JOSÉ BARCIA TUCCELLI | Motivación para el cambio| Lunes 13 marzo 2017 | 9:42
Hace unos días mi hija salió del colegio diciéndome: “papá, ¿qué te parece si juego al baloncesto?”. Había estado jugando con sus compañeros de clase, se lo había pasado muy bien, y por supuesto, para que se encendiera su interés, había metido unas cuantas canastas.
Esta breve reseña familiar me sirve realmente para justificar el tema del que quería hablar hoy, el deporte femenino, su visibilidad, su trascendencia, el interés que despierta en nuestra sociedad o sus opciones de crecimiento.
Nadie puede negar que el juego y el deporte en sus distintas formas despiertan el interés de los niños de ambos sexos y de todas las edades. Sienten que pueden hacer bien algo que les divierte y quieren seguir practicándolo, incluso superando los nuevos y poderosos juegos tecnológicos de nuestro tiempo.
Entonces, si esta llama existe y luce tan fuerte, ¿qué sucede para que, sobre todo en el caso del deporte femenino, se vaya apagando hasta ser casi imperceptible en la adolescencia?.
He tenido la fortuna de participar en proyectos de deporte femenino en algunas ocasiones y también he tenido bastantes compañeras deportistas cuando estaba estudiando en el INEF Galicia. No podemos obviar que los mensajes que nuestras sociedades les dirigen a las niñas cuando van creciendo acerca de sus roles y también de sus posibilidades reales de futuro en el mundo del deporte ayudan a que se enfoquen en otras cuestiones que socialmente se consideran más “serias” y apropiadas.
Y por ahí tenemos un detalle básico. En el deporte de competición, cuando estamos hablando ya de adolescentes va primando la competitividad, y en base a ello, una cantidad muy grande de valores que nos pueden hacer conseguir el éxito en nuestra sociedad. Sin embargo, estos valores no se consideran “apropiados” para las chicas, ¿por qué?, ¿es que lo que realmente interesa es que no trabajen su potencial para perseguir lo que desean?, ¿o es que queremos que sueñen “en pequeño”?.
“Muy pocos consiguen llegar” es otra de las sentencias más repetidas. Lo que deberíamos de preguntarnos es por qué con niños no significa un impedimento para que sigan practicando sin negarles la posibilidad de compaginarlo con sus estudios, y sin embargo en niñas les obliga al abandono.
Claro que el deporte espectáculo es una meta a la que muy pocos llegan, pero por el camino no todo es desolación sino que es una experiencia que vale la pena vivir si tenemos la oportunidad, incluso aunque no seamos capaces de obtener el deseado premio. Si sabemos guiar al deportista no tiene por qué dejar secuelas negativas sino al contrario grandes aprendizajes para la vida.
Esta desconsideración hacia la práctica deportiva de las mujeres, incluso cierta falta de respeto, se traslada al lenguaje cotidiano cuando escuchamos hirientes mensajes que se refieren a las deportistas, sobre todo de ciertos deportes, y que nos muestran a una sociedad todavía lastrada por prejuicios.
La consideración resultante sobrevuela y rodea nuestras realidades entrando en el inconsciente de nuestras niñas que saben que no hay problema con que jueguen con y contra niños mientras son pequeñas, pero cuando crezcan, el deporte es rudo y la rudeza no es de las chicas.
Si quieren practicar deporte sin ningún estigma pueden hacer deportes bellos, como la gimnasia o el patinaje en sus múltiples formas. De nuevo el mensaje cala en lo más profundo de nuestras niñas, la mujer debe de mantenerse joven y bella; nada de sudar o de pelear.
Por otro lado también podemos encontrarnos con iniciativas que tratan de darle visibilidad al deporte femenino, aunque desde mi modesto punto de vista están muchas veces mal dirigidas si lo que desean es lograr algo más que el “derecho al pataleo”.
Vengo escuchando, por ejemplo en radios, programas basados en exclusiva en deporte femenino de alta competición que se basan en la confrontación constante con el deporte masculino. Sus expresiones más repetidas son del tipo “¡increíble!”, cuando se refieren a las diferencias respecto al trato que recibe el deporte masculino.
Pero es que no es cuestión de señalar únicamente la diferencia, que sabemos que es clara, ni centrarnos en la desventaja social de la mujer que se refleja también en el deporte, que tampoco nadie discute; el tema aquí es que estamos hablando de un producto que tenemos que tratar de vender desde sus características y no desde el territorio “masculino”.
En este sentido conocemos directrices del deporte profesional que tratan de que “compremos” deporte de mujeres pero desde los ojos de los hombres, por ejemplo vistiendo con uniformes ajustados y minúsculos que puedan atraer al espectador masculino del deporte. De nuevo reforzamos mensajes que mantienen la desventaja. Porque centramos la atención en el cuerpo de la mujer, en su belleza y no en la capacidad de esa deportista como tal, en su desempeño ni en el juego.
Si hablamos de fútbol o de baloncesto femenino no podemos tratar de comparar la velocidad o la fuerza respecto al masculino, porque las diferencias que parten de nuestra biología harán que pierdan en la comparación. Más bien habría que vender un producto diferente y desde ahí mostrárselo al público.
Durante años se intentó comparar al baloncesto masculino europeo con la NBA tratando de copiar su espectacularidad, hasta que alguien se debió de dar cuenta que no era posible llegar a tener aquello por muchos motivos, y se decidió por crear otra realidad que a día de hoy ha logrado una muy buena aceptación y cada vez son más los jugadores europeos que viajan a ocupar roles importantes en equipos franquicia de la NBA. Lo mismo podría hacer el deporte femenino.
Para terminar una reflexión. Tenemos en Ferrol a un equipo en Liga Femenina Uno de baloncesto, el único gallego. Para quien no lo sepa, se trata del mayor nivel del baloncesto femenino en España. Existen otras categorías menores, bastantes. Sin embargo, Ferrol, tan carente de referentes de equipos de élite en la actualidad, tiene a este equipo.
Pero es que además lleva años mejorando sus rendimientos, en esta temporada ha llegado a jugar la Copa de la Reina reservada para los mejores y está peleando por el título en una competición en la que las diferencias entre los equipos es muy pequeña convirtiendo cada partido en algo muy valioso para el devenir de la competición.
Tenemos pues una competición con un atractivo basado en la emoción y un equipo que está logrando éxitos en ella, sin embargo, si paramos a alguno de nuestros vecinos y preguntamos si conocen a este equipo, ¿qué nos dirían?.
Estoy personalmente convencido, y ojalá no me equivoque, que este equipo va a pelear por el título en no mucho tiempo y que lo va a lograr. Llegado ese momento, ¿habrá obtenido la trascendencia que se merece?.
José Barcia Tuccelli es licenciado en Educación Física y en Psicología y tiene una amplia experiencia en el campo del ejercicio físico, la salud y el deporte de rendimiento. Para más información podéis visitar su página de Facebook.
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