ALICIA SEOANE | Viernes 8 de marzo | 10:31
Esperanza Piñeiro de San Miguel es historiadora, especializada en la historia de Ferrol y la comarca. En su carrera siempre ha estado presente el deseo de investigar cual fue la contribución de la mujer a lo que somos hoy. Sus investigaciones realizadas desde una perspectiva de género dejan espacio para reconocer el papel de la mujer en la historia. Poniendo el foco en las mujeres que sin nombre y apellido, han dejado una huella innegable.
Sus trabajos se han centrado en la historia de Ferrolterra, y también en la historia de la pesca y el mar en distintos puertos de Galicia. Su trabajo va de lo particular a lo general, en las entrevistas en las que ha podido hablar con muchas mujeres y compartir su visión y sus vivencias emocionales, ha constatado que «la construcción de Ferrol como ciudad y como sociedad está hecha gracias al papel de la mujer. Las mujeres no solo contribuyeron a la economía doméstica, si no al crecimiento y el desarrollo de la ciudad tal y como la conocemos hoy», afirma Piñeiro.

Muchas mujeres a parte de hacer una transmisión de los valores y de la propia cultura, se preocuparon porque sus hijas e hijos pudieran ascender de clase social, «estamos hablando de mujeres de clase trabajadora, que tenían estas inquietudes, y estas proyecciones para sus descendientes, lo que contribuyó a un ascenso social, a través de la educación y la formación. Esto repercutió en progreso para la ciudad», relata Esperanza, mientras suena su teléfono, cortamos la entrevista. Esperanza es una de esas mujeres que siempre deja tiempo para involucrarse en proyectos que le aportan sentido a su vida, su teléfono no para de sonar …
Muchas veces escuchamos que la incorporación de la mujer al mundo laboral es un fenómeno relativamente reciente, «pero dicho así es falso, la mujer desde siempre ha trabajado, trabajó en la pesca, en el campo, en los cuidados familiares, no solo trabajó sin remuneración, sino también de manera remunerada, el trabajo femenino no es algo nuevo».
Ferrol fue uno de los lugares donde surgió con fuerza el asociacionismo femenino sobre todo a finales del siglo XIX y principios del XX, ligado al desarrollo de una ciudad industrial, en Ferrol conocimos como las mujeres comenzaron a asociarse de forma temprana, para apoyarse mutuamente y socorrerse, pero también para defender sus derechos y exigir lo que les correspondía.
Sobre estas primeras asociaciones, nos explica Esperanza P. como surgieron en la ciudad dos asociaciones principales: La Asociación de cargadoras y descargadoras del Muelle de Ferrol, y la Asociación de las Aguadoras, «Las mujeres cargaban y descargaban con cestos en la cabeza, también cuando se hicieron los túneles del tren de la costa, las mujeres vaciaban el escombro. En estas asociaciones todas eran mujeres, desde la directiva hasta el resto de cargos. Buscaban mejoras en el trabajo, pero también para mejorar el nivel de vida y de educación, por supuesto para socorrerse y defender sus intereses».

