ALICIA SEOANE | Jueves 7 de marzo 2024 |11:47
El pasado mes de octubre se presentó el documental Doxandeem del director Saliou Waa Gendoum Sarr, en el Centro Cultural Torrente Ballester. En unas semanas más tarde también se estrenaba en el Festival de Cine Invisible de Bilbao. La entidad organizadora del festival es socia de la ONG HaHatay, proyecto que Laura Feal ha integrado desde sus inicios.
En una semana Laura se marchará de nuevo a Senegal. Su vida transcurre entre dos continentes, en verano siempre vuelve al norte, el resto del año, la emigrada es ella, ya que ha hecho todo ese trabajo que implica dejar atrás la propia tierra.
En la entrevista hablamos sobre migraciones, pero también sobre lo que implica la movilidad humana, por qué decidimos marcharnos o quedarnos, y qué implicaciones tiene hacer hogar en un lugar, de entrada, ajeno. Laura Feal es periodista, inquieta, curiosa, comprometida, y siempre dispuesta a tender la mano en todo lo que pueda implicar acercarse, acercar personas, ideas, abrazos…
Ferrol360. _ ¿Cuándo sientes que te empiezan a atraer las relaciones entre España y otras culturas como el mundo árabe?
Laura Feal _ Yo soy periodista de formación, estuve trabajando en el Diario de Ferrol recuerdo que era el año 2003, y en aquel momento ya me interesaban las relaciones con el mundo árabe. Estando en el Diario, tuve la oportunidad de cubrir una llegada del programa de los niños saharauis. Ahí pudimos acompañarlos durante un viaje. Esto para mí fue una experiencia transformadora, me di cuenta de que me quería dedicar al ámbito internacional, y temas de cooperación. Tuve la oportunidad de conseguir una de las Becas AECI, de la Agencia de jóvenes cooperantes. Entonces me fui a Argelia tres años y estuve trabajando en temas de cooperación, pero relacionados con la comunicación.


F360. _ ¿Cómo fue ese primer contacto?
L.F._ Me atrajo mucho el acercamiento a otras culturas, y esa experiencia fue clave para mí. Cuando estaba en Argelia empecé a tocar otros temas, temas de mujer, temas de ayuda humanitaria en campamentos saharauis que se llevan desde Argelia. Y temas de migraciones. Después volví a Madrid y empecé en una ONG que se llamaba Habit África, y desde Madrid pude conocer otros países trabajando en temas relacionados con los derechos de las mujeres.
F360. _ ¿En qué países estuviste trabajando con temas de migraciones y mujer?
L.F._ En aquel momento estábamos elaborando un diagnóstico de género para ver cómo era el tema de los derechos de las mujeres en distintos países, con este proyecto estuve en Mozambique, Mali, Namibia, Senegal, Mauritania…y en ese momento ya se fue abriendo mi mirada a ver las diferentes África que existen. Muchas veces hablamos de África como si fuese una realidad homogénea, pero hay muchas áfricas…
F360. _ En 2012, te instalas en Senegal, ¿qué estabas haciendo en ese momento?
L.F._ Sí, en 2012 yo ya estaba instalándome en Senegal, en ese momento Mamadou (su actual pareja) estaba con la presentación del libro 3052, donde él cuenta cómo fue su viaje en Cayuco desde Senegal hasta las costas españolas. Este libro está escrito en su lenguaje, con su forma de hablar sin correcciones, es un libro muy fresco, donde él relata su experiencia. En ese momento él estaba en España, pero cuando vuelve a Senegal quedamos para conocernos y me regaló el libro, y así nos conocimos.
Él estaba regresando de esa experiencia en España, con idea de hacer una organización, para trabajar desde Senegal. Cuando yo descubro también ese proyecto que hoy es Hahatay , yo ya estaba con el deseo puesto en ese tipo de formas de hacer y de trabajar que él estaba iniciando. Así que de alguna forma se cruzaron nuestros deseos, no sólo personales si no de ganas de hacer juntos. Él volvía a su lugar, y yo salía del mío…

