MARTA CORRAL | Jueves 14 noviembre 2013 | 12:00
«Arroz con chícharos, patacas novas, repolos de Betanzos e máis cebolas». Empezaba el partido en La Malata. Equipo y gradas llenas, entonaban el cántico de guerra alentado por El Brujo. Eran tiempos en los que se respiraba baloncesto en Ferrol, se forjaba la leyenda del OAR y sus jugadores se convertían en mitos, en símbolos.
Uno de esos símbolos, regresa este viernes a la que confiesa «su casa», para escuchar de nuevo el rugir de las gradas: Súper Nate Davis.
Los chavales que lo esperaban hace 30 años en la puerta de Tojeiro para pedirle un autógrafo, serán este sábado los que lleven a sus hijos a fotografiarse con él, porque quieren que ellos también conozcan al que fue su ídolo. Porque les hizo soñar.
FERROL360 ha tenido la oportunidad de conversar con otro de los míticos, el eterno 7 del OAR, Manolito Aller; y con el presidente con el que los ferrolanos se hicieron un hueco en la historia, Juan Fernández. Los dos deseando ver a Nate y desempolvando recuerdos, preparados para recibirlo con los brazos abiertos.
«La ilusión es tremenda por volver a verlo porque desde el año 1987, nunca habíamos vuelto a coincidir en ningún lado. Con el resto de gente sí que nos vamos viendo, pero con Nate ni de coña. Con muchas ganas e ilusión de verle y pegarle un fuerte abrazo» como nos confesaba Manolito Aller.
Juan Fernández, que después de haber estado 34 años al frente del Club, reconoce que «era un niño cuando entré de presidente y me fui de abuelo» está gratamente sorprendido de que Nate escogiese nuestra ciudad para grabar el programa de Informe Robinson de CANAL+: «Ferrol es su ciudad, lo dice él. Lo ha dicho en una entrevista que le hicieron en Atlanta, CANAL+, cuando decidió de entre todos los lugares en los que estuvo, venir a Ferrol. Ha sido él quien eligió Ferrol, que es ‘su ciudad’. Ya quisiera yo que el 50% de los ferrolanos fuesen capaces de decir, de verdad, ‘Ferrol es mi ciudad’».
Una decisión que también sorprendió a Manolito: «A mí me sorprende porque escoge y cuando escoges a papá o a mamá siempre es complicado; pero luego no me sorprende porque yo tengo contacto con mucha gente que ha estado en el Club y ves que toda la gente que está fuera de Ferrol, se siente más orgullosa que los de aquí».
Nate Davis aterrizó en Ferrol en 1984 y se fue en 1986, tras fracturarse la clavícula en Santa Coloma y después de que su mujer contrajera el SIDA por una transfusión de sangre, lo que llevó a Nate a volver a su Estados Unidos natal para intentar frenar la enfermedad de su esposa.
Dos temporadas, que sirvieron al de Columbia para meterse a los ferrolanos en el bolsillo, Manolito tiene claro el porqué: «Era un tío que jugando era tremendamente espectacular. A veces, era imposible de defender y como persona, era un tío que convivió y participaba de la ciudad. No era el típico jugador que llegaba, jugaba, tenía muy buena relación con nosotros; pero no se involucraba. Él iba al colegio a buscar a su hijo, aún tengo amigos que sus hijos tienen casi 30 años y dicen: ‘Bueno… ¡si venía a jugar conmigo y estaba ahí!’. Todo eso, al final, va calando; además de que es una excelente persona y eso hace que la gente se acuerde más, al margen de sus mates o sus triples».
Fernández reconoce que le costó traerlo a Ferrol: «Estuve cerca de él rondando muchos años, desde su mismísima llegada a San Sebastián, hasta que logramos ficharlo procedente del Valladolid, lo seguí a todas partes y le dí la vara cada vez que podía. Me encantaba como persona y luego, la plasticidad que tenía, su forma de hacer frente al triple, era un atleta consumado»; pero que mereció la pena, algo que demostrará el público de La Malata este sábado: «La gente le aplaudirá porque no ha hecho daño a absolutamente a nadie como persona, desde que nació. Su cariño y paciencia con los niños, igual que Anicet Lavodrama, para mí, que en aquella época que aun tenía hijos pequeños, me llamó siempre muchísimo la atención. Sus desgracias las supo llevar, la muerte de su mujer, lo mejor que pudo; y para mí es una persona excepcional que voy a llorar cuando lo abrace y punto».
