ROSA MILLÁN GARCÍA | Jueves 21 de marzo 2024 | 17:11
En este mes de marzo me gustaría «celebrar las relaciones entre mujeres», esa relación dispar en la que circula la libertad femenina, que es siempre relacional y abierta a lo otro. Este tipo de relaciones hacen posible que esté presente el deseo y la vida en ambas direcciones y esto nos cambia la vida.
Este relato y otros forman parte del proyecto que puse en marcha en 2018: Egeria-mujeres viajeras con el deseo de compartir mi pasión por la Historia de las Mujeres.
Egeria era una mujer curiosa, así se definía ella, nació en Galicia en el siglo IV y es la primera escritora de un libro de viajes, en él relata a sus amigas, sus sorores, así las llamaba, todo lo que está viviendo en su largo viaje. Éste duró cuatro años del 381 al 385 atravesando la «Vía Domitia» llega a la capital de la pars orientis del Imperio, Constantinopla, allí continúa hasta Jerusalén, recorre parajes bíblicos, incluido el Sinaí y algunos lugares de Mesopotamia, y además realiza una visita a las Madres del Desierto.
Egeria realizó su deseo y lo compartió con otras. Desde ese mismo deseo, yo allí a donde voy busco a las mujeres, saber de sus vidas y me encanta compartir con otras, esa forma en la que las mujeres hacemos mundo y de esta forma hacemos Historia en cualquier lugar, a pesar de la obstinada intención masculina de su ocultamiento en lo que aprendimos como «Historia».
El texto que comparto hoy, es una invitación a conocer el relato de La Reina y las costureras que muestra la importancia de la relación entre mujeres diferentes y como hicieron real algo que era impensable en aquel momento y que en nuestro presente de guerra y destrucción (Ucrania, Israel y una larga lista…) nos lleva a desear la mediación de “la Reina Mariana y las costureras», para cambiar este presente, ellas hicieron Historia de nuestra ciudad alejando de la guerra lo que más querían.
¡Empezamos!
Estamos en la Ría de Ferrol, en 1690, aquí se refugia la flota que trae desde Baviera a la reina Mariana de Neoburgo, tiene 23 años, hacía unos meses que se había celebrado su boda por poderes con Carlos II, seis años mayor que ella, en la ciudad alemana de Ingolstadt. Se conocen como solía ocurrir entonces, a través de una pintura, Carlos había quedado viudo y urgía un heredero. Mariana es elegida por los intereses políticos habituales y también por la urgencia del heredero que con ella parecía garantizado, ya que su madre tuvo veintitrés criaturas. Ella ocupaba el puesto número doce.
El viaje estuvo lleno de percances, amenaza de ataques de piratas y otros, y se refugiaron en nuestra Ría por un fuerte temporal. Imaginamos la nave a la altura del Castillo de la Palma, allí tenían que esperar a la llegada de la comitiva para ser recibida pero el protocolo exigía que para desembarcar en suelo español tenía que vestir a la española, por esta razón se requiere urgentemente la presencia en la embarcación de costureras de Ferrol y Mugardos para que en diez días confeccionaran los trajes necesarios para la Reina. En esas épocas, las Reinas en semejantes viajes iban provistas de todo, por si en el lugar al que llegan no lo encontraban a su gusto: telas, joyas, etc.
Imaginamos lo que sería para las costureras la convivencia con la Reina Mariana: todas las anécdotas que vivirían, las dificultades del idioma, las prisas, etc. En esa relación de «proximidad», algo debió surgir para que las costureras «se atrevieran» a hacerle una petición: que intercediera ante el rey, ya que ellas no querían que sus hijos fueran a la guerra.
Las costureras se atrevieron a expresar a la Reina su deseo y la Reina las escuchó. Imaginamos el gusto con el que cosieron todo… el 6 de abril de 1690 la reina abandona la nave El Duke, con «un lujoso vestido de viaje con sobretodo y montera de tela riquísima, todo cubierto de pedrería turquesa».
