MARTA CORRAL | Ferrol | Miércoles 6 marzo 2019 | 14:30
A Rebeca Atencia siempre le habían dicho que «podría ser quien quisiese». Sus padres, que habían tenido seis hijas y un hijo, tuvieron claro que educar en igualdad a todos ellos les daba alas y recursos para volar libres por el mundo. Y Rebeca voló hasta El Congo hace quince años. Ahora, como directora del Instituto Jane Goodall, recoge este miércoles el galardón del 8M que otorga el Concello de Ferrol en una gala que comienza a las 20:00 horas y para la que todavía se pueden retirar algunas invitaciones gratuitas en la taquilla del Jofre.
Ser «un referente de empoderamento feminino na Ciencia» ha llevado al pleno ferrolano a votar unánimemente por la propuesta de la Concellería de Igualdade que previamente había respaldado también el Consello Sectorial da Muller. Así lo comentó la edil, Saínza Ruíz, en la rueda de prensa donde Atencia explicó a los medios qué suponía para ella recibir este premio.
«Es un honor. Amo Ferrol, es mi ciudad natal y mi patria», dijo la científica ferrolana, añadiendo que «yo fui al Congo buscando un sueño, un objetivo, no me planteé que por ser mujer iba a ser distinto. Me educaron para hacer lo que quisiera». Eso sí, una vez en el país africano, donde los hombres copan los puestos de responsabilidad en los ámbitos políticos y sociales, «tienes que mostrar tu valentía en igualdad de condiciones ante los peligros de la selva».
El alcalde, Jorge Suárez, destacó de Atencia su «amor polo seu traballo, imaxe fiel da loita pola igualdade» asegurando, asimismo, que «queda moito camiño por percorrer»: «Sexa no Congo ou nun consello de administración, a valía non se demostra polo sexo senón polas capacidades das persoas».
Pequeña gran revolución
Rebeca tiene 130 trabajadores a su cargo en El Congo, de los que 15 son mujeres que «trabajan en puntos clave», incide. Cuando tuvo que distribuir los puestos de trabajo, explica, «lo hice en función de las capacidades, no del sexo». Recuerda que cuando dio responsabilidad a las mujeres se dieron «pequeñas revoluciones» como insultos y cuestionamientos.
Un buen ejemplo, relató, fue cuando designó a algunas como conductoras de coches todoterreno, una labor que hace 14 años estaba destinada en exclusiva a hombres. «La policía las paraba más e incluso mordían sus carnés de conducir para ver si eran de verdad», así que, claro, «existe machismo».
Esa escalada de las mujeres en el país donde trabaja Rebeca es vital a la hora de crear referentes para las niñas que no tienen la suerte de que alguien en sus casas les diga que pueden llegar a ser lo que quieran ser. Desde el Instituto han respaldado a una botánica que acaba de rematar su doctorado y será la primera congoleña profesora de Universidad, «todo un orgullo».
«Hay que llevar a cabo iniciativas positivas para que las mujeres lleguen a puestos de responsabilidad, apoyándolas y dándoles libertad porque pueden hacer ese trabajo como cualquier otra persona».
Equilibro entre medio ambiente, animales y humanos
Rebeca Atencia explicó que su trabajo en El Congo consiste en «buscar el equilibro entre el medio ambiente, los animales y las personas». Los chimpancés son, para el grupo de científicos, un «termómetro» para medir los impactos entre los tres ejes. La idea es dar alternativas a las comunidades locales para que puedan subsistir con dignidad, tener trabajo, pero que sea de un modo sostenible.
«Promovemos que la economía local se mueva en torno a la reserva, pero que no entren a destruirla. Les demostramos que proteger la selva les beneficia porque, si la destruyen, se acaban los recursos. La acción local se acaba convirtiendo en global, todos estamos interrelacionados. Lo mismo aquí. Nuestras compras tienen que ser responsables, preguntar el origen y tener claro que los pulmones del mundo son las selvas tropicales que tenemos que proteger».
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