MARTA CORRAL | Ferrol | Martes 13 junio 2017 | 14:26
El Centro de Emprego de Ferrol centraliza todas las iniciativas de creación de empleo en la ciudad naval. Situado en la calle Sagrada Familia, en Catabois, cuenta con servicios de orientación laboral, creación de empresas y formación. Desde el pasado mes de septiembre gestiona además la sexta edición del programa integrado para el empleo, Inserta 6, en el que colaboran Concello, Xunta de Galicia y Servizo Público de Emprego para mejorar la empleabilidad de sus sesenta participantes.
Pepe Grandal es el profesional que coordina el programa desde que empezó a convocarse. Casi «un padre» para todas las personas que han pasado estos años por sus manos, su formación como pedagogo se nota a la hora de trabajar de una manera muy personalizada. «Eu procuro que se sintan acompañados en todo momento, así que o meu traballo vai moito máis aló ca unha xornada laboral normal», explica este técnico que ya pasó por otros concellos como Narón, Moeche o Ares.
«Ninguén move máis currículos ca mín», bromea, asegurando que en el Centro de Emprego cuentan con una bolsa de más de 4.000 que las empresas pueden pedir de manera gratuita para su selección de personal. En lo que va de Inserta este año, Grandal habrá movido unos 3.000 de los 60 integrantes del programa. No hay empresa en la comarca en la que no lo conozcan por su constancia e implicación para que las personas que lo tienen más complicado encuentren un trabajo.
Porque, precisamente, el Inserta está dirigido a colectivos con dificultades de inserción. Variando según las necesidades de cada municipio adherido, en Ferrol está dirigido a personas desempleadas con discapacidad, en riesgo de exclusión social, menores de 30 años con baja cualificación, mujeres o parados de larga duración. «Este é o primeiro ano no que temos personas con discapacidade e contamos con oito, seguindo exactamente o mesmo ritmo cós demais», matiza Grandal.
Formación e orientación especializada
«Unha das cousas importantes é que traballamos de xeito individualizado, tendo en conta que son 60 participantes», dice Pepe Grandal. Anteriormente llegaban a trabajar con grupos de 80 a 100 personas, pero la Xunta consideró que eran demasiados y rebajó el número de asistentes, pudiendo ahora ofercerse una formación más a medida.
Relata el técnico que es el Concello quién presenta ante la Administración gallega la solicitud cada año y, una vez aprobada la convocatoria, hacen una solicitud al Servizo Público de Emprego de Galicia. «Envían a xente dos colectivos aos que convocamos, unhas 120 persoas en total e, ás veces, temos que facer unha segunda convocatoria», explica. Después realizan entrevistas entre los aspirantes buscando que sean aptos para el programa.
«Buscamos unha certa homoxeneidade dentro dunha gran heteroxeneidade», señala Grandal. No en vano, participan personas desde los 18 a los 56 años con niveles formativos muy distintos. Desde algunos que no poseen el título de ESO a otros que son universitarios con máster. Todos ellos se han incorporado en septiembre y rematarán el próximo mes de agosto, después de haber completado seis semanas de prácticas en empresas entre abril y mayo.
A todos ellos les ofrecen una formación «transversal» de informática, prevención de riesgos, manipulación de alimentos, pero también de atención el cliente y habilidades sociales, como hablar en público. Después comienza la «especificación», con cursos, por ejemplo, de escaparatismo y paquetería, carretillas elevadoras, carnicería, movimiento de tierras o sensibilización medioambiental para el naval, teniendo siempre en cuenta la realidad de los sectores presentes en las comarcas.
Empresas dispuestas a colaborar
«As empresas facilitan moito as cousas porque ademais somos moitos pedindo prácticas a un tempo», reconoce Pepe Grandal, encantado del trato recibido por las 34 que colaboran en el Inserta 6. Procuran que no sean negocios familiares, para que las posibilidades de inserción laboral sean mayores. «Por eso non hai moito pequeno comercio, por exemplo», aclara.
En las empresas hay un máximo de dos personas del programa, aunque siempre en turnos distintos. «O obxectivo é chegar a unha persoa por negocio», avanza el técnico, que no duda en dar ejemplo asumiendo a su propio discípulo. «Teño asignada a unha persoa en prácticas. Ten unha discapacidade visual e pensaron que eu era o tutor ideal», dice.
Pepe Grandal no dejó de visitar a sus pupilos en sus lugares de trabajo durante esas seis semanas que concluyeron el pasado 31 de mayo. Días antes, cuando el concejal de Emprego, Álvaro Montes, también decidía sumarse al recorrido, Ferrol360 pudo acompañarlos durante toda una mañana para conocer de primera mano qué piensan los participantes del Inserta 6, de los que al menos un 45 % encontrarán trabajo.
«Se me ha hecho muy corto»
Nuestra primera parada es la tienda que Zara Home tiene en la calle Real de Ferrol. Allí encontramos a Diana, una peruana que llegó a España con su título de estética y enfermería bajo el brazo, pero que quería reinventarse. «El Centro de Emprego me abrió las puertas, a los que tenemos ganas y estamos en el paro nos ayuda muchísimo», dice, arropada por sus compañeras.
«Elegí esta empresa y no me arrepiento. Inditex es una de las cadenas más importantes y en el currículum cuenta mucho. Además, mis compañeras me tratan como a una más y las estimo mucho, son como mi familia», confiesa esta limeña que con 28 años realizó las prácticas de dependienta y almacén.