F360. _ ¿Cómo resumirías ese proyecto que empezasteis hace once años?
L.F._ A nivel personal he aprendido mucho, y obviamente a nivel profesional también. Ver nacer un proyecto de sus inicios y ponerlo en marcha, te hace aprender mucho. Estar en este tipo de proyectos te acaba convirtiendo en una persona militante, porque de alguna forma nosotros también trabajamos para que la gente que decide quedarse y no emigrar pueda tener una esperanza, y puedan salir adelante.
Pero no para que no se muevan de allí, sino para que si se mueven lo hagan desde el deseo y no desde el ideal o la desesperación. Todo el mundo tiene derecho a la movilidad, pero no la obligación, ni al empuje a hacerlo como única posibilidad de supervivencia. El problema es que desde África no se respeta el derecho a la visita, no tienen esa posibilidad de ver mundo, muchas veces la gente migra, porque no tienen el derecho a hacerlo. O no se conceden los visados, o no les facilitan los pasaportes.
Si esa posibilidad existiese muchos no se arrojarían al mar. Muchas personas lo que admiran es la posibilidad de poder desarrollarse, y ser los que ayuden a sus familias, ya que, desde allí, acaban viéndolos como héroes, son esas personas las que ganan un poder social en su comunidad. Y nosotros trabajamos para cambiar esta visión.
F360. _ Esa visión de emigrar para triunfar me resulta familiar… ¿es posible que también pese esa creencia en la cultura gallega, en la que parece que el éxito es partir?
L.F._ Sí, muchas veces se pone ese valor del éxito en el que se va. Esa lectura de que quedarse también es interesante, podría ser aplicable a cualquier cultura. Hay que pensar que todas las personas se mueven por lo mismo, porque quieren mejorar. Porque quieren tener mejores posibilidades. Hay que pensar que el neocolonialismo reduce sus posibilidades de desarrollarse, y esto les hace también querer salir de una situación. Pero si muchos pudiesen simplemente salir a descubrir otras opciones, no migrarían de esa forma…

F360. _ Hablando de este viaje que hace quien migra, precisamente vas a presentar un documental Doxandeem, cazadores de sueños, que narra vuestra historia, y todo ese proyecto que estáis llevando a cabo en Senegal. ¿Cómo nace la idea de hacer este documental?
L.F._ La idea parte de un amigo y artista, Saliou Waa Gendoum Sarr, que trabaja el tema de las migraciones en un sentido muy amplio. Anteriormente había grabado a su primo emigrado, siguiéndole en su camino durante ocho años. Saliou entiende las migraciones como un cruce de caminos, que hacen germinar otras cosas.
Como el director era nuestro amigo desde hace muchos años, a él le interesaba la historia de Mamadou, como esa forma de reencontrarse con el lugar de origen. Cómo había sido su vuelta.
Hace seis años nos propuso ir grabando nuestras vidas, así que cada vez que venía a visitarnos, iba tomando registros. La historia era buscar esa vuelta del migrante, por qué y cómo se vuelve, en este proceso de grabar la historia de Mamadou, empiezan a surgir otros personajes. Y ahí aparece la madre de Mamadou, cómo se rehace esa relación, cómo se va dando ese reencuentro, como te vuelves a vincular con la comunidad, la madre de él es un pilar fundamental en su retorno.
Después acabo apareciendo yo, como otro pilar en su vuelta a Gandiol. El director ve en mí, a la persona que hace el camino contrario, al que estaba haciendo él: Mamadou estaba regresando, y yo construyendo una vida fuera de mi tierra. En ese caso la emigrada era yo. La emigrante era yo, y el retornado Mamadou.
El director Saliou Waa, concibió la película como una visión coral, donde hay un solista que es Mamadou, y hay dos acompañantes su madre y yo, y luego hay muchos coros, uno es la comunidad de allí, otro mi comunidad que son mi familia y amigas de Ferrol.
Mi personaje comienza a tomar más relevancia, cuando él empieza a identificarme a mí como una migrante. Es una reivindicación de la migración como una persona que está en movilidad. Lo interesante de este documental es que está contado desde la perspectiva de un director africano, ya que este tema es algo que a ellos les toca de lleno, y de alguna forma afronta ciertos tabúes. La blanca es la migrada, en este caso.

F360. _ ¿Cómo fue para ti esta experiencia?
L.F._ A mí me cogió en un momento en el que estaba muy sensible, acababa de coger el Covid, las fronteras estaban cerradas, y yo atravesaba una situación personal de postpandemia complicada, con fronteras cerradas. El director sabía donde tocar para reflejar lo que a él le interesaba. Consiguió captar conversaciones muy cercanas de nuestra vida.
F360. _ ¿Qué crees que podría facilitar el encuentro y ese choque que se da entre culturas?
L.F._ La diversidad y lo diferente no es algo que se encuentra solo el que emigra, es una realidad que ya está aquí en nuestras sociedades. Por eso es importante abrirse a lo diferente, porque ya no vivimos en sociedades homogéneas. Las realidades son plurales y diversas en este mundo actual. Quizá el diálogo y la empatía sean dos cosas necesarias para que se dé el encuentro.
Hay que poder entenderse con personas de otras nacionalidades, y toda la gente que viene de otros países no están visibilizadas en las estructuras sociales, ni en la representación pública. Estamos abocados a tener que entendernos porque ya es nuestra realidad. Es importante desarrollar empatía y ver a la persona que tenemos delante, caso por caso. Sin generalizar.
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