TEXTO y FOTO: ALICIA SEOANE | Ferrol | Lunes 6 noviembre 2023 | 13:18
Miguel Salas Díaz es una de esas personas que son como un libro abierto. Las letras han estado en su vida desde que tiene uso de razón. El próximo viernes 10 de noviembre presenta su última novela, La madre del frío, en el centro cívico de Canido a las 20:00 horas . Una obra en la que un hombre con poderes paranormales ayudará a resolver un crimen espeluznante y tiene como telón de fondo Ferrol y su comarca. Una trama donde los vivos y los muertos conviven, y leyendas y tradiciones gallegas se recuperan entre intrigas policiales y magia.
La novela tiene aspiraciones de continuidad, con paisajes y atmósferas muy familiares para todos los que somos de este rinconcito. Su trabajo a lo largo de los años ha ido cobrando distintas formas y podemos decir que es incombustible: a Miguel lo puedes escuchar en un pódcast de radio, puedes leerlo en un libro infantil de cuentos, te lo puedes encontrar firmando en un periódico o en unos versos. También ha traducido varias obras al español y ha escrito un libro para fomentar la lectura en adolescentes. Aprovechando la presentación de La madre del frío, nos hemos tomado un café doble y hemos hablado largo y tendido.
FERROL360 – Estás en Ferrol presentando tu último libro La madre del frío, ¿cómo ha sido el proceso de creación de esta obra que transcurre en Ferrol?
MIGUEL SALAS – Esta novela transcurre en Covas, la ha editado Mercedes Castro (editora y escritora de Ferrol) y es una novela negra. He conseguido que la publique una editorial de Barcelona, que se llama Alrevés. La historia transcurre en Ponzos, donde aparece el cadáver de un adolescente, y hay un detective que tiene capacidades un poco paranormales porque ve fantasmas. Es un universo que respira el ambiente de una novela negra pero también con toques de novela fantástica.
El telón de fondo es la comarca: Covas, Ferrol, Chamorro… y muchos espacios de aquí. A través de una muerte, el detective tiene que investigar un caso que lo pone de nuevo en contacto con su vida, así que a la vez que investiga va volviendo a colocar su propia historia. Estoy ilusionado con esta obra porque tanto Mercedes como Gori, el editor de Barcelona, han apostado mucho por esta novela. Esperemos que a la gente le pueda enganchar.
360 – Vamos a dar un salto de lo más reciente hasta el inicio de tu trayectoria, ¿cómo te inicias en el mundo de las letras?
MS – Desde que tengo recuerdos las letras han estado en mi vida, en mi casa siempre han sido muy lectores. Mi padre es filólogo, y también fue editor. Después vino a Ferrol y montó la librería del Campus, que ya está cerrada. Desde muy pequeño he estado rodeado de este universo porque mis abuelos y mis padres son muy lectores. Lo he mamado. Mi única duda fue al terminar el Selectivo si hacía Filología o Filosofía, pero siempre me han gustado los libros. Tengo recuerdos de los primeros poemas que escribí siendo muy niño. Mis padres me leyeron mucho desde muy pequeño y además no se cansaban [ríe]. Mis abuelos maternos y mi abuela paterna son de Ferrol y siempre he estado muy vinculado a Covas, donde pasaba todos los veranos. Así que me siento cobicheiro porque allí he pasado momentos que te marcan la infancia. Una parte de lo que escribo tiene un vínculo con todo este pasado.
360 – Como escritor empezaste con la poesía. ¿Cómo se fue conformando tu faceta poética primero con tu primer libro de poemas La luz y más adelante Almas nómadas, que fue premio Hiperión en 2011?
MS – Empecé muy jovencito a escribir poesía porque quizá sea el género más fácil para arrancarte a escribir mal, pero el más difícil para escribir bien. No es como cuando te sientas a escribir una novela que tienes que pasarte muchas horas delante del ordenador. Para escribir poesía coges un papel y un boli y por así decirlo de entrada, parece, digo «parece», más sencillo. En la adolescencia lo empecé a tomar más en serio, gané algún premio en el colegio… Yo no soy muy constante a la hora de escribir, voy haciendo de forma fluida, escribo por rachas. Pero sin una intención.
En la Universidad de A Coruña tuve la suerte de conocer a David Pujante, que fue mi director de la tesis y es poeta. Ahí entablamos una relación de amistad y esto fue una suerte para mí. Yo acababa de ganar un premio de la Universidad donde él estaba de jurado, así que, de alguna manera, él me apadrinó. Empezó a enseñarme a limpiar mis poesías, a decirme por dónde tenía que cortar o matizar. Él me enseñó a construir un cuerpo formado por poemas, a estructurar y entender un libro. David Pujante era un maestro en todos los sentidos, él cogía a sus alumnos y les enseñaba el oficio, y se involucraba con ellos. De alguna forma con algunos alumnos yo intento hacer lo mismo. En Coruña teníamos montada una tertulia poética en la que también participaba. Más adelante, cuando David Pujante se fue a Valladolid, muchos nos fuimos con él a hacer el doctorado.
