COSAS DE NOELIA | Jueves 21 maio 2015 | 21:46
En este momento social que vivimos, la pasión por compartir se ha convertido en una obsesión. Me refiero a publicar en las redes sociales. Hasta tal punto que hay personas que capturan partes de conversaciones privadas para hacerlas públicas y que todos puedan observar la simpatía de sus participantes, salvando a las palabras de una condena infinita en la triste intimidad.
Así que he unido esta locura con otra gran pasión humana: que hablen (bien) de ti o del lugar de donde eres, y el resultado es esta entrevista real simulada con Beatriz de Madrid vía chat de Facebook, que es el método que utilizamos para estar en contacto y decirnos «a ver cuándo vienes» y «mis vecinos hacían pis desde su terraza a la mía y me mataron todas las plantas».
Cosas de Noelia – Buenas tardes, Beatriz, damos comienzo a la entrevista real simulada. ¿Vale?
Beatriz – No entiendo bien el concepto de esos dos opuestos pero vale.
CdN – Tú eres de una ciudad grande y has venido de visita a Ferrol. ¿Qué recuerdo guardas de este rincón?
B – Tengo un grato recuerdo. Me sentí muy a gusto, tanto por el lugar como por las gentes. Todos los que conocí fueron extremadamente generosos y acogedores. No sé si se trata mejor al de fuera o es lo general, pero en mi caso fue así.
CdN – Se trata mejor al de fuera. Tenemos la necesidad de agradar.
B – Pues lo hacéis muy bien. [Emoticono smile]. Tanta generosidad que me sorprendió. ¡Nunca he visto cosa parecida!
CdN – Desmontemos tópicos. ¿Puedes confirmar la existencia de carreteras en Galicia?
B – Jajajaja. Haberlas hailas. Hay carreteras y por lo que recuerdo están en buen estado. Eso sí: hay mil curvas.
CdN – En cuanto a los medios de transporte para llegar a Ferrol. ¿Qué puedes decirnos al respecto como usuaria?
B – Pues la verdad echo de menos un aeropuerto directo a Ferrol. Pero como eso no lo harán, no estaría de más que fuera posible ir en otro medio sin que sea necesario que alguien te recoja en Coruña o Santiago. Lo que recuerdo es que hay pocos autobuses para llegar desde esas ciudades. Imagino que en parte es porque hablo con mente de Madrid y porque no estoy familiarizada con los horarios del transporte de ahí. Creo que se tiende más a utilizar el vehículo propio. Hasta para comprar el pan.
CdN – Tus amigos de Ferrol te piden que escojas el aeropuerto de A Coruña cuando vienes de visita, que está a media hora en coche en contraposición a la hora que lleva ir a Santiago. ¿Qué opinión te merece nuestra visión del espacio-tiempo?
B – Pues como ya bien sabes, se nos hace extraño que os parezca que Santiago o Coruña están tan lejos. A mí siempre me ha chocado que para estudiar en Santiago la gente alquile allí una casa, pudiendo volver todos los días a la suya, pero eso se debe a que en Madrid nos tienen convencidos de que es normal tardar una hora y media para llegar a trabajar. No creo que lo lógico sea lo nuestro. Alguien me dijo una vez que yo estaba mal acostumbrada. Pero qué necesidad hay de acostumbrarse a lo malo: si algo es malo, hay que mejorarlo, no acostumbrarse.
CdN – ¿Te da envidia que en Ferrol sea posible ir a comer a casa e incluso echar una siesta entre la jornada de mañana y la de tarde?
B – Bueno, ese horario también lo tienen aquí en muchas empresas, pero evidentemente las distancias hacen inviable que se vuelva a casa a comer. Por ello, es un horario lamentable.
CdN – ¿Crees, entonces, que un horario de jornada continuada es más eficiente?
B – Creo que, cuando es posible, el dar a la gente la posibilidad de elegir su horario y gestionar su tiempo es lo más eficiente. Si no puede ser, prefiero un horario con sólo una hora para comer, poder salir antes y disponer de tiempo libre. El dedicar dos horas y media después de comer, a pesar de que se dé en Ferrol, no me parece razonable.
