RAÚL SALGADO / MERO BARRAL | Valdoviño | Martes 9 febrero 2016 | 17:56
Bajas la ventanilla del coche y el agua golpea en la cara, abres la puerta para pisar tierra firme y el viento lo pone más que complicado. En el faro de Valdoviño, punto imprescindible en el tránsito costero de ese municipio, se van acercando los curiosos en una jornada que para muchos es de asueto en pleno Carnaval.
Hasta los conocedores del lugar recurren a la precaución, lo que tendría que ser máxima y que no siempre se cumple. Un mínimo despiste puede llevar a perder la estabilidad entre rocas y charcos. La escena se repite en los cercanos arenales de Os Botes y de A Frouxeira, con aguas ya más calmadas en este caso y una laguna que permanece atenta al temporal.
Sin embargo, todo cambia en cuestión de segundos. El mar bravo renace en el instante en que piensas que ya ha pasado lo peor. Busca rincones en las rocas para romper con fuerza y recuperar el terreno que le pertenece. Son las horas siguientes a la parte más cruda de la alerta, que dejó rachas y olas de escándalo en la madrugada.
Pasadas las tres de la madrugada, Punta Candieira, el kilómetro cero del viento gallego, marcó 134 kilómetros por hora para erigir por enésima vez a Cedeira como meca de las ráfagas más indomables. El agua se adueñó de lugares próximos, como la fachada marítima de la villa ortegana de Espasante, uno de los puntos más afectados en las tres comarcas.
Persiste una alerta naranja que deja olas rozando los ocho metros de altura. Mientras algunos asisten atónitos al espectáculo, hay quien prosigue su vida cotidiana como si nada lo impidiese. Un corredor aficionado llega al faro de Valdoviño y reinicia el trayecto, un par de vecinos se adentran en la piscifactoría de Meirás rumbo a la ermita de O Porto palpando arena.
Una taza de café caliente entre las manos como ingrediente para proseguir tras empaparse en un abrir y cerrar de ojos. Igual que viene, se va con rapidez la lluvia. Hay que tenerlo presente: precaución. Protección Civil recomienda estar informado sobre cómo se presentará el tiempo y prestar atención a las normas preventivas de las instituciones públicas, especialmente las locales.
Como idea general ante el fuerte viento costero, alejarse de la costa y lugares bajos susceptibles de verse afectados por mareas u oleaje. El mar no entiende de límites y puede llevarse por delante a quien se aproxime a sus dominios. Además, aparcar en esas mismas cercanías tampoco es aconsejable. Por encima de una imagen espectacular está la seguridad.
Toda la costa está en alerta este martes por viento en el mar y olas de gran altura. Así, han superado los 7,7 metros de altura en Estaca de Bares en el arranque de la jornada. El temporal ha afectado a la circulación de trenes. Hasta el mediodía, cuatro servicios comerciales de larga distancia y tres de media se vieron afectados en la comunidad autónoma.
La caída de un árbol ha incidido en la línea Madrid-Ferrol, cuyo pasaje ha tenido que ser recogido en la estación lucense de Rábade para su trasbordo a un tren de media distancia. Ocurrió a las 08:30 horas. El vagón colisionó, pero no sufrió daños de relevancia. Pudo proseguir su tránsito al ser retirados los restos del árbol.
Las fachadas marítimas de la comarca permanecen acotadas, recomendando sus ayuntamientos cautela al acercarse. La caída de ramas y árboles se ha sucedido en lugares como Valdoviño o A Capela, según detalla el 112. Prácticamente toda la flota está amarrada a puerto ante el mar combinado con olas de hasta 8 metros en el arco costero del Eume al Ortegal.
Los vientos, del sur, han sido muy fuertes por la mañana. Junto al citado registro de Cedeira, despunta el de Cariño, con 100 kilómetros por hora.
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