RAÚL SALGADO / RAÚL LOMBA / MERO BARRAL | Ferrol | Jueves 30 julio 2020 | 16:45
Desde el sur de nuestra área de influencia y hasta el salvaje Ortegal, en los confines de la comarca y de nuestra provincia. Ferrol, Eume y Ortegal son el paraíso del playeo en su versión más variada. Rías Altas en plenitud, sus encantos se despliegan desde los arenales más concurridos a las calas vírgenes. Del sosiego familiar de las rías a la bravura del mar abierto.
Tienes al menos la mitad del verano por delante y 15 playas en esta lista que te retan a experimentar. A probar la calma si estabas habituado a las dificultades para aparcar o, incluso, a saborear lo que a tantos gusta cuando lo que antes paladeabas era la soledad. Hasta es factible estar con un arenal para ti en exclusiva. Esta es una muestra de los lujos a nuestro alcance.
1. ALMIEIRAS (FENE)
Fene tiene playas. Con el aliciente de la tranquilidad que brinda el hecho de que estén situadas en franja de ría, sus pequeñas calas suman su colorido que tiende al turquesa. Arena fina y éxito garantizado para el que las descubre por primera vez.
Como prueba, la larga fila de coches en el descenso a Río Sandeo o Almieiras, en Limodre, cuyo aparcamiento es más cómodo. La arboleda marca sus límites con sombra y O Emigrante es el bar en el que saciar la sed tras el calor. Amplia terraza apartada del trasiego a la playa, con práctica bajada y vistas privilegiadas en simple línea recta hacia el puerto de Redes.
Entre Almieiras y Río Sandeo, la de Coído. Como denominador común, sus ventajas frente a las más expuestas en días de viento. Un desvío desde la AC-122 antes de que se adentre en Cabanas permite la llegada.
2. CHAMOSO (CABANAS)
A un salto a vista de mapa, Cabanas también reivindica que hay mundo más allá del aluvión de A Madalena. Si su mayor reclamo turístico dispone de hostelería, alojamiento y facilidades para aparcar en el entorno de su pinar, a poca distancia se encuentra el modelo radicalmente diferente de arena y agua.
Chamoso no es ningún secreto, es una posibilidad más para los que huyen de aglomeraciones (por mucho que este año no las encontremos, por suerte, en tanta cantidad). Pequeña y entre rocas, es balcón VIP a la ría.
Como otras de las proximidades, la no muy abundante señalización disuade a potenciales bañistas y la marea condiciona sus dimensiones. Un camino desde la iglesia de San Martiño do Porto baja al arenal.
3. DONIÑOS (FERROL)
Es el kilómetro cero del verano en toda la comarca, el termómetro de las ganas de sol y baño que encuentra su otra cara de la moneda en su cercana laguna. Un espacio protegido que abriga fauna y flora únicas y que realza la estampa que podemos ver desde alturas como la de Monteventoso.
Puede que muchos, vuelvan o se estrenen, ya tuviesen anotado sacarse allí una foto (incluye banco). Sumen el atardecer desde el Valverde, junto al antiguo campo de tiro. El arenal de Outeiro, por su amplitud, es uno de los más relevantes del norte gallego y dispone de las comodidades imaginables.
Por ejemplo, la terraza de Pichu o su potente estacionamiento. Su pinar, otro lujo. Para ver y dejarse ver, cita irremediable.
4. SAN XURXO (FERROL)
Pocas con el carácter de San Xurxo. Es la playa a la que amas incondicionalmente aunque a veces (muchas) azote el viento. La que te regala una visión entrecortada por la vegetación desde su perspectiva más alta, la que puede pasar de imparable a la más sosegada.
Larga, dunar, para amoldar la toalla a sus pequeños montículos, como si una tumbona natural te meciese. Una de las dos grandes de Ferrol. Por afluencia, por valor natural. La que se hermana con Esmelle porque aquí no hay frontera. Más de 2 kilómetros de paraíso que colocaríamos en otras latitudes del globo.
El compás de las olas atenúa la temperatura y la eleva a cuna de modalidades como el surf aunque otras lleven la fama en ese ámbito. Ella ya la tiene y es más que merecida.