CdN – Continuemos. Has dicho algo bueno de Ferrol y algo malo. Ahora toca de nuevo algo bueno, porque las técnicas sándwich, como bien sabes, son muy resultonas.
B – Los tópicos… Sólo son el de Cance y el de Capiconio.
****sonido de grillos****
CdN – …
B – Algo bueno… ¡La comida! La calidad de la comida ahí, por mucho que se diga, no tiene nada que ver con la de Madrid. Todos los productos del mar son imposibles de encontrar aquí con ese sabor y frescura.
CdN – Desmontemos otro tópico: ¿Es verdad que lanzamos marisco por la calle?
B – Yo lo he visto. Sí. Es lo típico todos los días a las 19,00 h, creo. Cuando ven en el mercado que ya no lo venden, pues lo lanzan.
CdN – ¡Y estamos tan hartos de marisco que nadie lo coge!
B – Estáis ocupados aparcando en sitios imposibles y dejando el coche en cualquier lado. Tanto, que pasáis del marisco.
CdN – ¿Sabes cómo se aparca en Ferrol en zona azul, no?
B – Pues eso no lo recuerdo… No sabía que existiera.
CdN – Sí, sí. Existe. Pero no hay parquímetros. A veces puedes ver a forasteros calle arriba y abajo, dando vueltas sobre sí mismos. Con las monedas en la mano.
B – ¿Y qué hacéis? ¿Dejáis el dinero al lado del coche? ¿La voluntad?
CdN – No hay que pagar. Sólo hay que dejar una nota diciendo a la hora en que has llegado y tienes hora y media para estar ahí aparcado.
B – ¿Lo de dejar la nota… Lo pone en algún sitio?
CdN – Se transmite de generación en generación.
B – ¿Cómo se enteran los forasteros?
CdN – Se les dice pasado un rato. Cuando empiezan a sudar.
B – Sí, ya… ¡Generosos pero muy vuestros!
CdN – Sí. De hecho, te comento antes de continuar: en Ferrol criticamos muchísimo nuestra ciudad, pero no permitimos que nadie de fuera diga nada malo.
B – ¿Y esto qué es? ¿Una entrevista trampa para que me linchen cuando vaya?
CdN – Te he puesto un nombre inventado.
B – Ya … ¡Pero ahí todos os conocéis!
CdN – Es verdad. Bueno. Sigamos. Beatriz, tú eres arquitecta. Hace unos años participaste en un concurso internacional y ganasteis el primer premio. Cuéntalo, por favor, que presumo mucho de ello pero no recuerdo bien.
B – En 2011 ganamos un concurso internacional para construir una serie de auditorios y museos en una bahía de 11 hectáreas de una ciudad de Taiwan llamada Kaohsiung. Es la desembocadura del Love River. Ahora está ya en fase de construcción y esperamos que pronto esté terminado.

CdN – ¿Qué tal la experiencia?
B – Bueno la mayor parte del proyecto la desarrollamos desde Madrid, pero, claro, después fue necesario que viajáramos allí en muchas ocasiones para realizar la coordinación con los trabajadores locales. La experiencia ha sido una gran aventura. Ha tenido momentos muy duros, pero una vez pasado lo peor, nos queda un recuerdo fantástico.
CdN – Tras conseguir ese premio tan importante supongo que recibirías la felicitación de tu alcalde.
B – ¿De qué alcalde?
CdN – Del de Madrid. ¿No tenéis alcalde?
B – Bueno… Nos felicitó la alcaldesa de Kaohsiung.
CdN – ¿Ves? Si fueses de Ferrol, el alcalde te felicitaría.
CdN – Como arquitecta, ¿qué te llamó la atención en Ferrol?
B – Recuerdo el Barrio Vello, como una zona con mucho encanto, apena un poco que no sé puedan dedicar más medios a la conservación. También recuerdo pesar en los ciudadanos por las continuas obras de la Plaza de España. La zona del centro, la de las galerías, también tiene mucho encanto, un lugar para conservar y proteger.
