MARTA CORRAL | Ferrol | Jueves 7 marzo 2019 | 10:28
Cuando Albert Camus ganó el Nobel de Literatura en 1957 se acordó de su maestro de primaria, Louis Germain, y le escribió una carta para decirle que «sin su enseñanza y su ejemplo, no hubiese sucedido nada de esto». Este miércoles, cuando la doctora Rebeca Atencia recogió en el Jofre el galardón del 8 Marzo, recordó a Jaime Vázquez Díaz, el guardabosques de los montes de Serantes que conoció en su niñez: «Yo quería ser como él».
La música de Superglú fue guiando una gala de hora y media que se pasó volando, en la que se alternaban las palabras desde el atril con vídeos de la increíble labor que lleva desarrollando la científica ferrolana en El Congo desde hace quince años y felicitaciones de sus amigos y familia. Si una palabra se escuchó centenares de veces en el teatro durante la noche fue «orgullo»: «Yo a esa la conozco, fue conmigo en clase», resumía uno de sus compañeros de colegio.
Este décimo primer premio 8M, entregado en un contexto de «reivindicación, denuncia e reflexión» en palabras de la edil de Igualdade, Saínza Ruíz, no solo quiso «pór en valor ás mulleres pioneiras que levan o nome de Ferrol polo mundo», sino también reconocer «a enerxía, luz e vocación» que transmite Atencia: «Defende valores que son tamén de Concello, ecoloxismo e loita pola igualdade».
Mucho más que la mujer de verde
«Rebeca hace soñar», decía su marido en pantalla, atestiguando que «a las mujeres las ha elevado en el trabajo como merecían». Y es que la labor de Atencia trasciende, si es que eso en sí mismo fuera poca tarea, su labor veterinaria en el país africano. La hemos visto operando chimpancés, haciéndoles pruebas, liberándolos y abrazándolos en el colo como si fueran sus propias crías; pero su trabajo en la comunidad es, si cabe, igual de importante, velando por ese equilibrio sostenible y posible entre las personas, el medio y los animales.
Por todo ello, por primera vez en estos once años de premio, su entrega fue llevada a pleno, donde se aprobó por unanimidad reconocer «a labor científica, o seu papel como directora do Instituto Jane Goodall, a implicación coas comunidades locais do Congo e os seus coñecementos como doutora que fan dela unha das grandes científicas do mundo deste século XXI».
«Ferrol es mi espacio de confort»
«Estoy sin palabras», dijo Atencia después de recibir el galardón, visiblemente emocionada al igual que el resto del teatro que, por momentos, tuvo que tragar saliva durante los montajes fotográficos y los vídeos. «Ferrol es una ciudad muy especial, donde crecí, donde me formé como persona hasta que me fui a los 17 años, es mi espacio de confort. Amo mi ciudad, esto es un orgullo». Aseguró que había días en los que África le recordaba a su patria: la lluvia, los adoquines, las olas, los olores, los eucaliptos.
No olvidó que su familia «siempre me dijo que luchase por mi sueño» y, de hecho, la dedicatoria más especial fue para su madre: «Que me ha dado la libertad de elegir y luchar por mis sueños. Gracias a ella soy quien soy». Tampoco de lo que sintió al llegar a El Congo, «cuando lideraba un grupo de 20 hombres locales y fuertes con los que tuve que demostrar cómo soy y que acabaron siguiéndome y terminamos siendo un gran equipo».
También quiso hablar de la confianza de Jane Goodall depositó en ella, fue entonces cuando «me descubrí a mí misma», sin renunciar a hacer un alegato del consumo responsable, como el de madera, para frenar las talas abusivas que se están llevando a cabo en los pulmones mundiales que son las selvas tropicales: «Lo que pasa aquí se nota en El Congo y lo que pasa allí se nota aquí. Todo está interconectado. Granito a granito podemos hacer una montaña y que el mundo cambie. Cada uno de nosotros somos importantes».
«O corazón do mundo é a muller»
El regidor, Jorge Suárez, al que se había referido Ruíz como «alcalde feminista», se reafirmaba en la connotación durante su discurso, que cerró la gala. Aseguró que «se as selvas tropicais son os pulmóns do planeta, as mulleres son o corazón». Poniendo sobre la mesa que todavía hay un camino largo para llegar a la igualdad, animó a que las reivindicaciones fueran «pacíficas e alegres».
Recordó que «as grandes áreas deste Concello están nas mans das mulleres» y agradeció a su madre que le obligase a «pasar a aspiradora e pelar patatas, esixindo de min as mesmas obrigas cas miñas irmás».
La niña que un día soñó con ser guardabosques
El vídeo elaborado por la familia de Rebeca, en el que se alternaban testimonios familiares con imágenes de su infancia en Serantes, narraba la historia de aquella niña introvertida e independiente que subía a Mougá a caballo, y acompañada de su perrita Beki, para ver a los ratoneros.
Fue allí cuando conoció a Jaime Vázquez, el guardabosques. Un día, cuando el monte se tiñó de negro por el fuego, el hombre hizo una intensa labor que localización de nidos, recuperación de las aves y reintroducción en el medio que dejó profundamente marcada a Rebeca.
Fue él, Jaime, el encargado de llevarle al escenario un ramo de flores que puso el broche final a la gala. Ambos, emocionados al verse después del paso de los años, empezaron a hablar ajenos a todos los que estábamos en el patio de butacas. Quizás estuviesen contándose cómo van los chimpancés o los ratoneros que aun quedan por Chamorro. Pero sí que se escuchó algo que se decían: «Yo quería ser como tú», confesó Rebeca. Y él, orgulloso, le contestó: «Pues lo conseguiste. Y más».
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