REBECA COLLAD | Ferrol | Viernes 10 marzo 2017 | 9:47
Hace unos días Miguel nos hacía partícipes de su particular infierno en este artículo. Una historia de acoso escolar que nos encogió el corazón y nos llevó a preguntarnos cuántos niños y adolescentes lo estarán sufriendo sin decir nada.
Ojalá que el valiente paso que dio Miguel al hablar públicamente de su tormento sirva para que otras víctimas reúnan la fuerza necesaria para alzar la voz, pero nosotros, la sociedad en general, también podemos y debemos trabajar para poner fin a esta problemática.
Lo primero es entender qué es el acoso escolar. «Es el deliberado y continuo maltrato verbal y modal que recibe un niño por parte de otro u otros, que se comportan con él cruelmente con el objetivo de someterlo, asustarlo, amenazarlo, y que atenta contra la dignidad del niño», así lo define Iñaki Piñuel, investigador especializado en acoso escolar.
Según uno de los últimos informes sobre acoso y ciberacoso en España, el de la organización Save The Children de 2016, un 9,3 % de los estudiantes de ESO ha sufrido acoso y un 6,9 % ciberacoso, en el caso de Galicia la cifra del acoso se sitúa en el 8,4 %. El número de víctimas se sitúa, en el conjunto de España, en 111.000 y 82.000 menores.
La psicóloga Sofía Bellón, que imparte charlas en entidades y centros escolares sobre esta materia, asegura que la violencia psicológica que los atacantes provocan en las víctimas genera una sensación de abandono y de indefensión porque «tienen la impresión de que los adultos no se meten en esa violencia porque no es visible, no hay golpes». Esta situación puede llevarlos a ser adultos «vulnerables, indefensos, con la sensación de que el apoyo social no está garantizado».
Los casos más graves, con comportamientos de acoso muy frecuentes, son los que presentan índices mayores de ideación suicida. «Las conductas de violencia psicológica de burla y exclusión social son las que más incrementan el riesgo de suicidio», señala la psicóloga.
Las causas
Es difícil establecer unas causas concretas del acoso escolar, pero qué duda cabe que vivimos en una sociedad en la que violencia tiene un gran protagonismo. Desde las películas, pasando por los videojuegos, hasta el típico ‘son cosas de niños’.
No se trata de demonizar a la empresa del entretenimiento y de ver acoso en una simple riña de chavales, pero es importante que seamos conscientes de que vivimos rodeados de estas imágenes y de su influencia.
«Es esencial que la sociedad llegue a tener una actitud de tolerancia cero ante este tipo de violencia y la mejor forma de luchar contra el acoso escolar es identificarlo tempranamente, antes de que las conductas se conviertan en un patrón», señala Sofía Bellón.
La psicóloga recalca que es labor de toda la sociedad luchar contra el acoso porque «cualquier persona que tenga hijos, es padre/madre de un acosador, un acosado o un espectador».
¿Cómo detectarlo?
Tanto en casa como en el centro escolar se debe permanecer alerta ante una serie de signos que nos pueden ayudar a detectar situaciones de acoso, como excusas para no ir al colegio, querer cambiar de centro, miedo a ir clase, no querer ir a los cumpleaños o a las excursiones, y no contar cosas del colegio.
También es importante prestar atención a las alteraciones del comportamiento como aislamiento, falta de implicación, retraimiento, agresividad, rutinas obsesivas, cambio brusco en el estado de ánimo con apatía y depresión, pérdida de autoestima e indefensión; incluso a las alteraciones cognitivas como dificultades de atención, pérdida de memoria y distorsión del razonamiento.
Otro denominador común en quienes sufren acoso es el miedo a decir el nombre del niño acosador y «suelen omitirlo diciendo ‘el niño ese’», señala la psicóloga. Los signos externos como heridas, ropa deteriorada, estar cerca de los adultos en el recreo y los síntomas físicos como pesadillas, ansiedad, dolor de estómago y náuseas matutinas también pueden ser un indicativo de una situación de acoso.
¿Qué hacer desde casa y el cole?
El apoyo familiar es clave y por eso el principal de los padres es ponerse del lado de su hijo. «En ocasiones, los niños reciben la duda y el cuestionamiento de sus progenitores y lo que deberían recibir es la validación de su experiencia como víctima», explica Sofía Bellón. La psicóloga afirma que «la víctima siempre es inocente» y cuando un niño se queja de acoso, es casi siempre cierto.
El centro escolar debe implicarse activamente y actuar ante la más mínima señal de alarma. «Debe identificar las situaciones de acoso en sus estadios más tempranos e intervenir rápidamente, sin esperar a que haya un daño establecido», indica Sofía.
Qué duda cabe que no es una tarea fácil, pero las víctimas del acoso escolar merecen que toda la sociedad hagan ese esfuerzo. Un compromiso que todos podemos adquirir y que también implica de cerca a los más pequeños «los niños pueden ser garantes de la seguridad de sus compañeros, para romper la impunidad del aquí no pasa nada», remarca la psicóloga.
Para ello es fundamental inculcarles desde que son pequeños que «denunciar una situación de acoso no es chivarse, sino ayudar a un compañero que está sufriendo», asegura Sofía Bellón. Porque para luchar contra el acoso debemos mostrar apoyo al que sufre y hacer ver nuestro rechazo a todas las conductas violentas.
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