5. SANTA COMBA (FERROL)
Covas es el Reino y Santa Comba es una más de la Familia Real. Playas y calas de acantilado en acantilado hasta llegar a este doble santuario. El arenal es centro de peregrinación y su ermita aledaña es historia que ha salido a la luz y parte que sigue oculta. Opone su modelo al de A Fragata y O Vilar por entorno no urbanizado y de flora libre.
Manda el viento, pero también el oleaje que la ha modificado a su antojo en los últimos años. Escalar a su templo requiere de precaución. Si se opta
por eludirla, la simple mirada desde el cierre de madera situado junto a la playa sirve de recreo. El avance del mar hacia los recodos, la confirmación de la magia divina.
6. PONZOS (FERROL)
A suficientes kilómetros de la ciudad si es que se necesita para algo, también a cierta distancia del núcleo de Covas. La medalla de oro a la playa virgen es para Ponzos, la que fija el límite simbólico hacia la agreste y casi inaccesible costa de Narón.
Se desnuda ante el Atlántico, abraza a los vestigios nada menos que de una mina de oro que anidó en sus inmediaciones. Es el arranque de una ruta perfecta para caminar o ir en bicicleta hacia el alto que nos conducirá a las calas recónditas naronesas.
Por ser, hasta se refleja en su relato histórico como refugio del nudismo y unos metros más allá de familias que se prestan a pasar un día redondo. Siempre indómita.
7. CAMPELO (VALDOVIÑO)
Ponzos traza una línea imaginaria hacia Campelo, primer fortín litoral del municipio de Valdoviño, con el que comparte cualidades. Se eleva por sus grandes piedras, sus cantiles que son castillo inexpugnable y la arena blanca que hace cálido el recibimiento. Fue uno de los primeros foros para descubrir un surf que llegaba con ecos del extranjero.
No escatima en ráfagas, no ahorra en un mar que entra sin permiso. Por encima de tendencias, es de las que encandila por igual a jóvenes y a
mayores, de las que sigue gustando aunque le seas infiel algún año con otra de la comarca. El aparcamiento no será su fuerte, pero eso ya lo sabíamos cuando nos embelesó.
8. O PORTO (VALDOVIÑO)
Todos los miradores giran su visor hacia la ermita de O Porto. Zona cero de las olas más altas a este lado del mundo, un pequeño templo que subsiste entre los golpes más duros. Iluminado el que gestó una fiesta de excesos junto a un regalo sobre apenas una roca. Unas escaleras humildes para una sensación poderosa al coronar el islote.
La bajamar consiente cuando le apetece esa subida. Después de presidirla, la verás con otros ojos desde el faro de Punta Frouxeira, con sus túneles bajo la torre. Otra de las fotos que te llevarás para recordar mientras hablas a viva voz y resuena el eco en sus paredes. Aparca próximo al campo de fútbol de Meirás, el resto del balompié que ya cambió.
9. A FROUXEIRA (VALDOVIÑO)
La magna capital de Valdoviño es A Frouxeira. Es un vasto complejo dunar que estrena una laguna de flora y fauna únicas al noroeste. Vasto como que alcanza los 3 kilómetros de cordón de arena y autorizador de la apertura, varias veces forzada, del canal de la laguna para donar al océano su legado.
Espacios para ocultarse y áreas para el ocio familiar, lámina de deportes acuáticos y su popular playa pequeña como espejo en el que se muestra el empuje que se arrastra desde A Percebelleira. Su amplia dotación de servicios o prestaciones hosteleras en el entorno más inmediato le dan fuste.
Expuesta a las inclemencias en verano y en invierno, el faro que
parece lejano vigila con acierto sus idas y venidas.
10. PANTÍN (VALDOVIÑO)
Analizar la playa de Pantín conlleva de modo irremediable situar el foco sobre su certamen de surf. El Pantín Classic la ha convertido en la meca de las tablas y agranda su belleza. Todos la escrutamos con una impresión seductora, tildamos de hallazgo arqueológico un Pantín sin la ciudad con ruedas en que se convierte cuando el verano se despide.
