SANDRA REGO | Moeche | Domingo 18 agosto 2013 | 11:15

Tras una tarde tranquila con juegos populares y obradoiros, la trigésima cuarta edición del festival Irmandiño de Moeche daría paso a las actuaciones precedentes al asalto del castillo.  La gente, poco a poco, fue tomando sitio en el césped enfrente al escenario o se arrinconaba cerca de la barra del fondo. Sin perder la sonrisa, esperaron con calma el momento en que la música tradicional llenara el cielo de acordes. Sin embargo, esto no sucedió tal como estaba previsto en el programa.

En primer lugar, las chicas del grupo de danza fusión Bulebule Vintage estaban preparadas para actuar a las nueve y media de la noche. Ofrecerían un taller de baile para los asistentes además de su actuación de folk fusión. Por motivos técnicos éstas tuvieron que esperar durante horas hasta que llegara su momento.

Mientras se veía pasar de un lado a otro a la organización un tanto nerviosa por los problemas de sonido que estaban teniendo, el grupo gallego Os Cempés se acomodaba encima del escenario para hacer unas pruebas que se alargaron durante una hora. El público cada vez era más numeroso, llegando hasta cerca de un millar de variados asistentes; padres con niños durmiendo en sus regazos que se preguntaban si podrían ver alguna actuación antes de medianoche o jóvenes que, con tal de que sonara la música fueran pruebas o no, les bastaba para pasarlo bien.

La barra de bar y el stand de merchandising de la Asociación Cultural Irmandiños de Moeche fueron el reclamo en ese período de espera. Contiguo a éstos, encontramos un toldo un tanto inusual, que también estuvo presente en el festival celta de Ortigueira. Los chicos de Asfedro, asociación ferrolana de drogodependencias, volvían a un festival para ofrecer información a aquellos que tuvieran dudas con algún tipo de droga o quisieran analizar algún consumo que fueran a realizar durante la noche. «O obxectivo é, xa que o van facer, que se reduza o seu risco», explica uno de los responsables del stand.

Alrededor de las once, uno de los miembros de Os Cempés cogió el micrófono y, por iniciativa propia, pidió disculpas por las horas que los asistentes llevaban esperando. Argumentó que ningún grupo había llegado tarde y animó a que la gente que se encontraba sentada «moviera os seus cús» para animar al grupo folclórico Airiños dos Carrís que estaban a punto de comenzar su actuación en una plataforma anexa al escenario.

La organización no quiso ser menos, y también quisieron subir al escenario a pedir disculpas. La portavoz destacó que había dos tradiciones que no podían faltar en el festival: algo de retraso y pocos fondos para realizarlo, e incentivó a que se colaborara con la comitiva «no que poidades, que as cousas non están para moito. Quedan centos de cervexas por vender e un montón de bocadillos para que recuperedes as forzas».

Al fin, la Sociedad cultural de Cerdido Airiños dos Carrís, dio comienzo a la noche más tradicional de la comarca con sus jotas y muiñeiras. Con alguna que otra gota de lluvia por el medio, que no impidió que las actuaciones siguieran su curso, continuaron en forma de pasodobles Os Cempés ya preparados sobre las tablas.

Tras la banda y justo antes del asalto, que se retrasó algo más de lo normal, las chicas de Bulebule Vintage pudieron bailar al son de la música folk. Y, más vale tarde que nunca, las antorchas comenzaron la procesión hacia el centenario castillo para rememorar, una vez más, el movimiento irmandiño sucedido hace más de cinco siglos.