MARTA CORRAL | Ferrol | Sábado 25 marzo 2023 | 15:30
Hay pocas personas que tengan unos principios tan férreos como Félix Sande (Ferrol, 1955) y sospecho que por eso ―además de por su carisma para los números― lo fueron a buscar cuando las cofradías se dieron cuenta de que necesitaban una coordinadora que evitase la desaparición de la Semana Santa ferrolana. Este sábado, en el marco del pregón que dará Ramón Loureiro en le Jofre, la Junta le otorga la Medalla de Oro en reconocimiento a su trabajo en aquellos complicados años que ahora recuerda con Ferrol360.
Sentados en el Bla Bla Café, próximos a lo poco que queda de las ruinas de un edificio en el que se ubicó la sede de la OJE, en Dolores con Méndez Núñez, Sande rememora sus comienzos en la Semana Santa tocando el tambor en su banda, cuando empezó a tomar contacto con la familia Casares y a introducirse en la Cofradía de Dolores: «Tendría unos 15 años y empecé de capuchón en San Juan, después en la Piedad y, más tarde, ya estaba arreglando tronos y coordinando las procesiones», enumera.
Sus estudios en Madrid ponen tierra de por medio con esta vida cofrade, pero continúa involucrado y Tito Casares, presidente de Dolores por aquel entonces, consigue involucrarlo en la creación del tercio del Yacente en 1988: «Me di cuenta que aquello era una maniobra para intentar eliminar al Santo Entierro, así que me cogí tal rebote que devolví el hábito poco después y no volví a ninguna otra cofradía. Entiendo una rivalidad sana, buscando mejorar, pero no eso de tratar de borrar al resto», explica.
Problemas económicos y de convivencia
En el año 1991 entró de concejal por el Partido Popular y estuvo en el Gobierno local tres meses hasta que PSOE e Izquierda Unida llegaron de nuevo a un acuerdo para conformar el bipartito capitaneado por Manuel Couce Pereiro. Fue durante aquellos años de implicación política cuando llamaron a su puerta de nuevo desde la Semana Santa: «Era enero de 1993 y apareció en el Ayuntamiento Antonio Bartolomé, de las Angustias, y me contó que tenían problemas entre las cofradías, que querían hacer una coordinadora, y que habían pensado en mí», rememora.
No era Sande amigo de «meterse en rollos» en aquel momento, pero su gusto por la Semana Santa inclinó la balanza del lado cofrade. Relata que los problemas entonces se podían agrupar en dos: económicos y de convivencia entre las hermandades. La primera de las problemáticas tenía que ver con diversas deudas que se habían ido contrayendo hasta que los proveedores llamaron a la puerta de la Domus y el obispo, por entonces José Gea Escolano, los llamó a capítulo.
«La Diócesis no sabía nada, nunca quiso nada con las cofradías porque había una separación entre la Iglesia y la Semana Santa, que decían que era un jolgorio. Lo cierto es que hay que ver lo que es cada cosa porque la liturgia no está reñida con las procesiones, pero la gente no va a ir a la iglesia si les pones la proa», reflexiona, valorando en segundo término que algunas cofradías de entonces se dedicaban a boicotear a las otras durante el transcurso de los cortejos procesionales: «Había una gran desunión», zanja.
De las auditorías a ser de Interés Turístico Nacional
Tras aceptar el cargo de vicepresidente, Sande inició auditorías en las cuatro cofradías ―la Merced en aquel momento no se había refundado todavía―: «Soy Graduado Social y lo mío son las cuentas», aclara, precisando que al conocer la contabilidad de cada hermandad, se pusieron en marcha los ajustes necesarios para sanearlas y poder empezar de cero. Su labor siguió su cauce asesorándolas para conseguir subvenciones y respaldo de empresas, para que se supieran mover todas mejor y animarlas a ello.
«Fueron tiempos difíciles. Imagínate cómo me miraban cuando me sentaba en las reuniones, que hacíamos primero en las cafeterías, porque no teníamos tampoco local y finalmente en San Julián, donde la gente le tenía más respeto a don Ramón y funcionaba mejor. Íbamos a la Diputación a Coruña o a la Xunta a Santiago y lo pagábamos de nuestro bolsillo», sostiene Sande, que se pasó el tiempo que estuvo en la Coordinadora haciendo una labor de control y diálogo para que no hubiese boicots y aumentase la unión, un extremo que finalmente se logró, al igual que la Declaración de Interés Turístico Nacional en 1995.
