MARTA CORRAL | Ferrol | Lunes 23 diciembre 2013 | 12:27
Ferroliño en Navidad. Pocas cosas son tan entrañables. Reencuentros en todas las esquinas. Gente saliendo de debajo de las piedras. Mitiquez. Recuerdos. Rajadas del escaso aparcamiento, las obras eternas, el adoquín y la Plaza de España. Esto es Ferrol, lleno de ferrolanos y de los que se ven abocados a tirar para el norte porque «Nochebuena y Navidad la pasamos en Ferrol; fin de año, si quieres, con tu familia».
Aunque los que estamos aquí todo el año nos sintamos amenazados por las hordas de ferrolanos venideros que invaden el centro por estas fechas -disculpad; pero no estamos acostumbrados a sentir a tanta gente alrededor, ni a esperar cola en los bares-, en el fondo, nos encanta ver vidilla y cruzarnos con gente que «conozco de vista, de toda la vida».
Ellos y nosotros, los que vienen y los que estamos, tenemos algo en común. Todos seguimos una especie de ritual navideño. Nos gusta repetirlo cada año. Lo tenemos planeado en nuestra cabeza y nada puede fallar. Son esas cosas imprescindibles, además de la visita a los abuelos, que deben hacerse en la Navidad ferrolana.
1 – Visitar el Belén de la Orden Tercera
Probablemente hayas ido tantas veces como años tienes. Seguro que sabes qué figuras mueven sus cabezas y cuál de ellas te saludará; pero vuelves todos los años. Aún encima, ahora te toca ir con niños, así que presumes de sabiduría delante de ellos, reconociendo en sus caras la misma mueca de admiración que un día tu también tuviste en la tuya.
Esta grandiosa recreación del portal de Belén ideada y confeccionada por Alfredo Martín desde el año 1943, se puede visitar en su emplazamiento habitual, en la Glorieta de la Orden Tercera, entre el Parador de Turismo y la capilla del mismo nombre.
La entrada de adultos nos costará 2 euros y la de los niños, 1,5 euros. Podemos visitarlo de cinco a nueve de la tarde, los días laborables; los domingos y festivos, de 12:00 a 14:00 y de 17:00 a 21:00 horas.
2 – Tomar un chocolate con churros en La Bola de Oro
Churros los hay en todas partes, sí; pero no son estos churros y lo sabes. Esta churrería ferrolana se hace todavía más pequeña en Navidad, porque todos queremos combatir el frío con una buena taza de chocolate caliente.
Los churros, pequeños y crujientes, entran solos. Pero también los buñuelos. No olvides llevarte unas cortezas cuando pagues, para ponerle el toque salado. Ya sabes donde están: calle María 88.
3 – Llevar a los de fuera a visitar el Castillo de San Felipe
Los ferrolanos siempre decimos que lo más bonito de Ferrol son los alrededores. El castillo se yergue como una fortaleza inquebrantable y, aunque estemos acostumbrados, sabemos que impresiona. Por eso, no queremos dejar de enseñárselo a nuestros invitados.
Está abierto todos los días, de diez de la mañana a nueve de la tarde. El precio de la entrada es de 1 euro.
4 – Degustar unos chicharrones en el Cubanito
Que no, que es imposible, no los hay en ningún otro lado. El chicharrón ferrolano es único y se echa de menos cuando no los tienes al alcance de la mano. Los necesitas.
El Cubanito se llena en Navidad, el cebo de sus chicharrones apuntando al escaparate, funciona. Atrae a todos los que se pasan por la calle María 155 y corre el Rioja, los abrazos y las tortillas.
5 – Echar una cantada en Pastor
Aunque el rondalleo no acabe de cuajar entre los mas jóvenes, el ferrolano no puede negar la evidencia: todos llevamos un cantor dentro. Y da igual que sea mejor o peor, «o caso é pasalo ben». Sin darnos apenas cuenta, estamos entonando el «Ferrol, Ferrol, Ferrol donde yo nací».
Y sabemos que no hay mejor lugar para eso que Pastor -oficialmente, La Posada, calle Magdalena 85-; donde siempre «reina la alegría». Un vino que te ponen cantando, sabe mejor; además, los jóvenes -que somos todos-, lo sabemos: «Al fondo hay sitio».
