EDUARDO ALONSO LOIS | Martes 24 de junio de 2025 | 11:55
Estos días la prensa recogía las palabras de nuestro alcalde sobre «que la ubicación que ha desatado la polémica se eligió bajo criterios técnicos y tras escuchar a patinadores y la asociación de vecinos» en relación al ‘skatepark’ en Canido. Pues bien, para nada, los criterios técnicos para hablar sobre los usos del suelo residen exclusivamente en los arquitectos.
Esto me ha recordado la cantidad de veces que, durante estos años, en tertulias y reportajes periodísticos, para debatir sobre la peatonalización se ha llamado sobre todo a dueños o empleados de tiendas, cafeterías, u hoteles; y, si acaso, como complemento exótico, a algún arquitecto.
El problema es que todo esto nos lleva a generar una opinión pública completamente desnortada, en donde se valora lo mismo la opinión del profano que la del profesional, apoyado siempre en una máxima irrefutable, muy nuestra: «porque yo lo veo perfectamente». Sin entender que, como dice un aforismo muy desconocido, «sólo se ve lo que se sabe». Es decir, poco se puede entender a través de la vista si no se sabe de lo que se está mirando.
Si, como profanos, no somos capaces de discutir sobre cómo se debe operar correctamente un cáncer de próstata, tampoco debemos hacerlo sobre urbanismo, porque, aunque no nos demos cuenta, estaremos diciendo las mismas barbaridades.
Y es obvio que no vamos en la buena dirección, pues el colectivo de los taxistas ha conseguido devolver su parada a la Plaza de Armas y los comercios del centro han logrado que prime el uso del vehículo privado en el plan de movilidad y que campe a sus anchas por la Magdalena. Todo esto, aparte de volver al pasado, nos lleva a un presente muy poco cívico.
Dicho todo lo cual, los procesos participativos que incluyen a ciudadanos, asociaciones vecinales y a negocios implicados son fundamentales, pero siempre dentro de un orden.
Porque la única solución eficaz proviene de un urbanismo que surja del comportamiento ciudadano y de criterios técnicos de actuación. Debe existir una constante intercomunicación y una responsabilidad compartida que no debe confundir sus respectivos papeles.
En primer lugar, la reivindicación social denunciando sus necesidades y las situaciones conflictivas. Pero la cristalización práctica de esas demandas es competencia exclusiva de los técnicos en urbanismo, que son los responsables de elaborar proyectos viables y de calidad en favor del bien común de los ferrolanos.
No olvidemos que la arquitectura y el urbanismo crean ambientes y esos ambientes conforman conductas.
Desde aquí os conmino a generar debates sobre todas las cuestiones vitales para nuestra ciudad en donde los invitados sean los profesionales más reputados en cada materia. Solo así, Ferrol podrá convertirse en una ciudad modelo del siglo XXI.
Para acabar, observo con sana envidia como, para hablar sobre el incomprensible enmudecimiento musical de la ciudad, se está escuchando a los enormes músicos con los que cuenta Ferrol. Como debe ser.
Ojalá la música vuelva a llenar nuestras calles.
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