Con el brush en ristre
«Hacíamos de todo, yo hasta barrí las calles», expresa divertido, llevándonos en el tiempo a aquellas míticas huelgas de Urbaser que llegaron a ser habituales durante la Semana Santa de Ferrol. «Íbamos a salir en procesión y estaba lleno de basuras, cristales… Tenía miedo que los cofrades se lastimaran, así que fui a hablar con Couce Pereiro. Fue en el 96 y yo ya no era concejal, pero me dijo que él no podía hacer nada, que hablase con Pintos, de la CIG. Yo no lo conocía, pero fui a hablar con ellos para pedirles permiso para limpiar», relata.
«Me presenté allí y la casualidad fue que uno de los barrenderos era conocido mío del instituto, así que me presentó a Pintos. Le expliqué que íbamos a salir descalzos y que solo les pedía que me dejasen limpiar las calles a mí con gente de las cofradías y con dos bomberos echando agua a presión. Me dijeron que si no iba ningún trabajador, adelante. Limpiamos en serio, con brush y agua, y desde aquella me hice amigo de Pintos».
¿Una Semana Santa coruñesa?
Félix Sande presentó su dimisión de la Coordinadora en el 95 por desavenencias, pero en el 96 lo llamaron de nuevo y continuó hasta octubre de 1998, cuando tuvo que empezar a preparar oposiciones. Le preguntamos cómo sería la Semana Santa de Ferrol si no hubiese habido un organismo como el que presidió y no se lo piensa: «No habría Semana Santa. Es más, Paco Vázquez [alcalde coruñés de 1983 a 2006] quería comprar la Semana Santa y podría haberlo conseguido si no intervenimos. De hecho, se quiso replicar allí y hacer dos paralelas».
«Conseguimos evitar eso, hacer una Coordinadora que unió a las cofradías y puso fin a los problemas, y el que nos ayudó mucho fue Emilio Fernández, que es el que sabe de Semana Santa. Me ayudó a ponerme en contacto con Sevilla para hacer los estatutos y empezar a funcionar, me asesoró mucho porque yo no sabía la realidad de lo que teníamos o no de valor. También me reuní con los de Viveiro porque considero que debemos ir de la mano, no enfrentados. Me gusta ver que todo eso sigue e incluso ha ido a mejor».
Un obispo que no quería mujeres
A Félix Sande también le tocó buscar relevo y habló con Meca Arcos, que capitaneó la Coordinadora desde el 98 hasta 2014. «Me había dicho que le podía gustar y tuve que convencer a Gea Escolano porque no quería ni de broma a una mujer. Le dije que era una persona muy válida, que sabía moverse muy bien, que había sido concejal, que era muy religiosa, que daba clase en un colegio de monjas… Entonces, accedió a probar y, mira, estuvo 16 años hasta que las cofradías, que yo lo entiendo, quisieron ser dueñas de su futuro».
«Una coordinadora se monta cuando hay revuelo, como una gestora, y después se deja para que entre ellos se organicen. Y a la vista está, que creo que están funcionando bien. Yo, desde luego, después de aquellos años me sigo llevando muy bien con todos», valora Sande que, por si acaso, aclara que no podría volver a implicarse en un proyecto de este estilo porque «me conozco, no podría hacer nada sin asumir responsabilidad ni echar horas, y yo ahora, desde que estoy jubilado, me muevo a mi aire con mi mujer. Pueden contar conmigo para una cosa puntual, eso sí».
Le preguntamos para finalizar qué procesiones no se pierde y confiesa que «yo defiendo a toda la Semana Santa de Ferrol y me gusta verla aunque ya no aguante como antes. Me gustó el acto del Desenclavo, que la Soledad apueste por los pasos a hombro, la salida de la Virgen de las Angustias… Pero yo sigo siendo de Dolores. Veo sus salidas y, por supuesto, voy a rezar a San Julián cuando están la Dolorosa y San Juan dentro». ¿Y esta medalla le hace ilusión? «Siempre te gusta que te reconozcan el trabajo porque lo que hicimos no fue broma, fue duro y aun encima pagando, así que estoy satisfecho por esto y por ver que todo sigue funcionando bien».
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