La construcción característica de la ciudad le da su personalidad, además, si se construía de esta manera será porque era lo adecuado según el clima. Los edificios modernistas, muy integrados y desarrollados a partir de la construcción típica de las galerías. A mí me parece precioso. En conjunto le dan el carácter melancólico de Galicia. Esa musicalidad que también tiene el habla.
CdN – ¿Tus anfitriones en Ferrol te enseñaron también la parte más fea de esta ciudad?
B – Me emborrachaban continuamente para que fuera ciega todo el día y no pudiera verla. Porque ahí sois mucho de ofrecer licor café, porque es casero y, claro, no lo puedes rechazar. Y cómo no te lo vas a tomar. ¡Y cómo no vas a repetir dos platos!
CdN – ¡Y LAS PLAYAS, QUÉ!
B – Las playas son una preciosidad. Bueno, el entorno en general. El verde que se ve ahí no lo ves cuando bajas a Castilla. Simplemente aquí no existen esos colores. Recuerdo que pude experimentar un viaje por un bosque para disfrutar de las vistas al mar desde un alto, que fue una divinidad porque había tanta niebla que parecía la película de Los Otros. Nunca había visto una niebla tan espesa, parecían efectos especiales.
CdN – ¿Dónde fue eso?
B – No sé. Tú cogiste el coche y nos llevaste muy decidida a… LA NIEBLA. Eso sí, te cabreaste con el clima como si eso no fuera lo normal. Inexplicablemente hemos vuelto a Galicia después, debe ser que el clima es lo de menos.
CdN – Has mencionado nuestra musicalidad al hablar, que es otro tópico. Como el clima.
B – Es musical pero a veces también cortante. Si no os conociera a veces pensaría que son respuestas en un tono borde.
CdN – Cortante. ¿Has sido víctima de nuestra sorna?
B – Sí. ¡La he sufrido tanto que ya me parece que es lo corriente! Pero vamos que no me la tomo a mal
CdN – A veces no se nos entiende, pero es siempre con cariño. Hay que acostumbrarse. No vacilamos para herir sino para conectar.
B – Ya me he acostumbrado, sí.
CdN – ¿Nos entiendes aunque no empleemos verbos compuestos?
B – Normalmente yo sí, aunque a veces me ha pasado lo contrario: no me han entendido a mí. Por ejemplo, un día hablando por chat con gallegos conté en una conversación que me atropelló un coche. Pensaban que me acababa de pasar y se asustaron mucho, preguntando ¡¡¿Estás bien?!! Y yo les decía: A ver, no he dicho «me ha atropellado un coche»; he dicho: «a mí me atropelló un coche». ¡Encima me decían que lo había expresado mal!
CdN – Y PARA FINALIZAR, el postre, como no podía ser de otro modo. ¿Bolla de azúcar te dice algo?
B – Pues sí. Es el postre que mis amigas tienen idealizado desde nuestra visita a Ferrol. Después de una comida «frugal» de callos, y no recuerdo cuántas cosas más, van y se empeñan en regalarnos LA BOLLA, que está hecha con manteca. Y allá que cogimos el coche de vuelta a Madrid con el estómago bien lleno y sin dormir la siesta.
A mitad de camino paramos a reponer fuerzas y probamos la delicia que llevábamos sin saber en el maletero. Y desde entonces… No lo hemos superado: mis amigas me insisten en que volvamos a por más. La empanada es muy rica, pero es que la bolla fue una sorpresa. Como un secreto bien guardado.
CdN – Hemos terminado. ¿Quieres añadir algo más?
B – Que muchas gracias a todos los gallegos que siempre me han tratado con tanto cariño y que quiero volver pronto, que ya tengo morriña. Me parece que me voy a ir a comprar un helado. ¿Tú has comido?
[Nota: He sustituido sus “allí” por “ahí”. No sé si fue confusión por su parte o si aun siendo consciente de que hablaba conmigo y mi ubicación, es el adverbio que emplea habitualmente en estos casos. Como el “venir” de Cataluña y Mallorca]
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