ALICIA SEOANE | Domingo 22 de junio | 01:22
La noche cae en las calles de Ares entre bollas, chocolate, y niños que abarrotan las calles preparando las alfombras florales, que se desvanecerán en la procesión del Corpus Cristi que tiene lugar en la tarde del domingo.
Hacia las nueve de la noche, las calles comienzan a despertar y animarse, el pueblo entero se vuelca en esta tradición de Interés Turístico de Galicia. Un trabajo colectivo mayoritariamente femenino en el que las mujeres aresanas trabajan desde el pasado 19 de mayo.
Un esfuerzo que desde hace casi 40 años, sigue mereciendo la pena, y que convierte la noche anterior a la celebración del Corpus, en una noche mágica, donde el sueño se mezcla con las flores, los posos, el serrín, el pampillo, la tulla, y todo lo que hace que la villa marinera convierta en fantasía el suelo que pisa cada día.
Las abuelas esta noche se arrodillan con sus nietos, las madres les explican donde poner cada material, las coordinadoras revisan los mapas para que todo quede perfecto. Curiosos se asoman por las ventanas de sus casas, otros se meten a colaborar, en una tradición intergeneracional donde es imprescindible manos de todos los tamaños, los más pequeños acuden ansiosos a formar parte de este día en el que también son protagonistas.
Los bares se vuelcan con los centros, mientras unos trabajan otros pasean, y observan intentando desvelar las temáticas de cada tramo de alfombra, la noche refresca, las puertas de las casas siguen abiertas, las cajas se amontonan, los sacos se van acabando, y las mujeres siguen en los centros preparando los dulces y los termos de chocolate y de cáscaras de cacao (buenísimas), las bollas desfilan azucaradas sobre las bandejas, dulces, tiernas, listas para reponer fuerzas.
La noche es larga, el sueño acecha, pero Ares esta noche no descansa, la satisfacción de subirse al campanario de la iglesia y ver las calles de Ares coloreadas merece la pena.
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