Texto: MARTA CORRAL / Fotos: RAÚL LOMBA | Ferrol | Martes 30 mayo 2023 | 00:30
Las alegrías del deporte son tan efímeras que uno sabe que tiene que trincarlas bien cuando llegan. Manosearlas, abrazarlas, apretarlas contra el pecho, como queriendo que se nos metan dentro para siempre. El racinguismo lo sabe bien y desde el ascenso del sábado se ha esforzado para estirar la fiesta. Por eso este lunes, con el equipo recorriendo Ferrol en bus y dándose un baño en la marea verde que les esperaba en Armas, miles de personas fueron conscientes de que hoy estaban naciendo recuerdos.
Vídeos, selfies y autógrafos que, dentro de 20 años, los que ahora son niños y niñas de la fila cero subirán a sus redes sociales o lo que sea que exista entonces, presumiendo de que ellos vivieron el histórico ascenso del Racing de Ferrol en 2023. Y podrán entonces, a pesar de los años, citar de memoria los nombres de los que se han convertido en los tipos más queridos del pueblo donde se acaba el mar. En unos ferrolanos más, de corazón, aunque hayan nacido en Ciudad Real, Ecuador, Zaragoza, Argentina, Bilbao, Narón o Pontedeume.
El equipo y el cuerpo técnico se subieron a un bus verde descapotado que ponía un «¡Voltamos!» en letras gigantes. Con unas estrellas Galicia frescas comenzaron el recorrido en el barrio de San Xoán, para enfilar la carretera de Castilla y después la avenida de Esteiro. Un recorrido salpicado de racinguismo que desbordó en el Santuario de las Angustias, al pie de los astilleros que forjaron la ciudad, donde Diablos Verdes había citado a la afición en un primer recibimiento que se prolongó hasta la llegada a Armas.
Miles de personas llenaron la plaza, a la que ellos accedieron por el paseíllo que les hicieron las jóvenes promesas de las categorías de base del Racing, orgullosos de vestir los mismos colores que sus héroes. Sorprendía, a los que esperábamos en el balcón del Palacio Municipal, las cabezas de colores que el ascenso había dejado tras de sí: la verdiblanca de Gazzaniga, las rubias platino de Héber o Carlos Vicente, la directamente blanca de Brais Martínez ―al que sus compañeros presentaron, entre risas, como Almodóvar― o el corazón de Aitor Pascual. La sonrisa que Parralo supo contener estos meses, ahora parece no ocultarse ni un minuto.
Llegaban pletóricos, felices por la hazaña, y dispuestos a disfrutar de lo que se habían ganado a pulso en esta temporada maravillosa. Así, antes de entrar al ayuntamiento, en su primera parada en la escalinata, desplegaron las banderas verdes, las bengalas y sus voces, decididos a convertirse ellos en speakers con permiso de los que están siempre en la grada de A Malata. Encadenaron varios de los clásicos del Fondo Sur ante una ciudad vibrante, agradecida de que les hayan regalado una esperanza.
En el Salón de Recepciones aguardaban algunos concejales que se felicitaban o consolaban tras los resultados electorales de este domingo. Ignacio Rivera, Pepe Criado y Jorge Silveira charlaban antes de ocupar los asientos asignados. Ellos, que llegaban montando fiesta, se transformaron al entrar en el acto institucional que les ofreció el Concello como homenaje. El presidente del club empezó abriendo el turno de palabras de un día «muy especial» en el que, les dijo, «me habéis hecho feliz a mí y a una ciudad entera», donde «algo como esto no ha pasado nunca, no así».
Celebró el enganche al Racing porque «en cada casa de Ferrol hay ahora un racinguista» y agradeció al «loco» de Rivera que creyera en el club para hacer realidad su sueño, sosteniendo ambicioso que «es más fácil pasar de Segunda a Primera que de Primera RFEF a Segunda» y celebrando que el Concello «haya creído también en nosotros». Ignacio Rivera habló después, protagonizando el primer chispazo de la tarde al tocar los micrófonos del atril: «¡Me cago en la leche!», se le escapa al recibir el calambre, como antesala de la enhorabuena que quiso reiterar al equipo.
Habló de un «año durísimo», recordó las lesiones de Pumar y Ferrone que obligaron a redoblar los esfuerzos y la «valentía» de una «plantilla en la que todos podían ser titulares». Reconoció que sí estaba «un poco loco» y que ahora le falta voz después de la celebración del sábado, pidiendo, irónico, que se dejen de poner fotos de él en Twitter para no arruinar «mi reputación personal». Recordó a Isidro y a Chino Silveira, contó que sus amigos pensaron que estaba «chalado» cuando les dijo que iba a venir a por el Racing, y no perdió la ocasión de pedir apoyo.