360 – Más tarde, te marchas de Valladolid a Italia, y de ahí a Taiwán, desde donde empiezas a publicar artículos en La Voz de Galicia, ¿cómo fue este viaje entre Oriente y Occidente?
MS – En Valladolid había un Máster de Español en Lengua Extranjera, lo hice como posibilidad laboral, y allí enseguida tuve trabajo dando clase a unos alumnos napolitanos en verano. De ahí me avisaron a través de un concurso que salió para lectores en Nápoles, pero estuve poco tiempo, unos seis meses. Ese verano me salió una posibilidad mejor en Urbina, en la zona del Adriático. Después estuve haciendo mi tesis en Ferrol durante un año.
En aquel momento tenía una novia taiwanesa y descubrí que sacaban unas plazas para lectores a través de la AECI en China, me lo dieron y estuve allí dos años, y de ahí otros cuatro en Taiwán. De esto surgieron las colaboraciones con La Voz de Galicia a través del que era director en ese momento, Carlos Agulló, que también es de Covas y conocía a mi familia; es decir, por casualidades, empecé a colaborar escribiendo un artículo semanal, en un blog que estaban haciendo.
360 – En tu primera carta decías bajo las diferencias está el hombre…
MS – Sí, esa era mi primera carta [sonríe al recordarlo]. La verdad es que China es otro mundo y realmente sientes la diferencia que existe entre dos formas de funcionar totalmente distintas. La cultura china no tiene nada que ver con nuestra forma de funcionar. Ellos de base son colectivistas, aunque en muchas cosas se hayan occidentalizado, pero su forma de comprender el mundo es totalmente diferente.
Me llamaba mucho la atención cuando iba a casa de los padres de mi novia cómo, a veces, te encontrabas allí a dos sobrinas viviendo, y a lo mejor era porque en un momento determinado, si una familia no tenía poder adquisitivo, les dejaban a sus hijos a otra parte de la familia. Esta forma de criar allí era absolutamente normal.
A los hijos a veces se les llama no por su nombre si no por su lugar en la familia, a lo mejor hay una niña que se llama Mei que es pequeña y la otra Mei Mei porque es más pequeña; o sea, no es el nombre del individuo, es su rol o lugar que ocupan en la familia.
El día que dejas de generalizar lo que te pasa en un lugar culpando a la otra cultura, es porque ya vas afrontando ese momento de choque intercultural. Tenía un amigo que me decía que todo cambia cuando un día te pasa algo viviendo allí y dejas de decir «¡estos taiwaneses!», y empiezas a verlo como algo particular de un taiwanés.
En un sentido algo de lo que percibimos de otra cultura tiene mucho de lo que es nuestra propia mirada, y si conseguimos afrontar esa adaptación al cambio con una buena actitud, es más fácil que la experiencia se haga más llevadera. La cultura china es acogedora, aunque sea difícil penetrar en un grupo de personas y esto lleve más tiempo, de entrada, en el trato son muy acogedores. Para mí este período fue una escuela como escritor porque era como un ejercicio creativo, buscar un tema del que hablar para cada semana. A veces me pregunto, pero ¿cómo conseguía sacar el tema?
360 – ¿Cómo fue la vuelta a España, tu trabajo como traductor y tus primeros trabajos de ficción?
MS – Desde que volví a España hice varias cosas, entre ellas un librito para niños, Tonino, que es la historia de un pingüino que se va a vivir al desierto porque quiere ser Beduino, publicada por OQO, una editorial gallega, y traducido por Yolanda Castaño, que hizo un trabajo de traducción con mucho cuidado. En este regreso a España estuve trabajando mucho de traductor, y tuve la suerte de traducir a un poeta que me gusta mucho Chesterton. En esta misma línea pude traducir también a otra poeta china que me encanta y aquí no era muy conocida, Li Qingzhao. Ella fue educada como un hombre y escribe sobre el amor, ya que tuvo un marido que tenía que viajar mucho, se queda viuda joven y se tiene que ir al exilio. Es una poeta del siglo XV que es muy contemporánea. Tiene una sensibilidad muy particular, habla de la vida, de la muerte…
Cuando termino todo esto consigo, por fin, terminar una novela: Ni temeré las fieras, que transcurre en Nápoles. Esta historia está basada en hechos que fui relatando, de historias que sucedieron cuando viví allí. Este fue mi primer trabajo de ficción. Me costó mucho escribir esta novela porque no sabía bien lo que iba a escribir. Fue una de esas novelas que hice con brújula. Como dicen en las escuelas de escritores: «Hay dos formas de escribir, con brújula o con mapa». Yo elegí el primer método, dejarme llevar por la intuición sin saber exactamente qué iba a contar. Fue un proceso agotador…
360 – ¿Cómo surge ese encargo de Mercedes Castro (editora y escritora ferrolana), para que escribas (En) plan lector: Sobrevivir a la adolescencia sin dejar de leer?