El reconocimiento al Club: una tarea pendiente
Que los artífices del homenaje a Nate sean el equipo de Informe Robinson, reabre el debate acerca de la nula consideración que se ha tenido desde Ferrol con el OAR y el escaso reconocimiento a la gran familia verde, que fue embajadora de la ciudad incluso en Europa.
Manolito no oculta su parecer: «Te sientes mucho más respetado, querido y admirado por la gente que iba al pabellón que por la propia institución de la ciudad. Yo, particularmente, no me puedo quejar. A mí, la ciudad me ha reconocido toda mi trayectoria; pero te fastidia cuando ves que una cadena como CANAL+, tenga que venir a hacer un homenaje a Nate Davis y que nadie aquí en Ferrol haya reconocido a Juan Fernández o a Antonio Barros, que nadie del baloncesto haya hecho nada, no me parece justo. No hacen falta medallas, yo sé que a Juan no le hacen falta, sólo tener la posibilidad de sentarnos -como nos vamos a sentar el sábado- con alguien que fue especial y nos vamos a reír un montón. El que quiera estar, estaremos todos felices, y el que no quiera estar, pues… ¡qué le vamos a hacer!».
Aller tiene claro el motivo, ‘la mala memoria’ de la ciudad: «Somos una ciudad donde tenemos muy poca memoria histórica para lo que nos interesa, sobretodo para lo bueno, para lo malo sí que nos acordamos; sin embargo, para las poquitas cosas buenas que tenemos, que también las hay, lo dejamos al margen. Vas por la calle y te cruzas con mucha gente que te recuerda el OAR; pero nadie es capaz de reconocerlo públicamente. A mí y a unos más como yo, nadie nos va a quitar el orgullo de haber participado de algo que ha sido para nosotros nuestra vida y que nunca lo olvidaremos, nos hagan reconocimientos o no. Me da igual, es algo que está ahí y que llevo en mi sangre desde los 15 años y nadie me va a hacer cambiar de parecer».
Un equipo que se construyó en el Astillero, sin imaginarse que sería uno de los clubes fundadores de la ACB y que llegaría a cuartos de final de la Copa Korac: «Heredamos un gran Bazán y de ahí salió algo tremendo» como nos contaba Juan Fernández, que nunca fue consciente de lo que estaban creando: «Lo empecé a adivinar al cabo de seis o siete años, desde que Antonio Barros y yo tomamos el relevo del que fuera primer presidente del OAR, el sacerdote Antonio Bouza. Ahí empecé a ver que sí que podíamos. Hombre, nunca llegar a donde hemos llegado; pero sí que podíamos ser un buen equipo en Galicia donde sólo dos más pudiesen ganarnos».
Manolito recuerda los comienzos en Punta Arnela, antes de construirse el pabellón, que por cierto, no inauguraron ellos: «Empezamos en un hangar. ¡Bendito fue ese hangar en su momento!, y ojalá volviéramos allí a recuperar ciertas cosas».
Empezó a formarse entonces, la gran familia que fue el OAR, de la que algunos tuvimos la inmensa suerte de participar y seguir disfrutando hasta estos días. Vino el Mundobasket a Ferrol o se llevó a cabo la primera residencia para jóvenes a cargo de un club de baloncesto, gracias a un cuerpo técnico que se dejaba la piel: «La sorpresa fue bestial porque empezó a unirse gente como Tomás Blanco, Juan Roca o Tomás Ruibal -que era el que se movía pidiendo financiación, conseguía abaratar entradas y firmar ayudas-».

«Claro, disponer de 25 directivos te facilitaba mucho las cosas. Es dedicar todo tu tiempo, porque eso sirvió para consolidar a nuestro alrededor la posibilidad de que por aquí hubiesen pasado los jugadores, salvo raras excepciones, todos excelentes personas; que han dejado poso a distintas generaciones en Ferrol».
Sin descuidar al deporte base, femenino y masculino, así como el trato familiar que desde el banquillo se les daba a los jugadores: «Tuvimos una forma extraordinaria de hacer base, ahí Rogelio Bermúdez y otros muchos de su entorno, con enorme dedicación y cariño, además de preparación física; pero sobretodo cariño, hicieron lo imposible».
Todos en Ferrol querían jugar en el OAR. «Hombre, ¡nos ha jodido!», confiensa Manolito por lo bajinis, entre risas. «Hay una frase que a muchos amigos míos les duele. Lo más triste es que la gente que somos adoptados en esta ciudad nos sentimos mucho más orgullosos de ser ferrolanos; es decir, yo no me olvido de que nazco en Ponferrada, pero me siento un ferrolano más, me siento muy orgulloso de haber defendido la camiseta y cuando voy por ahí digo: ‘Vivo en Ferrol, no vivo en Coruña’ y mis hijos son de Ferrol, ¿qué más orgullo hay que todo eso?».
