simple hecho de que exista esa empresa. Por mucho que algunos altavoces se esfuercen en tapar la realidad y ponerle un lazo. Qué pensarán los que llegan, qué panorama de catástrofe encontrarán. Hay responsables de que vayan a hacerse con un producto francamente devaluado desde que se supo de su interés por desembarcar en el estadio.
Puede que tenga la culpa la prensa, suele ser el recurso más sencillo. Ay, la hemeroteca. Doce meses después, otro curso perdido. Otro año en que se ha perdido la ilusión, muestra de que siempre se puede ir a peor. ¿Aire fresco? A ver cuándo salimos a flote.
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