Sus pequeñas casas de veraneo o para vivir todo el año en una escena paralela serpentean el trayecto desde su iglesia, al pie de la carretera a Cedeira. En silencio, el humedal la nutre en su parte baja y ayuda a conquistar su otra margen, más remanso que la bulliciosa zona principal.
Si fuese música, sería un éxito de ventas, pero también triunfaría entre los críticos de la prensa especializada.
11. VILARRUBE (VALDOVIÑO)
A caballo entre marisma y playa íntima, Vilarrube es el lienzo que colorea el verano. Escondida entre el arbolado y con el puente cercano como juez, pero desbordada cuando la pisas. Es pura pasión, es naturaleza fiera que va a más hasta adueñarse de las puertas de entrada a la ría aledaña. Puede irrumpir un pequeño barco, aflorar una toalla de repente.
Paraíso no muy concurrido para suerte de sus fieles. Su riqueza también se evidencia en su condición de área marisquera. Resguardada e
imperio de los que buscan playeo en versión independiente, menos comercial. A un paso de Cedeira, a unos saltos de espacios más abiertos en el bravo litoral de Valdoviño, la guarida por la que no pasa el tiempo.
12. SONREIRAS (CEDEIRA)
Cualquiera que sea de Cedeira o la ame como merece recomendará Sonreiras. Caviar caribeño, su arena es la más fina de las imaginables. Las piedras salpican con tino un casi ínfimo espacio algo después del núcleo urbano. El agua luce brillante ante la antigua cetárea, una suerte de piscina natural a la que calienta el astro rey.
Perfecto aderezo a una visita previa al castillo de A Concepción, atalaya excelsa sobre A Vila y su inabarcable ría. Universo paralelo mientras las embarcaciones surcan el tramo final hacia el puerto cedeirés. El trasiego a pie desde el fortín merece la pena. Mucho. Una veintena de metros en los que atracar en ruta a partir de la zona de Sarridal… si la marea te lo tolera.
13. FORNOS (CARIÑO)
Cariño también puede presumir de playas. No alborotan, pero marcan nota alta. Lo hacen aunando el relax que atañe a las rías y la paleta interminable de tonalidades que la naturaleza virginal deja como legado. El municipio pesquero, aunque sea pequeño en extensión, tiene varios arenales y cada uno con sus peculiaridades.
Fornos se situaría sin duda en el tramo alto de su clasificación. Turquesa es su color acuático y en arco es su configuración. Si algo impacta al visitante es el matiz que adquiere su arena. Su inclusión en el proyecto en ciernes del Xeoparque do Cabo Ortegal tiene la explicación a ese factor diferencial.
También en su zona rural, Figueiras queda empatada como singular; junto a su mismísimo casco viejo, como insólita, la cala del Mallorquín.
14. SARRIDAL (ORTIGUEIRA)
Primero fue Gaztelugatxe con su senda de ensueño, luego el mundo descubrió el Fuciño do Porco. Bastante cerca de este último, levantamos ahora el paño que esconde Sarridal. No todas las playas tienen en su frente una isla como Pena Furada. Ejerce de logotipo de un periplo deslumbrante, el de un camino sinuoso que se abre paso en un monte agreste.
Habrá pocos lugares en nuestra geografía en los que la libertad se pueda vivir en estas condiciones. No molesta el viento, el arenal se deja conducir por la vibrante marea. No oculta su pasado de marineros repletos de fortaleza que fueron aliñando la dureza de su brusco descenso a la orilla. Puede ser tu mejor descubrimiento.
15. ESTEIRO (MAÑÓN)
Qué mejor sitio para echar el candado a este viaje de sur a norte. Un campo de fútbol abandonado como vestigio de otras épocas, algún chiringuito anclado en otro momento y una playa que no se anda con rodeos. Es estación de parada de viento y oleaje, desembocadura de un cauce fluvial y la versión desnuda de su pinar contiguo.
La mejor portavoz de la sierra que la escolta es accesible desde un desvío con inicio en O Barqueiro, parada obligada para pasear, escuchar silencios y comer sin reparos. A su contorno dunar le da igual que esté al lado la provincia de Lugo, ya tiene mucho de A Mariña, pero es la despedida y cierre a unas Ferrol, Eume y Ortegal que regalan algo en cada recodo.
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