«Los tiempos cambian», ha sido mi reflexión tras ver este año el Santo Entierro a su salida desde la concatedral de San Julián. Los niños siguen tendiendo una mano para pedir estampitas, pero la otra la tienen ocupadas con móviles o cámaras de su tamaño para sacar fotos a los capuchones que recorren las calles. La última generación de la tecnología también sale de gala a la calle estos días.
Esta Semana Santa que ha traído sol y buen tiempo, aunque tardó unos días en dejarse ver, nos deja unas calles aglomeradas que adornan el centro urbano como hacía tiempo que no veíamos. Y lo que nos gusta así. Los balcones repletos de familias cual Sevilla, que no quieren perderse el momento. Los adolescentes con sus temidas pipas plagan el suelo mientras esperan a que pasen los cofadres. Los padres con las sillitas de bebés intentan atravesar las filas de personas que se amontonan en las calles y los mayores ocupan los lugares más privilegiados con posiciones estrátegicas debido a su larga experiencia en la Semana Santa Ferrolana.
La procesión del Santo Encuentro dejó paso a la procesión del Traslado, que se dirigió a media tarde hasta la Concatedral, llevando consigo a dos de los pasos protagonistas en el desfile de la mañana, San Juan Evangelista y la Virgen de Dolores. Ambos acompañaron al Cristo del Santo Entierro dentro de su urna, obra de Urbano Anido en 1891, e hicieron el recorrido desde la calle de la Iglesia, pasando por Rubalcava, Arce, Magdalena y volviendo al punto de inicio.
El desfile del Santo Entierro paseó por las céntricas calles de Ferrol durante el atardecer para dar paso a la procesión de la Soledad de la Orden Tercera y para rematar el día grande, antes de la medianoche, la de Os Caladiños, en la que San Juan y la Virgen de Dolores continuarán su marcha hasta el año que viene.
Debate sobre el post