La segunda parada, también en el centro, es la residencia de mayores Mi casa. Allí estaban Yolanda (42 años) y Margarita (37 años), ambas con discapacidad intelectual. La primera realiza tareas de limpieza, hace camas, ducha a los usuarios y les da la comida. La segunda cambia pañales y asea, contando además con mucha experiencia laboral.
A las dos se les han hecho muy cortas las prácticas y se quedarían encantadas a trabajar allí, explican. «Para nós é moi importante que cada persoa faga as prácticas onde teña experiencia porque así é máis doado que a contraten», señala Grandal.
Subimos al coche y nos dirigimos al Quintana, un local hostelero situado en la avenida de Esteiro. Allí está haciendo sus prácticas Jéssica, de 26 años. «Estuve haciendo un curso de cocina y me gustó», relata la joven, que asegura que «del curso a la realidad cambia bastante, pero estoy contenta aunque haya momentos de estrés».
Su jefe está encantado con el programa y asegura que «ojalá tuviera más sitio para tener a más gente aprendiendo, porque este es un sector que necesita profesionales». «Todo lo que sea que haya gente trabajando en Ferrol es bueno para todos», dice.
Ponerle cara a la integración laboral
Nuestra siguiente parada fue Arvi Sistemas, una pequeña empresa situada al lado de la rotonda de Nicasio Pérez que, desde que abrió sus puertas, hace una fuerte apuesta por la inclusión de personas en prácticas en su plantilla. Allí está Miguel trabajando, quien asegura que se encuentra «muy bien, muy cómodo». Nos cuenta que sus tareas van desde limpiezas de virus e instalación de sistemas operativos hasta montaje y configuración de equipos.
«Realmente soy uno más del equipo, me hace sentir muy bien», reconoce al tiempo que descataca la labor de Pepe Grandal, que «siempre está muy pendiente». Rebeca Rodríguez, una de las trabajadoras de la empresa, fue la primera en hacer prácticas allí y se quedó en 2013. «Siempre cogemos a gente y me parece una buena idea poder dar una oportunidad, para tener algo de experiencia y para enfrentarse a lo que es de verdad el mundo laboral y el funcionamiento de una empresa, porque una cosa es la teoría y otra es la práctica», sentencia.
Seguimos nuestra particular road movie hacia Cash Record. Allí está Roberto, de 47 años. Él tiene una gran experiencia en cadenas de alimentación, así que el objetivo, explica Grandal, «era tratar de reconvertila e actualizala». «Es una buena iniciativa, vas cogiendo el tranquillo poco a poco porque cada sitio es distinto. Seis semanas se hacen algo cortas, pero estoy contento en el programa. A mi edad es bantante complicado encontrar empleo y llevo casi cinco años en el paro, así que tengo que aprovechar todo lo que esté a mi alcance», expone.
Cruzamos la calle y nos metemos en Dolce Vita Odeón, donde varias de las tiendas cuentan con personas en prácticas. Vamos a conocer a Marta, que está en Springfield. Ella es fotógrafa y nunca pensó que ser dependienta le iba a motivar tanto. Es la tercera persona de su familia que participa en un Inserta. «Estoy muy contenta aquí, he tenido suerte. No era consciente, pero me gusta el tema tienda y la atención al público». En su mismo establecimiento hay otra chica en prácticas, aunque sus horarios están diseñados para no coincidir.
Grandal explica que, incluso, la segunda encargada del local empezó en la empresa de prácticas con un Inserta y se quedó. «Temos unha media de inserción do 45 %, ás veces algo máis», destaca mientras ponemos rumbo a nuestras dos últimas paradas no sin antes pasar a saludar por otros establecimientos donde hay más alumnos.
«Un esfuerzo importante, pero necesario»
Roberto Hermida es el dueño de Unigraf, nuestra penúltima parada. Él contrató a la persona que tuvo en prácticas el año pasado con el Inserta 5 y este año acoge a Pablo, que estudió el doble ciclo medio de artes gráficas. «Evidentemente supone un esfuerzo de dedicación, más que nada porque tienes que estar pendiente de resolver dudas y refrescar temas, pero no es un esfuerzo sobrehumano porque ellos colaboran. Es importante que la gente sepa que puede trabajar de lo que ha estudiado», defiende.
En Carrefour, en Parque Ferrol, terminamos nuestro periplo. Allí conocemos a tres personas en prácticas. Primero, a Giorgina y Benito, que están aprendiendo en la sección de bazar y en frutería y verdura, respectivamente. Es la primera vez en prácticas para ella, con 29 años, pero no para él, que tiene 26. Ambos estirarían más su período de aprendizaje, pero dicen irse «súper contentos».
Luis Fernández, responsable de Recursos Humanos de la tienda Carrefour de Ferrol, destaca que «se han acoplado perfectamente, incluso con los propios empleados, la gente está muy contenta». «Intentamos dar prácticas de calidad y por eso no nos gusta cargar secciones concretas, para que a la gente puedas darle ese nivel de detalle que merecen aprender. Si cogemos mucho volumen de personal, la tutorización se hace más complicada, pero en este caso ha ido genial», comenta el responsable.
En el almacén conocemos a Dani. Es un joven con síndrome Down que no dudan en calificar como «el rey de la traspaleta», ya que se ha convertido en todo un experto en manejarla. «Ha mostrado mucha iniciativa a colaborar e incluso para nuestra gente es algo nuevo», dice Fernández mientras Dani escapa ya a su siguiente cometido: reponer producto en el interior de la tienda. «No para, la verdad es que estamos muy contentos con él». En su caso, además del apoyo del Concello, recibe el de la asociación Teima, que trabaja para la integración plena de este colectivo.
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