6 – Dar un paseo por la playa
Que tenemos las mejores playas del mundo, lo sabemos. Eso es así y que nadie nos lo discuta. De modo que uno no puede dejar de visitarlas aunque sea invierno y apriete el frío. Bien abrigadiños, siempre sacamos un rato para caminar por la arena, ver el mar en todo su esplendor y colgar las fotos de nuestro paseo en Instagram -que todos lo vean y se mueran de envidia-.
Recordad que la prudencia siempre es buena compañera. Nada de expediciones por las rocas para captar el momento «ola rompiendo» ni cosas por el estilo, no queremos que se os estropee la Navidad. Aprovechad para dejaros acompañar de vuestros perros, seguro que pasarán un rato estupendo.
7 – Acompañar a tus sobrinos al Ocio Nadal
O a tus hijos, o a tus nietos. Da lo mismo, es una cita obligada en estas fechas, que garantiza tener a los niños entretenidos durante la tarde, a resguardo de la lluvia y el frío. De paso, nos montamos en el saltamontes que siempre nos ha molado.
Aunque la pista de hielo esté este año en la Plaza de España, el resto de atracciones y talleres se desarrollan en FIMO. Desde las 16:30 a las 21:00 horas, hasta el 12 de enero. La entrada de adultos cuesta 2 euros y la infantil 5 euros.
8 – Salir a tomarte una cañita y acabar en el Zahara comiendo un bocata de tortilla
El surrealismo imperante en Ferrol siempre es imprevisible y no deja de sorprendernos. Aunque salgas de tu casa con el firme convencimiento de tomar «una y me voy», tienes que estar preparado para lo peor (o lo mejor).
Los encuentros con compañeros de colegio, con tu ex del instituto, con tu profesor o con tus hermanos. Todos intentarán que no vuelvas a casa pronto, contra tu voluntad siempre. Que si el Cazadores, que si el Carteles, que si el Baco, que si la Super 8, que si el Guetto… Total, que cuando pones un pie en la calle para volver a casa, ya es de día; ya hay señoras amigas de tu madre por la calle y te mueres de hambre y de vergüenza. Así es como acabas en el Zahara, rodeado de «cazadores de sombras» como tú, devorando el suculento bocata de tortilla.
9 – Hacer tus compras en el centro a última hora
Pretendías levantarte pronto e ir a por los últimos regalos que te quedan sin comprar. Pero «foron tempos» y la resaca de los riojas, las cañas y las copas forzosas en la noche de reencuentros, es monumental.
Así que te levantas a la hora de comer, para cabreo de tu madre, o de tu marido, o de tu mujer. Te endiñas un ibuprofeno y sales a la calle. Vas despistado, así que cometes el error de meterte por la calle Real y comienza el Vía Crucis: parada cada dos metros a saludar y a contestar que estás muy bien. Dos horas más tarde, sólo has podido comprar un regalo, así que decides «hacerte el de Cobas» para ir más rápido y concluir tu misión. Convirtiéndote en un «miope» para la ocasión, que siempre ha estado muy de moda.
10 – Esperar cola para recoger el Roscón de Reyes
Te sigue entusiasmando el amanecer del día 6 de enero. A todos nos hace ilusión aunque vayamos de duros. Llevarte sorpresas y, sobretodo, darlas. Esperar a la familia a que venga a por sus regalos o ir a hacer el recorrido a por los tuyos: «¡Unas zapatillas! Me vienen bárbaro».
Pero no hay dçia de Reyes sin roscón. Y en Ferrol, sabemos donde están los mejores roscones por las colas que llegan hasta la calle. El de Ramos, el de Gascón y el de París, porque la Suíza ya no está. ¿A quién le tocará la sorpresa?, ¿Quién pagará el roscón si le toca el haba? Esos juegos cómplices que pasan de mayores a pequeños.
Hemos elegido estos diez, pero hay muchos más. Cada uno de nosotros vive la Navidad a su manera y la hace suya. Os animamos a que nos lo contéis. Mientras tanto, disfrutad. Estáis en casa y es Navidad. Felices Fiestas.
Debate sobre el post