ARY LÓPEZ | Miércoles 25 septiembre 2013 | 13:03
¿Compartes esa agradable sensación de pensar en sentarte en un sofá al pie de una ventana o una chimenea encendida, vistiendo gruesos calcetines, un pijama de cuadros y ver una película bajo una gran manta de lana saboreando un chocolate caliente?
Nos pasa a menudo que a las amantes del verano, por mucho que nos aferremos a no dejar escapar la estación del sol, imaginemos la comodidad de una tarde oscura, fría y lluviosa de invierno. Y aunque parezca que me he saltado una estación, en realidad no me olvido del maravilloso otoño, con el que en Galicia la línea tan fina que traza con la estación que le sigue es apenas inapreciable. Aunque recelamos decir adiós a la época estival, ansiamos poder tener algún momento de paz y resguardo al calorcito de nuestros hogares. Allí donde nos creemos invencibles y donde el tiempo parece tomar forma abstracta.
Esa es para mí una de las cosas guays que trae el invierno. Poder hacer nada más que tirarse a ver una comedia romántica -o el último capítulo de Homeland– protegida por una enorme capa peluda que hemos confeccionado con mucho tesón y ternura.
Además de ésta, hay muchas actividades que en verano no se pueden -o no se deben- hacer. Algunas de ellas son por ejemplo las que ofrece la mercería ferrolana Miquinho, una joven tienda de suministros de material de arte y artesanías que funciona desde hace apenas unos meses, pero que viene pisando fuerte para hacerse un hueco en el negocio local. Como bien definen en su web, este proyecto es «unha mercería, unha tenda de artesanía feita en familia, un obradoiro, unha sala de estar e calcetar, un almacén cheo de posibilidades, un local novo pero vello ao mesmo tempo, unha tenda de barrio e unha tenda na rede…». No me neguéis que no apetece calzarse las zapatillas y entrar. O directamente, agarrar dos agujas y comenzar a tejerlas nosotros mismos.
En definitiva, Miquinho viene a ser un establecimiento creado para que podamos cumplir la misión de acabar esa prenda que un día quisimos convertir en colcha de cama pero se ha quedado en proyecto de bufanda para perro pequeño.
Laura Cunha está al mando de esta tienda ubicada en O Inferniño, concretamente en el bajo 26 de la calle Manuel Belando. Decidió abrirla en el mes de mayo, temporada que, admite, «ha sido una época malísima para este sector, aunque tiene sus ventajas para cuando venga lo gordo» y se comiencen a demandar prendas para combatir el frío.
La iniciativa para esta licenciada en Publicidad y Relaciones Públicas surgió porque «estaba harta de trabajos muy inestables y me vi con ganas de hacer algo en este sector que tenía posibilidades para mí. Además es algo que podía unirlo todo. La decoración, las manualidades, el comercio… me gustan. Y he podido diseñar el logotipo, pintar los muebles, hacer todo más personalizado».


Miquinho también ofrece cursos de calceta, ganchillo, costura o confección de prendas infantiles, con un profesor para cada especialidad. «Yo acudía a clases de costura en asociaciones vecinales donde los grupos estaban muy encasillados y la gente nueva que quería entrar lo tenía más difícil. Por eso decidí también crear un sitio donde poder apuntarse a lo largo de todo el año que ofreciera talleres más flexibles».
El toque diferente de esta mercería lo pone también la posibilidad de vender productos a través de la red. Dentro de unos quince días, Laura admite que podremos realizar la compra desde el sofá. Y en su web encontraremos artesanía de Miquinho, artículos de mercería y especialmente lanas de la marca francesa Phildar, «porque por problemas con el distribuidor en España se dejó de vender hace diez o quince años. Yo me puse en contacto con la firma y me dejaron la exclusividad de la marca en Ferrol».
Y parece que la apertura del nuevo local ha sentado muy bien en el barrio porque, según Laura, el bajo llevaba vacío 25 años. «Ferrol está necesitado de movimiento y se debería cooperar mucho más, pero los alquileres no bajan. Los precios son terribles. Yo tuve mucha suerte con mi casero, que me dejó este local bastante asequible».
Al hablar de clientela, normalmente generalizamos hacia el sector femenino, pero Laura admite que «es la triste realidad, lo que abundan son clientas». Y en cuanto al producto, «la gente es muy tradicional, y ahora mismo se mira mucho el precio. A pesar de ofrecer lanas ecológicas, sólo la gente joven se interesa por las composiciones naturales, pero son minoría porque el barrio está bastante envejecido. Eso sí, espero que la tienda online me ayude a desencasillarme y vender más variedad».
Si has decidido que «de este invierno no pasa» el aprender a crear tus propios trapitos, tienes la posibilidad de hacerlo en los talleres de Miquinho que comenzarán a funcionar en el mes de octubre. Tal vez para las Navidades, alguien agradezca recibir de regalo una exclusiva chaqueta de punto.
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