
MARTA CORRAL | Ferrol | Martes 29 marzo 2016 | 8:33
«Por los refugiados», «Por los cristianos de Irak», «Para que siga habiendo mucha salud en mi familia», «Para que todas las personas a las que quiero sean felices», «Que volvamos a ir de vacaciones a la nieve», «Que apruebe todas», «Que Ferrol recupere habitantes». Tantas peticiones le han llegado este Lunes de Pascua a la Virgen del Nordés como ferrolanos y devotos han subido hasta la ermita para depositar su vela, cumpliendo así con una de las tradiciones más arraigadas de la ciudad naval.
Desde primera hora de la mañana más de medio centenar de negocios ambulantes se agolpaban desde la ermita hasta mitad de la carretera, intentando colocar a los romeros las tradicionales rosquillas o los cirios, pero también todo tipo de dulces, juguetes e incluso ropa. Vistos desde lejos salpicaban de colores la falda de la montaña, a la que personas mayores o con movilidad reducida subían gracias a un autocar facilitado por el Concello de Ferrol.
Sin lluvia, pero con fuertes rachas de viento que obligaban a los vendedores a sujetar con fuerza sus toldos, el pico de romeros se registraba en el ermita de Chamorro justo antes de la salida de la procesión, en torno a la una y media de la tarde. Un templo lleno a rebosar donde no cabía un alfiler, un atrio apurando sitio para las velas, que se apagaban con facilidad debido al viento, y un campo que les servía a muchos de asiento para reponer fuerzas.
Al finalizar la misa, la imagen de la Virgen de Chamorro volvía a recorrer la romería portada por cuatro hombres y acompañada de las gaitas y los tamboriles que no pueden faltar en ninguna romería que se precie. La avalancha de romeros se dejaba notar más que nunca y, móvil en ristre, docenas de ellos perseguían la procesión para inmortalizar el momento.
Otros, que no recordaban o no habían estado nunca tan cerca de la imagen, se mostraban muy sorprendidos y decepcionados por su avanzado deterioro: «La verdad es que subir aquí es tan idílico… El camino, las velas, las rosquillas, las vistas… Hasta que ves esto y se te cae el mundo a los pies», contaba a Ferrol360 una coruñesa que acudía por primera vez a Chamorro.
Lo cierto es que tanto el rostro de la Virgen como el de su hijo, que le sale del pecho, recuerda más a una muñeca antigua que a una imagen religiosa y pide a gritos una buena restauración o, en opinión de los más críticos, su sustitución.
«Pero no creo que hagan nada. ¿Qué vamos a esperar si se trata de un lugar religioso que es privado, que no pertenece ni a la Diócesis ni al Ayuntamiento?», criticaba una vecina de Serantes, cuestionando el modelo de gestión de la ermita, propiedad de una familia particular.
Menos ambiente
Quizás la incesante lluvia del domingo fuese el motivo del ligero descenso de romeros en este año. Sólo un puñado de pandillas se animaban a compartir fiambrera y comida campestre en el entorno, buscando huecos a resguardo del viento.
De hecho, una vez finalizada la procesión, en los alrededores de la ermita apenas quedaba un centenar de personas. Aunque, eso sí, el goteo de gente era continuo. Niños, jóvenes y mayores subiendo por el camino más agreste y bajando por la carretera.
Han quedado atrás, parece, los tiempos en los que enormes pandillas de adolescentes subían a Chamorro para echar todo el día entre bocatas del Canario y garrafas de calimotxo. Ahora, los que lo hacen, tienen la fe puesta en el cirio que han dejado en el atrio: «Que tengamos trabajo para no irnos».
Pincha en la imagen para abrir la galería
[EasyGallery key=’182′]
Debate sobre el post