Otro OAR, ¿sería posible?
Les pregunto a los dos, si Ferrol será capaz de inventar algo como el OAR, que sea capaz de unir a todos los ferrolanos al margen de ideologías o clases; que consiga ilusionar a la gente y darle esperanza. Juan Fernández se muestra realista: «No seremos capaces. En Ferrol hubo y hay cosas que valen la pena; pero Ferrol tiene lacras profundas. La desaparición del Ejército y buena parte de la Armada; además de la crisis del Naval. Nos quedaremos con un Arsenal con muelles, una Bazán y un Astano con diques; pero donde no hay barcos. Milagros no hay. A medida que vaya disminuyendo la población -y ya estamos por debajo de los 71.000 habitantes-, el centro se seguirá vaciando de gente, porque no se les ha permitido hacer ascensores o arreglar las viviendas y se han ido del barrio de la Magdalena a la periferia».
Manolito, aunque le cuesta, intenta ser un poco más optimista y procura transmitir el secreto del OAR, por si algún valiente lo quiere poner en práctica: «Hay que mirar hacia delante, dar un consejo es imposible. No porque la gente no sea capaz de hacerlo; sino porque de las cosas que se hacen con el corazón y con sentimiento, no puedes dar consejos. El OAR era un sentimiento de ciertas personas que crearon algo y que no tenían el objetivo de llegar a un sitio, sino que se trataba de disfrutar y hacer algo de lo que te sintieras orgulloso. Al final lo consigues, porque lo haces con el corazón» y se reconoce afortunado por haber formado parte del equipo: «Hay mucha gente que no se siente partícipe porque no han tenido nunca ese sentimiento hacia nada de lo que le rodea, no es su culpa; algunos hemos tenido la fortuna de poder participar de algo. A mí nadie me va a quitar el orgullo de haber pertenecido a esa familia. ¿Qué hemos hecho cosas mal? Desde luego que sí. ¿Qué nos hemos equivocado? Claro que sí; pero seguro que en el balance hay mucho más positivo que negativo».
Pero la clave de todo, según Manolito, está en la humildad: «Hay que tener ilusión por las cosas y no querer ser más que nadie, que es lo que era el OAR; no queríamos ser más que nadie. Lo único que hacíamos era tener unas normas de comportamiento y de respeto por todo lo que nos rodeaba. Eso, mucha gente no lo entendió, o nosotros no fuimos capaces de hacer partícipe a cierta gente».
Este sábado regresa el mítico Nate a La Malata
El partido de La Sidrería Ferrol CB y el Puertalia de León, servirá de excusa para recibir a Súper Nate. Aunque habitualmente los partidos de EBA son gratuitos, esta vez se pondrá un precio simbólico y las entradas se podrán adquirir desde este jueves en el Toxos e Froles, La Sidrería o en horario de mañana en las oficinas del Club.
El precio de las entradas es de 3 euros anticipadas (dos euros para jubilados y estudiantes), y de 5 euros el día del partido. Los menores de 16 entrarán gratis; pero tendrán que pasar por las oficinas del Club a retirar una invitación, a causa del aforo limitado.
Nate Davis llegará este viernes a Ferrol acompañado de Michael Robinson y en la jornada del sábado se reencontrará con sus antiguos compañeros en La Malata: «Vamos a jugar un partido de viejos, antes. Lo que se trata es de ir a ver a Nate, no de vernos a nosotros, él es el artista invitado. Estamos intentando quedar los pocos que quedamos en Ferrol, para jugar y reírnos. A todo el que no se le haya podido llamar, que se dé por invitado y se anime», animaba Manolito.
El partido de veteranos terminará a las 19:00 horas, momento en el que Nate firmará autógrafos hasta el comienzo del partido de EBA. En el descanso del encuentro, pisará de nuevo el parquet de La Malata desde el túnel de vestuarios, para recibir la ovación del público, que la organización quiere que sea -como mínimo-, de cinco minutos. Quizá sean pocos para el mítico Nate.
En las Redes Sociales quieren llegar a los 5.000 aficionados y todo apunta a que lo conseguirán, lo conseguiremos entre todos los ferrolanos; porque es de justicia, empezar a devolverle al OAR, aunque sea con cuentagotas, un poco de la felicidad que nos brindó.
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