Así desembarcó en esa zona de Mugardos para dirigirse a Coruña y seguir su viaje a Madrid, donde Mariana se encontrará con Carlos II, podemos imaginar la situación, en otro país, otras costumbres, idioma y en la Corte la comparación con María Luisa, la reina anterior que había fallecido, pero aún así, en ese entramado lío de relaciones complicadas y decepciones, la calidad humana de Mariana y la relación que debió establecer con las costureras la llevan a «no olvidar su petición» y se lo trasmite a CarlosII. Él como agradecimiento a la acogida que recibió su mujer, se lo concede como lo muestra la Real Cédula de 1691, dónde se les exceptúa de contribuir con gente en la leva de soldados y de marinería de esa zona.
Podemos Imaginar la felicidad de las costureras que habían estado haciendo los trajes sin descanso, su contento por haberse atrevido a pedírselo a la reina Mariana y la felicidad de haberlo conseguido.
Con este recuerdo de la Reina Mariana y las costureras, podemos reconocer su grandeza y pensando en nuestro presente como decía al principio, nos encantaría contar con esa posibilidad de mediación para hacer real nuestro deseo de hacer posible la paz porque como las costureras lo que verdaderamente deseamos es la vida de quienes queremos.
Celebrando esa relación entre mujeres en las que circula el deseo y el reconocimiento de saber hacer de otras, continuamos en esta línea de relatos con el caso de la Reina Mariana de Neoburgo.
En su corte en Madrid, una de sus Damas es María Luisa Manrique de Lara y Gonzaga, la Condesa de Paredes, es 18 años mayor que ella y hacía cuatro que había vuelto de México a Madrid con su marido que había ocupado el cargo de Virrey de 1680-1686.
María Luisa en la ciudad de México conoció a sor Juana Inés de la Cruz, acababa de cumplir 29 años, la Condesa es dos años mayor. Sor Juana Inés participa en los actos de bienvenida del Virrey en la decoración de los Arcos Triunfales en esa Ciudad en 1680. Juana Inés y María Luisa se enamoran y mantienen una relación intensísima en los seis años que estuvo allí. Sobre esta relación Juana Inés escribe en un poema:
» Ser muger, ni estar ausente
no es de amarte impedimento;
pues sabes tú, que las almas
distancia ignoran, y sexo»
Forma parte de su libro Inundación Castálida. María Luisa cuando vuelve a Madrid trae consigo los manuscritos de Sor Juana Inés y en 1689, un año antes de las peripecias de la Reina Mariana y las costureras, publica el libro de poemas La Inundación Castálida. El segundo tomo lo publicará años después. Con el título Poemas de la única poetisa americana, Musa dezima, dedicado también a ella. De este libro se hicieron tres ediciones.
María Luisa, la Condesa de Paredes, como Dama de la Corte y por la buena relación con las reinas Mariana de Austria, madre de Carlos y Mariana de Neoburgo piensa que ¿dónde mejor para que estuvieran los manuscritos de Sor Juana Inés sino en la Real Biblioteca del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial?
Hay una tradición que dice que la Condesa de Paredes allí los depositó. La filóloga e historiadora María Milagros Rivera Garretas relata todo esto en un libro precioso: Sor Juana Inés mujeres que no son de este mundo. Además de haber comprobado ella misma en 2019 de la existencia en uno de los pasillos que llevan a la Real Biblioteca de un retrato precioso de Sor Juana Inés que la Condesa había tenido en su casa, atribuido a un pintor, pero es posible pudiera ser un autorretrato de Sor Juana Inés.
En este caso y en nuestro deseo de celebrar relaciones significativas entre mujeres que posibilitan la fidelidad a una misma y a su deseo. La relación de María Luisa y Sor Juana Inés «alimenta» su poesía y María Luisa, por ese reconocimiento, hace posible su publicación y debido a su buena relación con las dos Reinas: Mariana de Austria, madre de Carlos II y Mariana de Neoburgo, sus manuscritos llegan a la Real Biblioteca del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial junto con el «autorretrato» que se había traído.
