MARTA CORRAL | O falar non ten cancelas | Jueves 11 febrero 2021 | 19:20
A juzgar por su actitud durante el tiempo que Ángel Mato y su equipo llevan al timón de la ciudad, una diría que el primer objetivo que se plantearon tras la victoria del 26M fue evitar a toda costa el mayor error de sus predecesores: la polémica constante. Para conseguirlo tomaron varias determinaciones trascendentes como reconciliar al Concello con La Voz de Galicia, reforzar el gabinete de prensa y relegar las redes sociales a ser una mera plataforma unidireccional. Es decir, evitar el ruido en la medida de lo posible.
Durante la legislatura de Ferrol en Común no hubo ni una semana sin su polémica vacua. Humo que se ha ido disipando con el paso de los meses, pero que, sin duda, paralizó la gestión de la ciudad por la torpeza de unos y la irresponsabilidad de otros para disgusto de los de siempre. Con el nuevo Ejecutivo, ya antes de la pandemia —también durante, en parte, admitámoslo— la actualidad municipal se volvió tediosa para el respetable y supongo que era ese el objetivo. Que no sepan demasiado, que no chillen demasiado, que nos dejen hacer.
Desde el punto de vista político, conociendo bien el Ferrol donde corren ríos de tinta por el cambio de ubicación de un adoquín, me parece una estrategia muy acertada. De hecho, si nos remontamos a la campaña electoral, Mato ya empezó a aplicarla entonces: a no prodigarse mucho, a no programar tantos actos de campaña como el resto, a medir sus intervenciones públicas. A bajar el perfil, no exponerse y dejarse llevar por la corriente que estaba aupando a Ferraz. Ya sabemos que le funcionó y yo diría que le ha funcionado hasta hace poco.
El PSOE —el del grupo municipal, no el de la Agrupación, que en este caso es importante diferenciarlos— ha optado por un modelo de Ejecutivo con la Alcaldía en el centro. Es Mato la cara más visible en la fotografía, sea cual sea el asunto a tratar, en detrimento de otros de sus concejales a los que apenas se les conoce. Never forget aquella época de firmas diarias de convenios que acabó convirtiéndolo en un meme, al que él mismo replicó con humor, una de sus pocas concesiones.
Con dos grandes profesionales al frente del gabinete de prensa —compañeros que estos días, me consta, no lo han pasado nada bien—, La Voz y algún diario digital de nueva creación —bienvenidos sean todos los medios si dan trabajo a periodistas titulados, perdonen el corporativismo— de su parte y la precarización de las redacciones menguantes, el Gobierno local consiguió amplificar y silenciar prácticamente a su antojo. Así supimos, por ejemplo, que era «histórico» que la Autoridad Portuaria cediese a la ciudad unos terrenos que ya estaba usando la ciudad.
Y así como desde la perspectiva de la comunicación me quito el sombrero con la táctica, si me desdoblo en ciudadana me chirría sobre manera que me traten como si fuera menor de edad; por eso no he podido evitar reírme cuando ha estallado la polémica de las mascarillas compradas para el comité de empresa de Navantia porque ha venido a demostrar que los ferrolanos seguían ahí constatando, una vez más y a pesar de los esfuerzos, que no hay barrera, cerradura ni cerrojo que puedas imponer a la libertad de sus teclados. Porque ahora, desde que cualquiera puede airear cualquier cosa, el cuarto poder no es tan poderoso.
Después de varios días viendo la dichosa mascarilla azul con la grúa desfilando por los muros y llegando a la prensa nacional, creo que podemos decir que el pedazo de tela se ha convertido para el actual Ejecutivo en lo que fue la bañera de los fumadores para Suárez y Basterrechea, solo que aquello salía gratis y esto nos ha costado 7.000 euros. Pero, miren, no me encontrarán aquí haciendo demagogia con los dineros porque estoy segura de que esos cuartos no le iban a solucionar la vida a nadie, lamentablemente. Si nos dejásemos guiar por muchos, el Concello solo podría tener gasto social porque «con la que está cayendo» siempre, sería lo propio. Parfavar.
Una explicación del alcalde ante la prensa a colación de la publicación del contrato menor en la web municipal acabó reflejándose en un espejo del Callejón el Gato con la ayuda de la oposición —que, al fin, encontraba algo suculento y mediático a lo que aferrarse— y de la Agrupación Municipal del PSOE. Como recordábamos antes, ésta poco o nada tiene que ver con el grupo municipal al estar liderada por Beatriz Sestayo. Un al suelo que vienen los nuestros de manual que, reconozcámoslo, a los periodistas nos encanta porque el titular está hecho.
Con estos mimbres, las redes sociales a las que el Gobierno local no quiere hacer mucho caso hicieron el resto. Y la indignación del personal subía a cada minuto al juntarse el contrato, las críticas de la oposición y la animadversión que la gente de Ferrol tiene por los que ganan más que ellos trabajando en el astillero porque ya sabemos todos que son unos vagos y que los barcos que salen por la boca de la ría se hacen por ciencia infusa. Like. Retuit. Flaipo, colega, ¿viste la movida? Y, claro, a ver quién es el guapo que sale a decir algo sobre esto para explicarse o para reducirlo al absurdo —al modo de Basterrechea— cuando, precisamente, has estado huyendo de estos canales. Cuando tú mismo te has cargado el feedback.
El tinglado fue tal que el presidente del comité de empresa, Emilio García Juanatey, ha tenido que salir a explicar que fueron ellos los que solicitaron a los concellos de la Macomunidad las famosas mascarillas y que «vanse repartir en colectivos sociais como parte da reivindicación de carga de traballo», que no se van a dar a los trabajadores de Navantia ni a los de las auxiliares, como insinuaban algunos con más que dudosas intenciones. Y, lo más importante, asegura que el reparto ya había quedado consensuado el 18 de diciembre de 2020, previa polémica.
Pero vamos a ver. Sin entrar ya a cuestionar la idoneidad de estos EPIs corporativos como medida de protección eficaz contra el virus y lo de que sea la representación sindical de la antigua Bazán la que haga una labor social con dinero público, ¿en serio que esto es tan grave o más bien ha sido una muestra más del esperpento en el que se ha convertido la política del que somos partícipes sin pretenderlo? A mí, la verdad, esto me ha parecido una conachada de principio a fin. Disculpen.
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