Primero, al Concello, porque «no tenemos infraestructuras que nos permitan soñar» y después a las empresas ferrolanas puesto que, de ellas, «tenemos poco apoyo». Intentando que apareciese un ausente Carlos Mouriz, «un personaje que me ha enseñado lo poco que sé de fútbol, un sargento que parece muy malo, pero es muy bueno», cedió la palabra a Joselu, quien dijo que eran muchas las cosas que se le venían a la cabeza. Los Silveira que creyeron en él, el propio consejero delegado o el director deportivo, destacando que el club es «una familia» y que «estábamos todos en esta ciudad deseando esto».
Además, ha comprometido que el Racing «va a seguir llevando este escudo por España con mucho orgullo y mucho amor». Un «Joselu, Joselu» se les escuchó a sus compañeros, pero también a los miles de Armas, que escuchaban a duras penas por megafonía lo que estaba pasando dentro y metían prisa para ver al fin a los suyos en el balcón. Quedaría todavía la intervención de Ángel Mato, alcalde en funciones que, con Covid y después de salir derrotado en las urnas, advirtió con humor que no tocaría el micrófono porque «non estou para moitas alegrías».
Admitiendo que no es futbolero y agradecido a Criado por conectarlo con lo que estaba pasando, les dio las gracias por haber traído la alegría a una ciudad «maltratada» que estos días se convirtió en una «marea verde»: «Sois referentes. Me encanta ver a los niños en A Malata y que os sintáis en esta ciudad como si fuera vuestra. Sois ferrolanos», les dijo, deseando que en Segunda hagan «el mejor papel posible». En este punto, visiblemente emocionado, Mato recordó que estaba en funciones y quiso, con generosidad, que todos los portavoces dedicasen unas palabras, terminando por el próximo alcalde, José Manuel Rey Varela.
Iván Rivas, del BNG, confesó que él es más de baloncesto, pero les agradeció que hayan puesto con este ascenso «un grao de arena nun obxectivo que compartimos, que é o de recuperar o orgullo de ser de Ferrol», confesando que el ambiente le recordaba al antiguo OAR. Jorge Suárez, de Ferrol en Común, tocó el micrófono por despiste y se llevó un nuevo calambrazo: «¡Hostia!». Racinguista de Fondo Sur, recordó cómo tampoco los dejó solos en Tercera, «viaxando a As Somozas ou cando caeu un raio contra o Estradense, momentos moi épicos e esta é unha alegría inmensa» que, en su caso, comparte además viajando con sus hijos, que también acudieron, como otros familiares de los ediles, a la recepción.
Por último, el popular Rey Varela aseguró que «hoxe todo Ferrol vibra co Racing» porque nos ha dado «esperanza e ilusión». Fue Mato quien obsequió «en nome da cidade» a Pepe Criado con una metopa que reproduce la imagen del Palacio Municipal y el escudo del Racing. Jugadores y cuerpo técnico, por su parte, se han llevado libros sobre el legado de Rodolfo Ucha. «Veña, o máis importante agora é que están agardando por vos milleiros de persoas», interrumpió el regidor en funciones, invitándolos a salir al balcón. Allí, durante casi una hora, fueron hablando ante la afición, recordando momentos «jodidos en los que me arroparon mucho», como reconoció uno de los héroes del ascenso, Jaume Jardí.
Con voces quebradas por la afonía de la fiesta, demostraron una vez más la piña que son, lo bien que se llevan, lo mucho que se vacilan como síntoma inmejorable de la camaradería, que se extiende a la afición: «Del Pozo es de Caraaanzaaaaa». Celebraron la unión, el despertar del racinguismo, el apoyo de sus familias ―Álex López incluso saludó a la suya― y el de sus parejas, de las que coreaban sus nombres. Del «cómo están los máquinas» de Padilla a Héber haciendo de intérprete de un afónico Jesús Bernal o la sorpresa de un Bourdal que parecía tímido instigando a los cánticos. En definitiva: un grupo de chavales felices que han hecho creer a una ciudad desconfiada. Así que ya saben, apriétense esta alegría en el pecho para que se les quede adentro mucho tiempo. El suficiente para que lleguemos a Primera.
Para ver la galería completa de las mejores imágenes de Raúl Lomba de la fiesta homenaje al Racing de Ferrol por el ascenso, sigue este enlace.
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