MARTA CORRAL | Ferrol | Miércoles 18 noviembre 2015 | 11:47
Estamos acostumbrados a escuchar a los políticos hablando de participación ciudadana casi a diario. De hecho, todos los partidos reclaman más participación cuando están en la oposición, prometen más participación cuando están en campaña electoral y, sin embargo, no siempre han sabido gestionarla cuando llega la hora de gobernar.
En el caso de Ferrol, además, la peculiaridad es que a pesar de poseer un reglamento aprobado por unanimidad en el pleno en julio de 2009, los distintos gobiernos locales parecen haber confundido el objetivo real de la participación y se han centrado en dos únicos puntos en los últimos seis años: presupuestos participativos y servicios consensuados con entidades.
En cuanto a los primeros, según los propios técnicos, se trata de una pequeñísima parte de la participación -de hecho, ni siquiera aparece en el reglamento-, puesto que debería ser el final de un proceso en el cual los ciudadanos se sientan representados por otros ciudadanos y puedan, sólo entonces, votar propuestas avaladas por técnicos de manera objetiva y constructiva.
En el segundo caso, tener reuniones periódicas con entidades vecinales para que le trasladen a los políticos cuáles son las necesidades del barrio en cuanto a servicios, revisando posteriormente si se ha reparado la acera en cuestión o se ha limpiado el solar que llevaba años con maleza, no es participación ciudadana. Es una manera de proceder que debiera estar contemplada y llevada a cabo en el modelo de gestión de toda ciudad que quiera dotar de buenos servicios a sus habitantes.
¿Qué es la participación ciudadana?
Nos dice la Wikipedia que «es el conjunto de acciones o iniciativas que pretenden impulsar el desarrollo local y la democracia participativa. A través de la integración de la comunidad al ejercicio de la política. Está basada en varios mecanismos para que la población tenga acceso a las decisiones del gobierno de manera independiente sin necesidad de formar parte de la administración pública o de un partido político».
Es decir, pasar de una democracia representativa a una democracia participativa. Que los ciudadanos nos sintamos partícipes de las decisiones que tome el Concello, que nos pida opinión y que no actúe de espaldas a nuestras necesidades y criterios. En definitiva, que cada cuatro años no entreguemos un cheque en blanco y sólo tengamos derecho a la pataleta.
La participación en Ferrol: el reglamento
A cualquiera que conozca un poco la idiosincrasia de la sociedad ferrolana -forjada a golpe de voces críticas, asociacionismo e inquietudes intelectuales y técnicas-, no le sorprenderá que la urbe naval haya sido pionera en España a la hora de poseer un reglamento de participación.
En 1986 se ponía a andar el primero de ellos, aunque, como decíamos, no fue hasta el 2009 cuando se modernizó esa primera normativa y se aprobó con el apoyo de todo la corporación. En el reglamiento vigente -que puede leerse en este enlace-, la exposición de motivos, el porqué de la participación, habla ya de convertir a los ciudadanos en sujetos de derechos y no «simples beneficiarios de prestaciones y servicios».
De modo que, en ese preámbulo, el Concello de Ferrol nos dice que se compromete a establecer mecanismos de información, control y participación. También que impulsará el derecho a la información, el derecho a formular peticiones y propuestas, a realizar consultas o a intervenir en los plenos, fomentando un diálogo constante: «En colaboración con los agentes sociales de su territorio, el Concello de Ferrol contribuirá a consolidar una cultura reforzada de consulta y de diálogo permanente que facilite la convivencia, la solidaridad, la tolerancia, la responsabilidad ciudadana y los valores éticos y democráticos; reforzando el desarrollo humano y la preocupación por el interés y el bien común».
¿Qué se ha hecho hasta ahora? El arranque socialista
Durante la legislatura del bipartito PSOE-IU con Vicente Irisarri a la cabeza -aunque, bien es cierto que el reglamento de Participación Cidadá se aprobó en 2009, con Izquierda Unida ya fuera de la coalición-, se puso a andar de nuevo el mecanismo de la participación con el socialista Manuel Santiago como concejal del área.
Durante ese período la tendencia se concentró en dos grandes focos: los foros cívicos y los presupuestos participativos. Los foros aparecen en el reglamento como uno de los órganos de participación junto con los consejos sectoriales, asambleas de barrio, consejo de la vecindad y comisión permanente.
Se celebraron un total de cinco foros -democracia participativa, deportes, nuevas tecnologías y energías alternativas, Patrimonio y Medio Ambiente, y políticas de juventud-, sin que los asistentes y los propios vecinos percibiesen la productividad de su trabajo en los mismos, porque, una vez concluidas las experiencias, no se supieron o no se pudieron edificar propuestas y críticas sobre las temáticas que se debatían, trasladándose a la gestión.
Otro de los esfuerzos del PSOE se encauzó en los denominados presupuestos participativos, que arrancaron con una experiencia piloto en algunos barrios de la ciudad en el 2009, ampliándose a un mayor número de parroquias en 2010. Algunos de los ciudadanos que vivieron la experiencia hablan de «confusión, tiempo perdido y frustración».
La acción consistía en animar a entidades y ciudadanos de dichos barrios a presentar propuestas que, una vez priorizadas y votadas por la asamblea de barrio, pasaban a una nueva fase de selección junto a propuestas de otras zonas. Aún a pesar de que algunas de las necesidades detectadas por los ciudadanos se llegaron a ejecutar, otras muchas acabaron tumbadas por los propios técnicos al considerarlas demasiado caras o, directamente, inviables.
