FERROL360| EDITORIAL | Martes 26 mayo 2015 | 14:10
Este martes llega Jordi Évole a Ferrol para recoger el premio José Couso a la Libertad de Prensa. Un galardón del que el propio ‘follonero’ ha dicho que ojalá no existiese. Así, Couso no hubiese sido asesinado en Irak y los periodistas ejercitarían la libertad que su profesión y conciencia les dictasen, sin consejos de administración fijándoles la mirada en la nuca.
Llega Évole a la ciudad naval después de unas elecciones que han bajado a más de uno a la tierra, después de arrojarles un gran jarro de agua fría, y tras una campaña que ha evidenciado el compromiso y el rigor de los profesionales de la prensa de nuestra comarca, a pesar de la que está cayendo.
No queremos marcarnos un autobombo, no. Pero sí queremos que esta primera editorial de Ferrol360 esté dedicada a nuestros compañeros.
En la locura de los días de campaña, con 20 ruedas de prensa fijadas a diario, un centenar de formaciones políticas en las tres comarcas -recordemos que, sólo en Ferrol, eran 10-, y el deber de ofrecer a los ciudadanos información de todas para que pudiesen elegir su opción de voto en función de lo que realmente más les convenciese y no sólo en función de lo que más conocían de antemano, se ha visto-leído-escuchado una prensa a la altura de las circunstancias a pesar de la merma de las redacciones que se está sufriendo.
Recordaban algunos de los compañeros que, sin ir más lejos, en la anterior campaña, cubrían unos 10 redactores lo que hoy están obligados a cubrir 3. «La culpa es nuestra», decía una periodista, «si no tenemos apoyo, nos echamos más páginas encima, ¿que no hay infógrafo? hacemos nosotros un apaño, ¿que no hay técnico? hacemos autocontrol, ¿que el fotógrafo está ocupado? sacamos nosotros la foto, ¿que el cámara no llega? grabamos nosotros las imágenes, ¿que hay que hacer labor comercial? se hace», el verdadero horror del desmantelamiento es que las empresas nos están haciendo parte de nuestra propia destrucción.
A eso, y a las horas robadas y los dolores de cabeza frente al ordenador por sueldos realmente bajos en muchos de los casos, hay que sumarle las presiones de algunos partidos: «¿Os he mandado una nota de prensa y no me la habéis publicado?, ¿Por qué no habéis venido a mi rueda de prensa y sí a la del otro?». Y así todo.
Mucha información concentrada, pocos periodistas y aún encima coacciones y exigencias.
Pero a pesar de todo ello, la cobertura ha sido magnífica y sólo gracias a que en esta ciudad convertida en pueblo, hay una prensa seria, comprometida y trabajadora. Ojerosa, pero dispuesta. Atenta. Rápida.
No sería justo olvidar en este texto a los compañeros y compañeras que están al otro lado, en gabinetes y agencias, pues nos han facilitado mucho el trabajo a los que debíamos ir de sede en sede. Ellos han sido, en muchos casos, parte de nuestros ojos y oídos, para poder ofrecerles a nuestros lectores-oyentes-espectadores la mejor información posible.
Esperemos que la ola de ilusión que parece haberlo inundado todo, salpique también a los medios de comunicación y a los profesionales que los hacen posibles. Que recuperemos las nutridas redacciones que un día existieron y podamos irnos a dormir tranquilos sin sentir la frustración de no haber llegado a algo porque «el día no ha dado para más». Que no nos acostumbremos a vernos con las ojeras puestas.
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