ALEXANDRE LAMAS (Psicólogo) | «Esa cabeciña…» | Lunes 24 noviembre 2014 | 12:43
«Soy incapaz de dormir. Me paso la noche dando vueltas, pensando en el informe que tengo que entregar el viernes. Me paso la noche dando vueltas, pensando en la bronca que he tenido con mi novia y si mi dejará por eso. Me paso la noche sin dormir pensando en los resultados de mis análisis. Sin embargo mi gato duerme dieciséis horas al día, ¿es que a mi gato no le preocupa nada?», comenta Miguel mientras mira con envidia al pequeño felino.
Una pregunta parecida nos hizo Robert Sapolsky hace unos cuantos años en su libro: ¿Por qué las cebras no tienen ulcera? En ese libro, Sapolsky nos explica un poco qué es el estrés y como funciona la ansiedad. Porque el estrés y la ansiedad están emparentados pero hay una cosilla que los diferencia y que si me dais un momento os explicaré. Para ello necesito que uséis vuestra imaginación. Pensad en esa sabana africana que conocéis tan bien de los documentales de La 2. Traed a vuestra mente esa cebra que baja a beber de un arroyo mientras una flamante leona la acecha, brillantemente camuflada en una maleza que se mece en oleadas por el viento. Cuando en una fracción de segundo el depredador se lanza a por su presa a la misma velocidad a la que nosotros vamos por una carretera comarcal. La cebra, al advertir la presencia del depredador, reacciona instantáneamente, lanzándose a una carrera a vida o muerte.
La evolución ha preparado a la cebra para esa situación: su sangre abandona otras funciones y se dirige a los músculos cargada de adrenalina lo que les proporciona una potencia excepcional. La cebra dedica toda su atención, como es lógico, a la leona porque lo más importante en ese momento es, obviamente, que la gran bestia no hunda los colmillos en su cuello, nada más importa. Solo correr la salvará, si es que se salva. Esa cebra está padeciendo estrés. Pero ahí viene lo curioso, ahí viene el extraño fenómeno, ¿qué pasa después?, ¿qué pasa una vez la cebra se ha salvado?, ¿dormirá bien la cebra esa noche, sabiendo que inevitablemente tendrá que volver a beber en el mismo arroyo y que es posible que esa misma leona este agazapada esperando? Pues sí, sí lo hará y lo hará por un motivo: porque no tiene eso que vosotros habéis estado usando durante la lectura de este artículo, la cebra no tiene imaginación.
La imaginación es la más prodigiosa de las herramientas humanas, gracias a la imaginación y a su hija la creatividad hemos llegado a luna, se ha compuesto la novena sinfonía y Tarantino saca una peli nueva de vez en cuando. Pero como toda herramienta humana, si se utiliza mal, nos puede traer terribles quebraderos de cabeza. La ansiedad es el estrés provocado por un peligro que anticipamos pero que no está presente. La ansiedad no es más que el resultado de darle categoría de verdad a lo que solo existe como posibilidad. Nuestro cuerpo que es tan de animal como el de la cebra, posee los mismos mecanismos que posee el cuerpo de esta, la naturaleza nos ha preparado para reaccionar ante un león como lo hace la cebra (aunque probablemente nosotros no lograríamos ganarle la carrera a la leona), porque hubo un tiempo en que los humanos también convivíamos con peligros de ese tipo y reaccionar así nos era útil, y aún lo es de vez en cuando, como cuando alguien se mete mal en una rotonda y tenemos que reaccionar rápidamente para no chocar. Pero cuando no hay ningún peligro presente, solo los que imaginamos, entonces ese mecanismo de supervivencia funciona sin que debiese hacerlo.
Miguel, se dice algo así a si mismo: «Mi jefe no me ha saludado hoy en el trabajo, le caigo mal, y las cosas en la empresa no van bien, y si van a echar a alguien será a mi el primero, y si, vale, tengo el paro, pero aunque tenga un año de paro, hoy por hoy no hay trabajo para nadie, no voy a poder seguir pagando el alquiler, quizás lo mejor sería irme fuera, pero no sé inglés y además ahora tampoco en Inglaterra están bien las cosas». A Miguel su jefe no lo ha saludado pero él ya está pasando hambre en Inglaterra. Ante esa perspectiva, nuestro cuerpo reacciona exactamente igual que el de la cebra con el león, empieza a mandar sangre a los músculos cargada de adrenalina, por eso comenzamos a tener problemas musculares cuando sufrimos ansiedad, además nuestro estomago no recibe el suficiente aporte de sangre como para mantener la capa de mucosa gástrica, lo que provoca dolor de estomago y si se mantiene, puede llevar a una úlcera; y lo que es más, como la cebra solo puede pensar en el león, nosotros solo podemos centrarnos en nuestro peligro, aunque el león que vemos no existe, solo es el producto de una imaginación descontrolada y por eso es por lo que Miguel no duerme.
Al día siguiente, el jefe vuelve a saludarlo y así, nuestro pobre sufridor, podrá relajarse un rato, pero solo un rato, porque quién ha aprendido a vivir pensando que hay un león tras cada esquina, pronto encontrará otro motivo por el que no dormir. Esclavo de su imaginación.
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