Los ciudadanos, después de haber invertido su tiempo, se sintieron «estafados» y «frustrados», al ver que sus propuestas caían en saco roto al final del proceso y no al principio, cuando en ese caso se hubiesen ahorrado «reuniones interminables». Un sentimiento que se ha traducido en escepticismo y que, a falta de inculcar la cultura participativa, se ha trasladado a nuestros días.
La táctica popular: volver a los barrios
Primero bajo la batuta de José Manuel Vilariño y después con Martina Aneiros a la cabeza, la Participación en el mandato popular (2011-2014) volvió sobre el trabajo en los barrios, pero apartando los presupuestos participados que fueron solamente objeto de estudio en el único foro celebrado en esos cuatro años.
El PP empezó a implantar algunos de los órganos establecidos en el reglamento, como las asambleas de barrio y el Consello da Veciñanza. De las primeras se celebraron dos sesiones en cada barrio, un total de 86 asambleas durante su legislatura, que sirvieron para designar a los representantes de cada barrio en el Consello y validar a los interlocutores.
El Consello da Veciñanza, por su parte, se llegó a constituir, pero sin cumplir con los objetivos establecidos en las bases del reglamento: intercambiar información, elaborar propuestas, presentar sugerencias, promover la colaboración y elegir a la Comisión permanente de Participación Cidadá.
Sí existía, sin embargo, una Comisión de Control Provisional do Regulamento de Participación Cidadá surgida en la época socialista que no tardó en criticar el modelo llevado a cabo por los populares, acusándolos usar la participación como «unha estratexia»: «En menos dun ano mataron un proceso de participación cidadá que se estaba asentando de maneira moi sólida na nosa cidade, que conseguíu ser pioneira en 2009 levando a cabo un proceso de auténtica democracia», denunciaban entonces, en el 2012.
El PP entendió la Participación como una herramienta para que los vecinos -a través, mayoritariamente, de entidades vecinales-, les hiciesen llegar sus necesidades en cuanto a servicios y que el Concello supiese de primera mano qué cosas andaban mal en los barrios en materia de obras o urbanismo. Nacía el Plan de Barrios.
Según los técnicos preguntados por este periódico, que trabajan la participación ciudadana en varios concellos gallegos, este es uno de los errores más comunes al poner en práctica la Participación: «Pensamos que participar es decirle al Concello que hay un bache en mi calle y que me lo arregle, pero eso se trata simplemente de un servicio que todo Concello debería cubrir sin necesidad de estar alertado por los ciudadanos».
Además, insisten, en que la participación debe surgir a nivel individual porque «cuando se centra únicamente en entidades, corremos el riesgo de silenciar voces también válidas y de crear una red clientelar entre la política y las asociaciones vecinales».
Reiniciar la Participación: los retos de Ferrol en Común y PSOE
El actual concejal de Participación Cidadá, Álvaro Montes, tiene sobre la mesa la ardua tarea de encauzar el modelo participativo en una ciudad que, o bien está desencantada con su experiencia en los presupuestos o tiene un concepto erróneo de democracia participativa.
Los técnicos aconsejan volver, una vez más, sobre el reglamento y apartar, por el momento, los presupuestos participativos hasta que los ciudadanos poseamos una cultura participativa, poniendo en marcha, por ejemplo, los Consellos Sectoriales que dividen la participación en ámbitos concretos y realizan propuestas, informan a las concejalías y funcionan como órganos consultivos.
El área de Participación ha decidido que sean los propios ciudananos los que marquen la hoja de ruta y han convocado un primer foro, precisamente, para conocer las demandas de la ciudadanía en esta materia y trazar un guión a seguir, olvidando el modelo asambleario y promoviendo mesas de trabajo, pequeños grupos, que compartirán después sus reflexiones en un plenario. Será el 3 de diciembre de 18:00 a 21:00 horas en el Jofre y lleva por título un acertado Reiniciamos?
Son muchos los retos que tiene en este momento Participación Cidadá en el horizonte para reiniciarse. Por un lado, volver a enganchar a los ciudadanos y romper el escepticismo o el excesivo protagonismo de las entidades, dando voz a todos. También explicar realmente qué es la participación y cómo se puede llevar a cabo con las herramientas consensuadas que el Concello maneja desde 2009.
Poner en marcha los órganos de participación, dotarlos del significado y de los mecanismos que poseen sobre el papel y conseguir, dándole a los ciudadanos toda la información técnica y objetiva, que se materialicen propuestas consensuadas que creen ciudad y sumen por el bien común.
Quizás, si todo estuviese en marcha ya, decisiones que han dividido a los ferrolanos en los últimos tiempos, como la financiación de la Semana Santa o la peatonalización de las calles, podrían haberse tratado con los mecanismos participados llegando a consensos, soluciones y propuestas de todos los agentes implicados.
Canalizar propuestas a través de la web
Siguiendo la senda del portal puesto en marcha por el Ayuntamiento de Madrid -que puede verse en este enlace-, el edil Álvaro Montes confía en dotar a los ciudadanos de una herramienta más cómoda para participar de la realidad del Concello y que «non vaia a política por un lado e os cidadáns por outro».
En la web que pretende poner en marcha su departamento se podrán hacer propuestas, votarlas, debatirlas en foros y presentarlas ante el pleno si tienen el apoyo suficiente, facilitándoles la participación a todas aquellas personas que no puedan hacerlo de un modo presencial.
Por el momento, a la espera de esa nueva herramienta, ya hay técnicos realizando un trabajo previo con los vecinos de todos los barrios urbanos y rurales, ofreciéndoles información sobre el foro, contestando a preguntas y conociendo más de cerca la opinión de los ciudadanos para que la cita sea lo más productiva posible.
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