SANDRA REGO | Lunes 26 agosto 2013 | 13:51
Se reúnen en crops para troquelar y se intercambian tags o chuches que no son precisamente gominolas, sino brads o accents. Seguramente a la mayoría, esto le habrá sonado a chino o arameo, pero tan solo se trata de vocabulario relacionado con un innovador arte: el scrapbooking. Una nueva forma de adornar nuestros recuerdos.
Etimológicamente, scrapbooking se compone de dos palabras: recorte y libro. La denominación proviene de los estadounidenses, quienes tienen la frenética manía de bautizar todo con un nombre yanqui. Pero es mucho más que un libro de recortes. Y esta tendencia ha saltado el charco para colarse en los hogares ferrolanos, siempre a la última.
Esta afición, mitad manualidad, mitad actividad artística, consiste en personalizar desde álbumes de fotos a cajas de zapatos. Para ello, las scrapbookers se abastecen con gran cantidad de papeles de todo tipo de colores y dibujos, sellos y adornos en general.
Internet fue el trampolín para dar a conocer esta actividad en diversas partes del mundo. Hasta hace un año, en España esta tendencia era bastante desconocida y aquellas que comenzaban precozmente a aficionarse, tenían una ardua tarea por delante para obtener material adecuado.
Sin embargo, en los últimos meses la oferta de estos productos ha subido como la espuma y ya se puede encontrar material de scrapbooking en franquicias de la comarca. Eso sí, a un precio de escándalo. La venta por internet sigue siendo todavía la primera opción para muchas.
La plataforma virtual mundial no solo sirve de trampolín para la compra y venta, sino que puedes encontrar también tutoriales para aprender y desarrollar tus habilidades manuales y hasta personas que compartan la misma afición por cortar y pegar.
En la ciudad naval no han querido ser menos y ya que esta actividad aún es un tanto desconocida, se ha creado un grupo de Facebook llamado “Scrapbooking Ferrolterra” en el que mujeres de la comarca de diversas edades comparten sus creaciones y se ayudan mutuamente en las múltiples dudas que puedan surgir en el arte del scrapbooking.
Rocío Malpica, una joven fenesa de 19 años, ha sido la creadora de este grupo en las redes sociales en el que unas treinta mujeres participan y en el que ella es la benjamina.
Aunque es un grupo cerrado, simplemente con solicitar una petición de amistad puede acceder cualquier interesado en esta técnica. Sin embargo, Rocío considera que es necesario ser activos. «Está muy bien que seamos muchas pero no que solo participen cinco».
La idea surgió hace un año, cuando varias del grupo se conocieron en un taller de iniciación que realizaron en Ferrol. Para Rocío fue su primer encuentro con el scrapbooking y desde entonces es una “súper” aficionada que compatibiliza el scrap con su carrera en A Coruña. «Es mi forma de desconectar», explica.
Además, el intercambio de conocimientos y capacidades no se limita a través de una pantalla, también realizan quedadas habitualmente. Actualmente Rocío está organizando un intercambio de marcapáginas (en el mundo del scrapbooking son llamados tags) para que así se conozcan entre ellas, aprovechando que recientemente han tenido nuevos “fichajes” en el grupo.
Aunque no siempre acuden todas por incompatibilidad de horarios, que sean todas de la misma comarca es una ventaja. De esta manera, comparten anécdotas a través de la misma afición que las une.
«Hemos ido al local de la OJE y a reservados de bares varias veces. En los bares se nos escuchaba haciendo ruido y venía el camarero a preguntar que estábamos haciendo. En invierno se ralentizan las quedadas, pero quedamos los fines de semana», cuenta. Estas reuniones son llamadas crops. En octubre se realizará una en Pontevedra de grandes dimensiones, en la que se reunirán scrapbookers de toda Galicia.
«La entrada es de pago pero te dan todo el material de iniciación y dura todo el día. Es una especie de feria de muestras», aclara Rocío. Y aunque en Estados Unidos existan más de veinticinco millones de aficionados, a esta actividad en Galicia aún le queda mucho para darse a conocer y la pregunta de “Scrap ¿qué?” sigue siendo cotidiana en la boca de las personas que nunca habían oído hablar de este término.
Aquellos que comiencen, podrán comprobar que los precios del material son desorbitados por lo que puede parecer un hobby de lujo. Pero nada más lejos de la realidad. La joven aficionada explica que «aquí se aprovechan de que nadie lo conoce, es nuevo. Pero nosotras pedimos por encargo a Inglaterra». En Ferrol todavía no existen tiendas especializadas en scrapbooking.
«Es raro que haya una tienda exclusivamente de scrap, más bien son todas de manualidades. Es muy complicado gestionar una porque las cosas cuestan y hay pocos clientes. Pero nosotros en el grupo tenemos un listado de tiendas físicas cerca y on-line. También se puede preguntar a tus compañeras en el caso de que necesites algo, para saber dónde se puede adquirir».
Una de las componentes del grupo de “Scrapbooking Ferrolterra”, Mariví Rodríguez, sí se dedica a vender material de scrap. Este verano montó su propio puesto y recorrió los mercadillos de segunda mano que se realizaron en Esteiro y Cabanas.
Según esta aficionada, «la gente mayor lo desconoce totalmente. Los que me sorprendieron fueron los jóvenes, sobre todo madres con niños pequeños que están interesadas en hacer un álbum de fotos»; además admite que «acudir a ferias es una buena manera de darlo a conocer».
Por otra parte, la cuestión del grupo en Facebook le parece una idea óptima ya que «la gente anda desperdigada y así es más fácil conocerse». Ella también descubrió esta actividad por Internet hace un año y medio y admite que “engancha”. Ahora, se halla en total dedicación a gestionar una tienda on-line que abrirá próximamente y en organizar nuevos talleres que traer a la comarca.
Scrapbooking Ferrolterra está abierto para todas aquellas (y aquellos, aunque sea más inusual) interesados que quieran aprender sobre este mundillo. Rocío los invita a que «vean los trabajos de los demás y compartan los suyos». Así, no te quedarás con la boca abierta la próxima vez que oigas hablar de troqueladoras, crops o scraprooms. Todo un mundo en el que sumergirte que se ha puesto de moda hasta en países como Alemania o Noruega.
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