CAROLINA PERNAS / MERO BARRAL | Ferrol | Viernes 12 junio 2020 | 19:15
Cientos de mesones, vinotecas, restaurantes y locales de hostelería de diversa denominación se han puesto ya en marcha. Todos comparten una misma misión, darnos de comer en esta nueva normalidad. Estas son las historias de cuatro de ellos y no, no iba buscando una entrada a lo Equipo A, pero cosas más raras he escrito, no nos vamos a engañar.
O Camiño do Inglés
Dani López vio venir la pandemia desde lejos y acercarse, no tan poco a poco, en un año que debería haber sido de celebraciones por su décimo aniversario. «Yo llevaba dos meses con el coronavirus en mente porque tengo amigos que lo estaban viviendo muy de cerca», nos dice.
De hecho, sus planes de ir a Hong Kong a encontrarse con uno de ellos a principios de marzo cambiaron abruptamente para dar paso a la incertidumbre: «¿A quién le preguntas lo que hacer en esta situación?».
De las razonables preocupaciones prácticas, «mi letra de fin de mes, mi hipoteca, mi seguro, mis impuestos…», se pasó a toda una acumulación de sensaciones, «lo pasé mal, no dormía, lo ves todo negro». Cuando el horizonte se despeja, las cabezas creativas empiezan a dar vueltas y la de Dani no es una excepción.
A mediados de mayo, iniciaron el «crossover» para los que echaban de menos un extra de originalidad en la comida a domicilio y ahora, con Josefa’s Bar ya abierto al público, faltaba recuperar O Camiño, un lugar que se ha convertido para muchos en escenario de celebraciones especiales. Fue hace escasamente unas horas, dependía de los necesarios ajustes.
Lo que es seguro es que su chef y cabeza de equipo abre las puertas cargado de ideas. «Quiero trabajar solo con menús degustación, porque hay que ser sostenible, y empezar uno nuevo, mirando más a Ferrol, que sea nuestro», nos desvela Dani.
Basado en los «clásicos» de la gastronomía local, se llamará «Menú Filispín» y nos traerá recreaciones de esos platos que todos conocemos: «Mi interpretación, por ejemplo, del bocadillo de tortilla del Canario o las patatas rellenas de El Ideal».
Estará más cerca del bolsillo de todos, algo que se agradece en plena crisis económica, pero sin perder las cualidades de un restaurante que se ha ganado su reputación a base de tener siempre los platos anclados en el mejor producto local.
«Yo no quiero que venga alguien que no ha estado nunca en Ferrol y se pida el ‘Filispín’, yo quiero que lo disfrute alguien que es de aquí, es para nosotros», sentencia López. «Que vengan a pasarlo bien, quiero que se olviden de toda esta mierda», Dani dixit.
A Barcia
Gonzalo, propietario de A Barcia, tiene una gran ubicación en el Cantón, pero un local de dimensiones reducidas, que presenta sus propias complejidades en esta nueva situación. A punto de cumplir dos años de vida y ante las demandas que trae una pandemia, demostraron que tienen la virtud de saber adaptarse.
Por eso, hace dos semanas iniciaron en periodo de prueba las «home series» de sus «street tapas», o lo que es lo mismo, el servicio a domicilio de sus distintivas creaciones culinarias, el sabor único del restaurante en casa. La reapertura del establecimiento ha llegado este mismo viernes y Gonzalo Barcia avanza que tendrán que evaluar si mantener el servicio a domicilio.
Sí se van a quedar con la recogida en local, sobre todo porque este floreciente «take away» no fue un simple experimento y sí una apuesta calculada y con muchas preparaciones.
«Revisamos todos los platos de la carta, los preparamos, los dejamos sin tocar durante una hora y luego los probamos», básicamente para ver cómo sería la experiencia del comensal que se los llevase a su casa porque para «nosotros es muy importante la calidad de lo que lleva nuestro nombre».
«Salió perfecto, la verdad, infinitamente mejor de lo que nos esperábamos», nos dice, y asegura que, aunque hayan reabierto el interior para sus clientes más fieles, «es algo que no queremos dejar».
Al regresar el contacto directo, Gonzalo les pide a cafeteros, cerveceros o cualquier otro consumidor que tengan muy presentes las normas porque ellos no se van «a olvidar de nuestra parte, pero cuando tengamos la terraza llena y estemos atendiendo a la cocina, más liados… pedimos a la gente que se conciencie y que no tengamos que estar haciendo de jueces».