María Luisa, la condesa de Paredes, sabía que allí estaban depositadas todas las obras de otras grandes escritoras y escritores ya que era costumbre regalar a los reyes desde su origen un siglo antes, sus obras además del interés real en la compra de las mismas.
Siguiendo en el relato de otras relaciones similares , podremos nombrar a la Reina Mariana Neoburgo, su Corte en 1692 va a tener por primera vez «una escultora de cámara», nunca antes sucedió, Luisa Ignacia Roldán Villavicencio, conocida como la Roldana, original de Sevilla, quince años mayor que ella.
Os invito a saber más sobre la vida de La Roldana, la «primera escultora de la cámara real«, también apasionante como suele suceder en la vida de las mujeres que son fieles a su deseo, a pesar de que las circunstancias nunca han sido propicias para las mujeres.
La vida de La Roldana en Madrid no fue fácil ni siquiera en la Corte, aunque se le asignó un salario de cien ducados anuales, el pago real no lo recibía, por lo que tuvo que hacer varias peticiones para conseguir mantener a su familia.
Las peticiones fueron primero al propio rey hasta 1693, que pasaron a ser dirigidas a la reina Mariana, en 1697, en una de las peticiones le recordaba que llevaba seis años a su servicio y pedía que le dieran: «vestuario o una ayuda de costa o lo que fuese de su mayor agrado»; en otra carta del mismo año añadía:«por estar pobre y tener dos hijos, lo paso con grandes estrecheces pues muchos días falta para lo preciso para el sustento de cada día».
En este caso la información que tenemos es que sus peticiones no fueron atendidas. ¿Por las circunstancias por las que estaba pasando Mariana de Neoburgo?, ese heredero que no fue posible, que ahora se sabe que fue por la fisiología del propio rey, y que a pesar de todos los intentos humanos y hasta divinos, por su lecho nupcial pasaron toda clase de reliquias, etc… Por las intrigas políticas de la Corte, el caso es que La Roldana no lo consiguió.
Como un pequeño homenaje de reconocimiento a su vida y para descubrir su obra, comentar una de sus obras más conocidas: el Arcángel San Miguel con el diablo a sus pies, obra encargada por Carlos II con destino a la decoración del Monasterio de El Escorial, muestra al Arcángel venciendo al demonio al que tiene bajo sus pies. La cara de San Miguel es la suya y el rostro de su marido el demonio, representando el Bien y el Mal respectivamente, y es posible fuera también el celebrar sus pleitos ganados para separarse.
Y en este pequeño paseo por el siglo XVII honrando el valor de las relaciones, un último ejemplo del gusto de ese siglo, en el que se da un Movimiento: La Cultura de la conversación: la verdad de esta corriente arranca siglos antes, con Las Trovadoras, pero en este momento apareció un grabado en la primera parte de la novela Clélie de Madeleine de Scudéry de1654-61. El Mapa de La Ternura (Carte du Tendre) era un mapa francés de una tierra imaginaria llamada Tendre elaborado por varias manos, incluida la de Catherine de Rambouillet. El mapa representaba el camino hacia el amor.
En relación con ese Movimiento de Francia que después continuó en más lugares, y con la misma filosofía de poner en valor las relaciones y el «buen y trato«, podemos mencionar: Los Salones de las Preciosas. Lugares que os invito a investigar para no alargarme más en este texto…
Así finalizo este pequeño paseo por la Historia de Mariana de Neoburgo, no sin recordar que las mujeres sabemos transitar por los márgenes para hacer realidad nuestros deseos y sostener la vida, y termino con esta frase de M. Milagros Rivera Garretas, «El patriarcado no ha ocupado nunca la realidad entera ni tampoco la vida entera de una mujer, aunque haya deseado ocuparlas», (El cuerpo femenino: genealogías de libertad, 2010)
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