ALEXANDRE LAMAS (Psicólogo) | «Esa cabeciña…» | Viernes 24 febrero 2023 | 10:42
Mi abuela Chon falleció cuando faltaba media hora para que cumpliese noventa y nueve años, aún así, en su esquela pusimos esa edad porque sabíamos que ella se hubiese sentido orgullosa de haber durado tanto. Le gustaba persistir.
Era una mujer pequeña, de grandes ojos azules, dos veces viuda. Su primer hijo había muerto de gripe. Su primer marido había sido fusilado. De ella recuerdo mucho que decía que todo el mundo estaba loco. Cualquier conducta que ella no entendiese o reprobase, la achacaba a la locura. Si veía a alguien hablando solo, estaba loco. Si alguien tomaba drogas, era porque estaba loco. Si aquel empezaba el periódico por el final, estaba loco. Si tomabas café por la noche, estabas loco. La pobre mujer era como Alicia perdida en el país de las maravillas. Todos estaban locos.
Siempre me tuvo mucho cariño, y era muy afectuosa, pero un día, estando yo en mi veintena, su actitud hacia mí cambió. Se volvió más seria, distante. Como si me tuviese un poco de miedo.
El día de su muerte, agonizando, me susurró al oído: «Estás loco, caminas con los ojos cerrados». Me quedé paralizado de la vergüenza. Sabía de lo que estaba hablando pero no pude explicárselo. No hubo tiempo y tampoco creo que lo hubiese entendido. Así que aprovecharé ahora para hacerlo.
De joven tenía un sueño que se me repetía. En el sueño yo huía a través de los callejones de una ciudad en ruinas mientras del cielo llovían ratas y serpientes. Las alimañas caían sobre mí y me perseguían, y yo corría y corría pero no encontraba refugio. El propio sueño me atormentaba en la vigilia.
Fue entonces cuándo visite a un psicólogo por primera vez. Hablamos mucho y entendí que las alimañas de mis sueños eran mis propios temores, mi angustia que había tomado forma y yo huía porque eso era lo que yo hacía ante los miedos. Era lógico que el sueño se repitiese una y otra vez, porque el que huye jamás encuentra descanso. Siempre habrá algo nuevo de lo que huir.
Así que empecé una serie de ejercicios para vencer a mis temores: me quedaba de pie en una habitación a oscuras durante horas para vencer mi miedo a la oscuridad; hablaba con desconocidos para vencer mi miedo a los desconocidos; y caminaba por la calle con los ojos cerrados para vencer el miedo a lo que puede pasar. Me imagino que la abuela Chon me vio, pero como yo iba con los ojos cerrados, no la vi a ella.
Tengo que decir que los ejercicios funcionaron, y dejé de huir en mis sueños, y me enfrenté a las ratas y a las serpientes, y esa pesadilla nunca volvió (aunque es cierto que vendrían otras).
Por eso, siempre que veo a alguien haciendo algo que no puedo entender, pienso que estará luchando contra sus propios monstruos. Y también pienso que aquellos a los que llamamos locos son los que luchan contra los monstruos más terribles: fantasmas, dragones y el diablo mismo.
Alexandre Lamas es psicólogo y ejerce profesionalmente en Ferrol, para más información podéis visitar su página web en este enlace.
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