«Yo veo a la gente con ganas, y motivada», nos apunta Barcia, «creo que estamos a tiempo de una temporada de verano decente, dadas las circunstancias». Crucemos los dedos.
Sinxelo
El proyecto de Adrián Pérez Regueiro «nació» en agosto de 2019 y ahora, solo unos meses después, su propietario bromea con el hecho de que podrán «contar más adelante que pasamos una pandemia en nuestro primer año».
Cuando se declaró el estado de alarma, echaron el cierre «pensando que serían 15 o 20 días», pero, cuando se fueron acumulando los meses, tenían a su favor el mismo pragmatismo con el que se había concebido y echado a andar Sinxelo.
«Desde el primer momento quisimos que este fuera un lugar funcional; tuvimos suerte que tanto los dueños del local como los proveedores se portaron muy bien», dejando a la empresa cierto margen para respirar.
«Yo lo llevé siempre desde la calma», confiesa Adrián, que cuenta que se entretuvo durante el confinamiento con muchos vídeos de gastronomía, aprendiendo y replanteándose, para mejorar, sus propias concepciones de cocina y negocio. El 2 de junio regresaron al trabajo después de considerar cautelosamente sus opciones.
Se decidieron por abrir, al 50% del comedor como marca la norma, al mismo tiempo que iniciaron un servicio de comida para llevar a pesar de los recelos del propio Adrián. «No quería que, por intentar facturar, se comprometiera la calidad», asegura.
Añade asimismo que todos los hosteleros deben tener en cuenta que, en este momento, «hay gente que no tiene miedo, otra que está muy respetuosa y otra que tiene miedo y todas las partes están en su derecho y tenemos que trabajar para todas ellas».
En Sinxelo, las distancias de seguridad les han quitado mucha capacidad física y del llamado «remonte», cuando una mesa se usa en dos o más ocasiones para distintos comensales, pero Adrián se muestra confiado y nos dice que la pasada «semana -por la primera de junio- fue muy buena, no sé si va a durar, pero ahora mismo a mí me vale».
Los clientes fieles son aquí una tranquilidad cuando se trata de seguir avanzando hacia un futuro que todavía es incierto. “Lo que hace diez días nos parecía inviable ahora no lo es; analizar a medio plazo en este 2020 va a ser muy difícil», dice Adrián. Vamos partido a partido, eso lo digo yo.
Casalexo
Alexo Negreira ha convertido su vinoteca de Pardo Bajo en punto de referencia de la cocina tradicional y el ambiente de «casa lejos de casa», que también transmite su propietario. Él no se planteó intentar servir a domicilio porque Casalexo «es un lugar para disfrutar aquí».
Su comedor se ha reducido, pero menos drásticamente que en locales más pequeños y las normas no interfieren con que puedan dar de comer a algo más de 35 comensales a un tiempo. Eso sí, cada grupo, cada mesa, multiplica el trabajo de su personal, al que han recuperado en pleno para la reapertura.
A pesar de ello, Alexo afirma que quieren «volver a como estábamos, sin tocar los precios, y dar un paso adelante en producto de proximidad, que es ayudar a la economía local».
Si hay algo en lo que todos los hosteleros han coincidido es que de «esta salimos ayudándonos entre todos» y Alexo va más allá diciendo que, cuando empezó la pandemia, «a nosotros, como sociedad, nos pidieron un favor; nosotros nos metimos en casa y cumplimos y todo el mundo perdió dinero, ricos, pobres…».
«Yo tengo la voluntad de ayudar y yo sé que si llamo a mis trabajadores son sueldos que voy a pagar, eso me motiva», añade. Casalexo ha vuelto como siempre, terraza e interior, horarios, carta, básicamente desafiando a agoreros y con un optimismo envidiable.
Dice que si «en algún momento las normas de la nueva normalidad que se marcan nos llevan hacia atrás, entonces, lógicamente, por muchas horas que le eches, no das, pero con este tablero de juego, a día de hoy, podemos decir que nuestro negocio es viable; con mucha cautela y fuera pedantería, podemos sacarlo adelante».
El hostelero y empresario entiende las dudas de la ciudadanía ante la posible llegada de turistas de zonas más castigadas por el virus a partir de julio, pero es claro cuando afirma que si «abren el paso yo entiendo que es porque la autoridad competente, que estuvo estos meses currándoselo, considera que está todo bien».
Y sentencia: «Para mí son amigos y vecinos y lo es tanto alguien que viene de Madrid como quien viene de Santiago; venid, disfrutad, os vamos a atender con mascarilla, pero os vamos a atender bien».
(Fotos: Mero Barral© – 2020. TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS.)
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