Otra de las asociaciones que surgió en Ferrol, fue la del Servicio Doméstico, pero esta asociación a diferencia de las anteriores, no surgió desde los intereses de las mujeres como trabajadoras, sino desde la propia patronal, las anteriores surgieron con conciencia de clase. La del Servicio doméstico, surge más bien para ejercer cierto control sobre el sector y asegurar ciertos requisitos mínimos para el servicio.
En el ámbito de la cultura, también surgió una asociación, que fue el Patronato Concepción Arenal. En la revista de Ferrol Análisis que actualmente dirige Esperanza Piñeiro, publica lo siguiente, en el artículo, El trabajo de la mujer ferrolana:
Ésta es una asociación de carácter cultural y benéfico nacida en 1906. Su Impulsora es una mujer ferrolana, Elvira Novo García, profesional de la enseñanza y muy activa en todos los ámbitos de la cultura. Profesora de la Escuela de Artes y Oficios de Ferrol desde 1896, la encontramos colaborando en casi todos los periódicos y revistas de Ferrol, firmando, a veces, con pseudónimo y participando en actividades de carácter social. Piensa que la mejor manera de defender a Galicia es impulsando la cultura. Con el deseo de homenajear a su admirada Concepción Arenal y de seguir sus enseñanzas, idea crear una Asociación, un proyecto basado, según sus propias palabras, en caridad y gratitud. Ella y su amiga Hipólita Moiños (que en sus escritos de prensa solía utilizar el pseudónimo de Valentina Lago-Valladares) comienzan a hacer llamamientos en la prensa.
La historiadora ha dedicado toda una investigación para publicar un libro sobre la Escuela de Artes y Oficios, que empieza a funcionar en 1882: Esta escuela forma a niños y niñas a partir de los 12 años, «la mayor parte eran personas de clase obrera que iban a formarse. En 1885, empieza la enseñanza de la mujer, en ese momento la enseñanza era diferenciada, se les enseñaba dibujo, francés, mecanografía, y otros trabajos manuales, como costura, corte y confección». Será a finales del SXIX, en 1883, cuando las maestras comiencen a cobrar lo mismo que los hombres.
Otro sector donde el trabajo de la mujer fue imprescindible es en el sector del mar, la mujer además de construir las redes, los aperos, o la recolección del marisqueo, y la venta a domicilio y en restaurantes, también se dedicaba a la descarga de barcos, en villas que carecían de puertos, como fue el caso de Ares, o Cedeira, «ellas se organizaban de dos en dos, una estaba en la orilla, y otra entraba al mar y cargaba el pescado en un cesto que portaba sobre la cabeza. La que estaba en la orilla lo llevaba hasta el fabriquín donde se salaba el pescado».


Las costureras también era un sector que empleaba a muchas mujeres que recorrían la comarca, con las máquinas de coser en la cabeza, «llevaban unos figurines, que eran unos libretos donde explicaban el tipo de trajes que podían hacer. Se alojaban varios días en algún alpendre que les prestaban para hacer los vestidos, ya que cosían sobre todo para las fiestas de los pueblos. Cuando terminaban el trabajo, recogían y volvían a sus casas».
Otra área en la que investigó Esperanza Piñeiro, fue en el de las mujeres migrantes retornadas, «quienes contribuyeron a cambiar la mentalidad de la época, ya que, al volver, traían ideas innovadoras, y habiendo visto nuevas formas de organizarse en lo que a la colectividad se refiere».
En la actualidad la mujer ha evolucionado en muchos aspectos, sobre todo, a nivel laboral, ha entrado a ocupar muchos cargos de responsabilidad que tradicionalmente eran puestos ocupados por hombres.
Sin embargo, «aún queda un largo camino por recorrer, seguimos necesitando referentes femeninos en ciertas profesiones que siguen siendo eminentemente masculinas». Además, añade «la mujer sigue encontrándose en la mayoría de los casos con el problema de la conciliación. En esto es donde más trabajo queda por hacer».
Tal día como hoy, que celebramos el 8 de marzo a nivel mundial, es importante recordar y visibilizar el trabajo de todas las mujeres, y su enorme contribución a lo que es la sociedad actual. Lejos de creernos que las reivindicaciones de las mujeres son un fenómeno contemporáneo, lo cierto es que la mujer desde el inicio, ha trabajado, sin ser vista ni reconocida.
La mujer siempre ha reivindicado su lugar en el mundo y lo seguirá reivindicando con su trabajo. Poniendo la vida en el centro, y no siempre sus intereses individuales. Si la mujer ha demostrado algo a lo largo de la historia, es la importancia de las relaciones y de la colectividad, pues si las mujeres son sabedoras de algo, es de que nos necesitamos unas a otras.
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