MS – Mi vínculo con Mercedes Castro fue a través de un amigo y escritor que admiro y que tristemente murió muy joven, Domingo Villares. A él le conocí una noche en Vigo que estaba con el editor de mi anterior libro, coincidió que pude conocerlo y a mí me encantaba su trabajo. Él escribió una trilogía de suspense y novela negra, el inspector Leo Caldas es el protagonista y la obra se va desarrollando en Vigo. Este escritor fue internacionalmente reconocido. Retrata Vigo de una forma magnífica, hay gente que baja de los cruceros que llegan a Vigo con su obra debajo del brazo. Él fue quien me habló de Mercedes Castro, ya que ella edita novela negra. Justamente sus hijos van al colegio en el que yo soy profesor. Y fue ella quién me pide que escriba un ensayo sobre cómo conseguir que los adolescentes no dejen de leer.
360 – ¿Has conseguido que algunos adolescentes se enganchen a leer o al final gana la tablet?
MS – Precisamente este encargo surge en un contexto donde hay cierta preocupación con estos temas, cada vez es más frecuente que chavales que muestran interés en la lectura, cuando llegan a la adolescencia se desconectan y acaban echando mano de móviles o cualquier dispositivo electrónico. Se pasan muchas horas conectados a las redes sociales, que son instrumentos de propaganda y de publicidad, son aplicaciones que están pensados para tener nuestra atención ahí enganchada. Esto vemos que les está triturando su capacidad de atención. En las aulas esto se ve muy bien. Mira en el año 79 un adolescente de 14 años hablaba una media de 90 minutos con sus padres de conversación de calidad, ahora se ha rebajado a 9 minutos.
360 – Esto es alarmante ¿no?
MS – Claro, es que mientras vemos el móvil nos sacamos de otras cosas importantes en la vida. No haces deporte o no sales a la calle e interactúas, o no estás divagando sin hacer nada, que también es importante. Es decir, te resta otras capacidades. El otro día decía un CEO de Apple que sólo se le ocurrían cosas cuando nadaba o corría, y que sospechaba que era porque no estaba conectado al móvil. Además, expone a adolescentes a contenidos complicados de gestionar. Es muy difícil de rastrear el móvil de los hijos. Y a mayores nos tritura la capacidad de atención. Ellos llegan habituados a estar muchas horas a este ritmo que es frenético, desconectados del cuerpo. Ven series a 1,5 de velocidad. La necesidad del estímulo ha crecido y es inversamente proporcional a la profundidad del mismo. Se quedan en la superficie, pero no llegan a la comprensión profunda. Las actividades que exigen mirar dentro o silencio, no son capaces de llegar a ellas. Pero estas actividades son justamente las que pueden revertir la tendencia. «En el futuro la capacidad de concentración será el nuevo cociente intelectual», decía el profesor navarro Ramón Teluri.
360 – ¿Y qué crees que podemos hacer como padres para revertir esta situación?
MS – Pues darle importancia al silencio, a ir eliminando estímulos. Los niños viven empachados. Hace falta disciplina, concentración y atención. Y la voluntad para hacer algo llega dejando espacio dentro. Si vivimos empachados, no dejamos hueco a nada. Es como la comida basura: si estás saciado, no dejas espacio al hambre. Esto te decapita intelectualmente, creativamente te va minando por dentro. En cuanto a la enseñanza, en mi opinión es mejor hacer pocas cosas y bien pensadas, es importante llevar silencio, profundidad y cierta sobriedad al aula. A veces los profesores están más pendientes de mostrar en redes sociales lo que se hace, que de poder planificarlo bien. Muchas madres que han leído este libro me han preguntado por este acelerón en el que viven los adolescentes, preocupadas por este fenómeno porque los mismos adultos encontramos dificultad para conectar con ese espacio interior propio que no sea de ritmo vertiginoso. Hay muchos estudios que demuestran que toda la milonga de que Internet es lo más democrático del mundo es una mentira: hasta para saber buscar en Internet tienes que haber adquirido recursos y tener un proceso de razonamiento detrás. Es importante recuperar el sentido total de lo que es un maestro, una persona que nos abre puertas y que es un referente para nosotros. La docencia es importante ejercerla con vocación y con pasión, sobre todo en lo humano que conlleva ese vínculo.
Aquí termina la conversación con es escritor, aunque luego caminamos hasta llegar a un lugar que es el escenario de la portada de su nueva novela: la Casa Antón, de Rodolfo Ucha. Volviendo al presente os dejo un pequeño párrafo de la presentación de su obra: «Miguel Salas Díaz, con pulso maestro, compone una novela original y mágica cargada de tensión, de misterios y maldiciones, de miserias y secretos, de poesía y de agua de mar y sal que fascina y atrapa a partes iguales. Diferente. Única. Genial. ¡Disfrútenla!».
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